La tripulación del avión medicalizado del Servicios de Urgencias Canario (SUC), que el pasado lunes tuvo que desviar su rumbo a Lanzarote durante el traslado de un bebé de 4 meses desde Tenerife Norte a Madrid por una avería, no declaró emergencia pese a que en la cabina se desplegaron las mascarillas de oxígeno suplementario ante la posibilidad de que se estuviera produciendo un episodio de despresurización. La Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Aéreos (CIAIAC) no había tenido hasta ayer conocimiento de lo ocurrido a principios de esta semana y remarca que ante incidentes que podrían ser declarados graves se debe notificar de manera «obligatoria» y «sin demora» a las autoridades.

Las fuentes consultadas aseguran que en el interior del avión se produjo de repente un zumbido que hizo que las mascarillas de oxígeno se desenrollaran del techo. En aquel momento, el avión Beeccraft King Air 200 con matrícula EC-JJP, de 40 años de antigüedad, volaba a 24.024 pies (7.322 metros) de altura y la tripulación decidió cambiar el rumbo para aterrizar en la capital conejera. Piloto y copiloto se disponían a bajar por debajo de los 10.000 pies (3.048 metros) para evitar perder la conciencia ante la posible falta de oxígeno. La aeronave alcanzó los 8.600 pies (2.621 metros) unos diez minutos después de desviar el rumbo.

Aviso a la sala de emergencia

Desde la cabina, la tripulación dio aviso a la sala de emergencias de que se estaban dirigiendo a Lanzarote para que enviaran una ambulancia medicalizada al aeropuerto para atender al bebé de cuatro meses. A la torre de control se le informó de que la aeronave había modificado el rumbo para tomar tierra en el primer aeropuerto alternativo que tenían en el plan de ruta por una avería mecánica. Sin embargo, en ningún momento se declaró una emergencia que hubiese motivado la activación del protocolo de seguridad con la movilización de los bomberos y los médicos de la instalación aeroportuaria, según indicaron varias de las fuentes consultadas, que incidieron en que en esa situación debería de haber solicitado prioridad para aterrizar.

En este sentido, fuentes aeroportuarias señalaron que la aeronave de por sí ya iba a tener prioridad debido al reducido tráfico aéreo que había en esos momentos en el Archipiélago. No obstante, el avión aterrizó sin mayores incidencias a las 12.02 horas, 25 minutos después de comenzar a descender.

Esta petición hubiese generado, asimismo, una investigación de oficio por parte de la CIAIAC, el organismo encargado de esclarecer los incidentes y accidentes aéreos en España. La propia entidad informó ayer a este periódico de que «no» ha sido notificada de «ningún incidente con esas características», en referencia a lo ocurrido el pasado lunes. Y añadió: «El artículo 9.1 del Reglamento (UE) Número 996/2010 establece que “cualquier persona involucrada que tenga conocimiento de un accidente o un incidente grave lo notificará sin demora a la autoridad encargada de las investigaciones de seguridad del Estado en que se haya producido”». «El reglamento», continúa, «establece también que aquellos sucesos que obliguen a la tripulación de vuelo a utilizar el oxígeno de emergencia, como podría ser el caso de una despresurización de una aeronave en vuelo, constituyen ejemplos característicos de incidentes que podrían ser graves y, por tanto, sujetos a notificación obligatoria y sin demora a las autoridades de investigación de accidentes».

El Sindicato Libre de Trabajadores Aéreos exigió ayer a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) que «tome las medidas que tenga que tomar» para evitar los sucesivos incidentes que se han producido en torno al avión medicalizado del SUC, propiedad de la empresa Eliance -antigüamente de Urgemer Canarias-, según indicó su secretario general, Esteban Sánchez. «No podemos consentir que las tripulaciones se estén dando de baja por ansiedad y que tengan un accidente», declaró Sánchez.

En la solicitud, el sindicato incluyó el escrito remitido el pasado jueves por el comité de empresa de Gestión de Servicios para la Salud y Seguridad en Canarias (GSC), encargada del servicio de transporte aéreo medicalizado, en la que detallan los cinco incidentes que ha sufrido el avión con matrícula EC-JJP durante los últimos tres años, entre ellos problemas con un tren de aterrizaje, humo en el interior de la cabina o el episodio de posible despresurización del lunes.

Este periódico ha intentado varias veces ponerse en contacto con la empresa Eliance, propietaria del avión medicalizado subcontratado por el SUC, para conocer su versión de los hechos.

El concurso publicado en 2011 se canceló

Urgemer Canarias, antigua empresa propietaria del avión medicalizado del Servicio de Urgencias Canario (SUC) que en abril de 2019 fue absorbida por la compañía Eliance que ahora se encarga del servicio, no ganó el concurso para el servicio de transporte sanitario aéreo mediante avión de soporte vital avanzado, como publicó el pasado jueves este periódico, sino que aquel procedimiento se canceló después de que la empresa pública Gestión de Servicios para la Salud y Seguridad en Canarias publicara las bases para la concurrencia. La aeronave que en la actualidad se encarga del traslado de pacientes entre islas y a la Península incumple varios de los puntos incluidos en aquel procedimiento para la adjudicación del servicio. El más flagrante es el de la antigüedad del aparato, que se fijaba por entonces en un máximo de 15 años de edad. En cambio, el Beeccraft King Air 200 con matrícula EC-JJP que opera para el SUC fue construido hace 40 años. Pero no es el único. La velocidad de crucero del avión se sitúa en 260 nudos (480 kilómetros por hora), como informó el propio SUC el pasado mes de marzo, cuando el pliego señala que debe ser superior a los 500 kilómetros por hora, además de puntualizar que la puntuación será mayor si supera los 550. La limitación de velocidad de la aeronave hace que un trayecto entre Gran Canaria y Madrid se cubra en unas tres horas y media, una hora más que un avión reactor. Otra de las características que no cubre la aeronave es la obligación de disponer de un aseo con baño químico.