Los cuatro mauritanos de la etnia hartani o haratin que ingresaron en prisión provisional el mes pasado por haber llevado el timón o gestionar los recursos en el cayuco en el que huyeron de la esclavitud junto con otros nueve amigos quedaron en libertad provisional recientemente. En su declaración ante la autoridad judicial y la Policía Nacional, todos ellos indicaron que para viajar hacia Europa por la Ruta Canaria no pagaron a ningún grupo organizado o mafia en su lugar de origen, sino que ellos mismos reunieron dinero para adquirir la embarcación, el motor o la comida, entre otras cosas. Es decir, que fue una iniciativa autogestionada, sin intervención de otras personas que se enriquecieran con su aventura.

Mohamed Fall, Mohamed Salah, Sidy Mohamed y Tar Beyid, a su salida de la prisión Tenerife II. | | E.D. Pedro Fumero

La salida del centro penitenciario de Mohamed Fall, Mohamed Salah, Sidy Mohamed y Tar Beyid, se produjo por orden del Juzgado de Instrucción número 3 de Arona. Y la mencionada medida se adoptó gracias a la solicitud de la Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife. Cabe recordar que la abogada defensora, Patricia Garrocho, también presentó un recurso contra su envío a la cárcel, ya que considera que no existían motivos justificados para ello.

Libertad provisional para 4 mauritanos que huyen de la esclavitud en su país Pedro Fumero

En el auto del pasado 30 de abril, el juez acordó la libertad provisional, pero con la obligación de que comparezcan en dicho juzgado los lunes de cada semana y la prohibición de salir del país.

Para la autoridad judicial, no se ha aportado prueba exculpatoria de sus responsabilidades penales, ni tampoco algún elemento nuevo sobre su arraigo personal. En cualquier caso, la petición del Ministerio Público se tuvo en cuenta y los cuatro miembros de la etnia hartani ya están fuera de prisión.

Gracias a las gestiones realizadas por su letrada, una funcionaria de la Subdelegación del Gobierno y un policía nacional, los cuatro ya viven en un espacio de acogida de Cruz Roja.

Garrocho echa en falta un sistema más organizado para ofrecer alojamiento a las personas que salen de la cárcel y no tienen a dónde ir, ni dinero, ni medio de transporte alguno. Esta vez la ayuda voluntaria de dos personas resultó clave para propiciar su traslado al Sur de la Isla.

Según la mencionada letrada, estos mauritanos ni siquiera tienen documentación original o una fecha concreta de nacimiento. En todos los casos, se establece que nacieron el uno de enero de un determinado año. Para Garrocho, de esa manera, sin pasaporte ni identificación, algunas personas quieren mantenerlos bajo su control o que no salgan del país.

Los trece hartanis llegaron el pasado 8 de abril a Los Cristianos. Solicitan protección internacional en España, pues afirman que, por su origen, se ven obligados a realizar trabajos sin salario alguno y también se les impide acceder a una formación digna para desarrollarse como profesionales.

Todos llegaron a Tenerife en buen estado de salud. Proceden de una misma zona de Mauritania y un día se reunieron y hablaron sobre la posibilidad de llegar a Europa para estudiar y trabajar en unas condiciones diferentes a como lo han hecho hasta ahora. Cada uno aportó la cantidad de dinero que pudo, y con el mismo prepararon un viaje seguro. Varios testigos en el procedimiento señalaron que el objetivo de Fall nunca fue enriquecerse con el proyecto, sino coordinar los recursos, así como timonear la embarcación y gestionar los víveres, junto a tres colaboradores.

Los hartani o haratin (mauritanos negros) están sometidos a los bidani o biwan, (mauritanos blancos), descendientes de árabes y bereberes. Mauritania fue el último país del mundo que prohibió la esclavitud hace cuatro décadas. Pero hasta el 2007 el Gobierno no decidió penalizarla y en el 2012 se incluyó en la Constitución como un crimen de lesa humanidad. Hace seis años se aprobó una ley en la que se incluyen los delitos tipificados a nivel internacional contra tales prácticas. Sin embargo, a pesar de esas medidas, su completa erradicación no se ha logrado. No resulta fácil acabar con un régimen que se ha mantenido durante siglos por parte de la minoría blanca árabe-bereber (biwani) sobre los hartani. Estos últimos suelen efectuar trabajos domésticos no remunerados y, a veces, tareas despreciadas por los mauritanos blancos.