La economía canaria respira en 2021, el Año II de la pandemia, algo mejor que en 2020, pero todavía con el miedo en el cuerpo y a un ritmo propio de quien está convaleciente de una grave enfermedad. Una tímida reactivación que sin turismo y con la hostelería al ralentí por los controles sanitarios es a todas luces insuficiente para recuperar los niveles de consumo anteriores a la crisis y, con estos, la recaudación pública por los tributos del REF, que hasta mayo es un 25% inferior a la de antes de la pandemia. Con la velocidad a la que este año se está moviendo la economía, a la Comunidad Autónoma solo le alcanza para recuperar un 30% de los ingresos tributarios perdidos en 2020 por la ralentización del tejido productivo y su casi detención durante los meses del confinamiento del país. Dicho de otro modo: o regresan los turistas –y con ellos vuelven a sus puestos de trabajo los 76.000 asalariados isleños en suspensión temporal de empleo– o será imposible recuperar el restante 70% de la recaudación pública autonómica que la covid-19 se ha llevado por delante.

La Agencia Tributaria Canaria acaba de actualizar la estadística de la recaudación por los impuestos del Bloque de Financiación Canario, o Bloque del REF, con los datos de mayo. En los cinco primeros meses del año, la Hacienda regional ingresó por estos impuestos –la mayor parte en concepto de IGIC, el tributo que grava el consumo en el Archipiélago– un total de 620,6 millones de euros. ¿Mucho o poco? Poquísimo, exactamente un 24,8% menos que en 2019, el último ejercicio de normalidad. Y ello aun cuando se trata de una cuantía superior a la recaudada en el mismo período de 2020, una aparente paradoja que en realidad no lo es.

Una vez superado el año pasado, y con este la peor fase de la pandemia, la actividad económica, el consumo de los hogares y la inversión empresarial se incrementarían en mayor o menor medida, lo que a su vez aumentaría los ingresos públicos vía impuestos. Lo uno está ligado a lo otro, de modo que cuanto más rápida y vigorosa fuera la reactivación, más rápido se recuperaría la recaudación por los tributos del Régimen Económico y Fiscal (REF). Y así ha ocurrido, solo que la reactivación no se está produciendo al ritmo que sería deseable a causa del coma profundo en que la industria turística lleva sumida más de un año. En consecuencia, los ingresos impositivos son mayores que el año pasado –a falta de turistas, las tiendas, los restaurantes y los bares están abiertos–, pero también siguen siendo más bajos, en realidad mucho más bajos, que antes del estallido de la pandemia. En definitiva, esos 620,6 millones de euros recaudados de enero a mayo por los tributos del REF son 37,5 millones más que en los mismos meses de 2020 –el Año I de la pandemia–, pero también, y sobre todo, son 204,7 millones menos que en igual período de 2019, que fue el último ejercicio de normalidad económica.

Hay que precisar, eso sí, que los dos primeros meses y medio de 2020 sí fueron de normalidad –el estado de alarma nacional se decreta el 14 de marzo–, con lo que la comparación que mejor muestra los efectos del virus en la recaudación pública autonómica es la que toma como referencia el trimestre de marzo a mayo.

En esos tres meses de 2019, los ingresos por los impuestos del REF llegaron a 611,9 millones de euros; en el mismo período de 2020 se desplomaron hasta unos exiguos 245,1 millones por el confinamiento de la nación y el parón de la actividad económica –una caída del 60%–; y de marzo a mayo de este año se quedaron en 350,5 millones, un 43% más que en 2020 y un 43% menos que en 2019. En otras palabras: de los 366,8 millones perdidos en los tres primeros meses de la crisis –marzo-mayo de 2020–, la Hacienda canaria ha recuperado poco más de 105, solo un 28,7%.