Más de tres meses después de que murieran en el barco o en la playa, los migrantes recibieron sepultura, por orden del Juzgado y con los gastos cubiertos por el Ayuntamiento sureño. Solo Manuel, el sepulturero, les ha puesto flores en señal de respetuoso recuerdo. La fotoperiodista Mercedes Menéndez, volcada desde hace años en el seguimiento del proceso migratorio en sus diversas etapas, también documenta con su cámara las muertes de quienes no logran el ‘sueño europeo’ y a quien nadie reclama. Esta mujer, natural de Asturias, cree que ahora la mencionada realidad es más dura que hace 15 años.

Nadie los ha reclamado. No tienen un nombre ni un lugar de origen que dé pistas sobre su identidad. Solo el sepulturero de Granadilla, Manuel, estuvo en su entierro y les puso unas flores, como postrero acto de recuerdo. Es el caso de tres de los cuatro subsaharianos que fallecieron el pasado 5 de enero en un cayuco que llegó a la playa del Cabezo, en El Médano. Más de tres meses después de que ocurriera esa tragedia en el litoral de Tenerife, casi nadie se acordaba de sus fallecimientos. No superaron la travesía en la imparable búsqueda del sueño europeo. Y con ellos también acaba, posiblemente, el esfuerzo y la ilusión de algunos familiares por intentar salir de la extrema pobreza. El pasado miércoles fue enterrada en Gran Canaria la niña maliense Eléne Habiba, que tenía menos de dos años y murió en un hospital cinco días después de llegar al puerto de Arguineguín en parada cardiorrespiratoria. A ella sí la pudo despedir su madre y otras personas de la comunidad africana.

En el caso de los tres hombres enterrados el martes en Granadilla, en lugar de una lápida, una pequeña placa recuerda el día en que murieron, el número de procedimiento en el Instituto de Medicina Legal de Santa Cruz de Tenerife y el nicho en el que se hallan sus restos. Fuentes de la Consejería de Justicia aclaran que, en estos casos, cuando nadie solicita los cuerpos, tras recibir el resultado de la autopsia, el Juzgado que estaba de guardia el día en que se descubrieron los cadáveres envía un oficio al departamento de Servicios Sociales del ayuntamiento que corresponda, que debe hacer los trámites para correr con los gastos del sepelio. En este y en otros casos en el Archipiélago, el proceso se ha demorado más de tres meses, ya que, según señalan desde el Ejecutivo, los consistorios suelen tener sobrecarga de trabajo en su respuesta a la actual crisis sanitaria y económica.

Fuentes municipales de Granadilla explican que, una vez que finalice el periodo de uso inicial de cada nicho, con los restos se hará lo que dicte el Juzgado correspondiente. “El fin último suele ser la fosa común porque nadie los reclama”, indican.

La única persona que se interesó por el entierro de los fallecidos en el cayuco llegado a El Cabezo fue la fotoperiodista Mercedes Menéndez, natural de Asturias y que se ha interesado por el proceso migratorio desde el 2006. En estos momentos, Menéndez prepara un trabajo llamado La mar silenciada, en el que busca reflejar las llegadas de personas en situación irregular desde África, “la acogida terrible en campamentos”, su estancia en hoteles y, también, la muerte. Menéndez se pregunta: “¿Cómo es posible que no exista un organismo que se encargue de indagar en la identidad de quienes mueren en su intento de llegar a Europa para poder informar a sus familiares?”. “Parte de lo que quiero documentar es la muerte, tanto lo que se ve como lo que no, de lo que no hay constancia”, manifiesta. En el 2006, Mercedes elaboró un audiovisual denominado “Tan cerca, tan lejos”, en el que unía un montaje de fotografías y música, que presentó en su comunidad autónoma natal. “Tan cerca que está África y tan lejos que están sus sueños”, apunta.

Quince años después de que captara numerosas imágenes de la crisis de los cayucos, opina que “ahora la realidad me parece más dura, porque parece que no hay salida, la sociedad no ha cambiado ante este proceso ni las autoridades hacen lo que deberían”. Una o dos veces por semana, acude al exterior del campamento de acogida de Las Raíces para hablar y hacer fotos sobre la vida allí de las personas que esperan para viajar al continente europeo.