En septiembre y octubre de 1985, la multinacional estadounidense AT&T y la entonces Compañía Telefónica Nacional de España –que desde 1990 se llama solo Telefónicatendieron entre Las Palmas de Gran Canaria y Candelaria, en Tenerife, uno de los primeros cables submarinos de fibra óptica del mundo. La infraestructura entró en servicio en junio de 1986. El cable le sirvió a Telefónica para fines comerciales, pero su importancia en la reciente historia de las comunicaciones se debe a que fue el banco de pruebas de AT&T para ver si este tipo de tendido podía repararse una vez en funcionamiento y el coste/beneficio de la reparación. Las pruebas fueron satisfactorias y convencieron a la multinacional para lanzarse a construir el TAT-8, el primer sistema intercontinental de fibra óptica por cable submarino, una infraestructura que unió a Estados Unidos, Inglaterra y Francia. Casi 40 años después de este hito, las Islas siguen siendo estratégicas para la industria de las telecomunicaciones. EllaLink, el cable submarino que enlaza Sudamérica con Europa –sus extremos están ubicados en las ciudades de Fortaleza, en Brasil, y de Sines, en Portugal–, tendrá conexión con el Archipiélago. Canarias será parte de una macroinstalación transoceánica que permitirá a Europa y a América del Sur reducir la dependencia de Estados Unidos en materia de comunicaciones y, de paso, mantener la información lejos de los ojos y oídos de los servicios de inteligencia de Washington.

EllaLink, la firma promotora del cable submarino del mismo nombre, anunció a mediados de marzo la finalización, con éxito, de la instalación del tendido transoceánico. La siguiente etapa del proyecto es la iluminación de la red, una tarea para la que la empresa ha contratado los servicios de la corporación californiana Infinera. EllaLink tiene programadas cuatro expansiones que llevarán la red a otros tantos puntos de enganche: la Guayana Francesa, Mauritania, Marruecos y Canarias, «lo que dará como resultado el sistema submarino más avanzado que conecta África, Europa y América Latina», explica la entidad. La Comunidad Autónoma formará así parte de una infraestructura cuya importancia va más allá de la tecnología y las comunicaciones para entrar de lleno en la geopolítica y las relaciones internacionales. La red se enganchará a las Islas por dos puntos: el sur de Tenerife y la costa este de La Palma.

Hasta el 97% del tráfico mundial de datos –incluida información sobre transferencias de dinero por un montante medio diario de diez billones de dólares– discurre bajo los océanos. Si se empataran todos los cables submarinos de fibra óptica del planeta –para los que aquella conexión entre Tenerife y Gran Canaria de la década de los ochenta sirvió de banco de pruebas–, tendrían una longitud de más de un millón de kilómetros. Para hacerse una idea de la dimensión de esta cifra basta con apuntar que la distancia entre la Tierra y la Luna no llega a 400.000 kilómetros. En definitiva, los cables submarinos se han convertido en una infraestructura estratégica. Tanto por el valor que han cobrado los datos en la era de la información –por eso el control de la infraestructura, es decir, del cable, equivale al control mismo de la información– como por su exposición a posibles ataques o sabotajes. Y ocurre que los dos países que llevan la delantera también en este ámbito son China y Estados Unidos, con Europa rezagada. Por eso EllaLink es fundamental para la transmisión directa de datos –voz, aplicaciones, vídeos, Internet...– entre Sudamérica y el Viejo Continente pero también para reducir la dependencia de Estados Unidos.

El investigador Eduardo Krawietz, autor junto con Pedro Juan Baquero y Rosa Aguilar –la rectora de la Universidad de La Laguna– de El papel de Canarias en las comunicaciones por cable submarino en el Atlántico. Historia reciente y regulación, explica que detrás del «fuerte apoyo» recibido por EllaLink desde Bruselas también está esa necesidad de soltarse de la mano de Estados Unidos. No en vano, de los nueve cables que unen América y Europa, ocho pasan por el gigante norteamericano. Y el noveno, que sí discurre directamente desde Latinoamérica hasta el Viejo Continente, casi está fuera de combate por el paso del tiempo y su obsolescencia. Así que la información que camine por esta macroinfraestructura submarina no estará al alcance de Washington, lo que dará al Viejo Continente mayor autonomía digital.

En línea con lo anterior cabe recordar cómo Edward Snowden, periodista y excontratista de la inteligencia de Estados Unidos, relató los métodos empleados por la Agencia de Seguridad yanqui para interceptar las comunicaciones de multinacionales como Google y, lo que es peor, para estar al tanto de los datos sensibles que Francia intercambiaba con otros Estados en el marco de su política exterior, comercial, científica y de defensa.

Pero, además de esa vertiente antiespionaje, EllaLink abre un sinfín de posibilidades en los ámbitos de la educación y la investigación académica. De hecho, esta será una de sus principales aportaciones. Alrededor del 9% de la capacidad máxima de datos de la red submarina se ha adquirido para su uso específico por parte de las universidades y centros de educación europeos y sudamericanos.

El papel de Canarias en EllaLink será importante, expone Krawietz, porque los archipiélagos «son siempre bien recibidos como puntos de amarre». «No es casual», agrega el investigador, que tantos cables duerman bajo las aguas canarias, lo que a su vez explica por qué las Islas son un hub o «punto estratégico» –esta vez de verdad– en las comunicaciones entre Sudamérica, Europa y la costa oeste africana.