Médicos del Mundo denuncia la situación de los macrocampamentos para migrantes en Canarias y destaca las malas condiciones de vida a las que se ven sometidas las personas que están acogidas en estas instalaciones. La presidenta de la ONG en Canarias, Elena Lugli, advierte que el hecho de que los migrantes se sientan atrapados en las Islas supone un grave factor de sufrimiento emocional y, por ello, reclama un cambio de modelo en la política migratoria.

¿Qué labor desempeña Médicos del Mundo con los migrantes llegados a Canarias?

Luchamos para hacer efectivo el derecho a la salud para todas las personas, especialmente para las más vulnerables. Llevamos más de 25 años trabajando con población migrante, acompañándoles para que puedan acceder al sistema canario de salud, recogemos testimonios y luchamos en red por una acogida digna. En esta crisis, hemos denunciado las vulneraciones de derechos y, especialmente, del derecho a la salud, en lugares como el muelle de Arguineguín, la nave del puerto y ahora los campamentos, CIEs, CATE y en las calles de las Islas.

¿Considera que las características de los campamentos de acogida son las adecuadas?

Los macrocampamentos no tienen las condiciones de un sistema de acogida digno, que ayude a la recuperación de la salud psicofísica de quienes sobreviven que a ese tipo de viaje. Los campamentos no cumplen con las condiciones básicas para la salud. Hablamos de comida y agua insuficientes, exposición al frío, al calor y a la intemperie, dormir en camillas de tela bajo carpas con el abrigo mínimo, ducharse con agua fría, ausencia total de intimidad... Esta situación, no sólo no ayudan a su recuperación, sino que empeoran su salud. Con los medios que disponemos en esta parte del mundo, la solución no puede ser esta.

¿Qué consecuencias tienen para los migrantes estás condiciones?

El deterioro de la salud, tanto física como mental, es un proceso acumulativo. Todo lo que se suma a una condición de salud débil o perjudicada, la empeora exponencialmente. Las personas migrantes que llegan a nuestras costas, después pasar varios días sin agua ni comida y a la intemperie, sufren úlceras por presión, deshidratación y desnutrición extremas. En cuando a su salud psíquica, todo lo que conlleva una vivencia traumática de esta magnitud (estrés postraumático, estado de shock) se puede hacer más doloroso si, a su llegada a Canarias, lo que les espera es vivir durante meses en carpas. Además, si no se dan las condiciones para una búsqueda activa de patologías invisibles (depresión, ansiedad...), puede que no se detecten, porque es difícil que las personas de diferentes culturas e idiomas las identifiquen o las reconozcan.

¿Les afecta la incertidumbre a la salud mental?

Sí. Hay que tener en cuenta que muchos llegan después de un itinerario muy duro, que a menudo empieza varios años antes de atravesar el mar. Pueden pasar por pobreza, trabajo forzoso, vejaciones, violencia o peligro para su vida o la de sus familiares. Cuando cogen el barco, si sobreviven al viaje de varios días (hasta semanas) en el mar, sufren experiencias tan traumáticas como el temor a perder la vida o presenciar el fallecimiento de algún compañero o familiar. Las condiciones límite de vida, la imposibilidad ser escuchado y ser atendido eficazmente, el miedo a la devolución, la incertidumbre sobre la posibilidad de seguir su viaje y la desesperanza en cuanto a su futuro, afectan a su salud mental significativamente.

¿Qué propuestas hacen para mejorar la calidad de vida de los migrantes?

Creemos necesaria una coordinación eficaz y dialogada entre las instituciones responsables de dar respuesta a esta situación. Pedimos al Ministerio del Interior que permita el tránsito de quienes tienen la documentación en regla, para que puedan reunirse con sus familiares en territorio peninsular o proseguir su viaje. En lo más inmediato, instamos al Ministerio de Migraciones a mejorar las condiciones de alojamiento, alimentación y habitacionales del Plan Canarias y a adoptar medidas de mediación eficaces, para evitar las tensiones en los campamentos. Además, reclamamos una revisión multidisciplinar del modelo de acogida, para que sea digna y cese la criminalización del fenómeno migratorio.

¿A qué cree que responden los altercados en el campamento de Las Raíces?

Este conflicto pone claramente de manifiesto la tensión y el peligro del modelo de macrocampamentos que el Gobierno central está implantando en Canarias. El hecho de sentirse varados en Canarias es, sin duda, un factor de sufrimiento emocional. A ello se suma la incertidumbre que les provoca la interrupción de su proyecto de vida y las condiciones del campamento. Estos factores favorecen los roces y las tensiones. Aunque no justifica la reacción violenta, en una situación como esta, cualquiera de nosotros estaría desesperado.

¿Qué cree que ha fallado en la gestión de la crisis migratoria?

Hubo falta de previsión. En Canarias, el fenómeno migratorio no es algo nuevo. Llevamos más de 26 años hablando de cómo atender a estas personas y es incomprensible que se haya tenido que improvisar y que se hayan sufrido condiciones indignas en el muelle de Arguineguín o en las naves del puerto. Por otro lado, el fallo está en promover un modelo que criminaliza y aísla el fenómeno migratorio, cuando se trata de un derecho humano de todas las personas. Desde Médicos del Mundo abogamos por un modelo de acogida que les permita seguir su itinerario migratorio; que atienda al fenómeno de forma coordinada y multidisciplinar; y que fomente la inclusión y los valores de justicia y solidaridad, compartidos por la inmensa mayoría de la sociedad canaria.

¿Han encontrado trabas para acceder a los campamentos?

Nuestra labor es conocer la realidad de estos campamentos, señalar las vulneraciones de derechos y velar para que se les ofrezca una atención adecuada. Sabemos que las personas que están en los campamentos están siendo atendidas por el Servicio Canario de Salud. Sin embargo, nos preocupan enormemente el número creciente de personas que, por distintas razones, han salido de los campamentos y se encuentran en calle, teniendo graves dificultades para acceder a la salud y a todas las necesidades más básicas.

¿Les han llegado casos de mujeres que hayan llegado Canarias engañadas por las mafias para explotarlas sexualmente?

Llevamos muchos años trabajando con mujeres en situación de prostitución y mujeres víctimas de trata con fines de explotación sexual. Dos formas de violencia de género estrictamente ligadas a la migración, ya que más del 90% de las mujeres que atendemos son migradas. Sin embargo, no podemos decir que la trata con fines de explotación sexual haya aumentado en relación al aumento de llegadas en Canarias. Este fenómeno está más bien relacionado con el consumo de prostitución, que fomenta el tráfico de mujeres y niñas para su explotación. España es el primer país por consumo en Europa y el tercero a nivel mundial en consumo de prostitución. Un triste récord que explica el aumento de este tipo de explotación mejor y más rotundamente que el aumento de llegadas a Canarias.

¿Cómo valora el control de la Covid-19 dentro de los campamentos?

El modelo de macrocampamentos dificulta mucho el poder gestionar y mantener las medidas recomendadas en materia sanitaria para prevenir la Covid. Por ejemplo, en el campamento de El Matorral, en Fuerteventura, se ha comunicado que, al menos, 20 personas han dado positivo en las dos últimas semanas.

¿Qué se puede hacer para favorecer la integración de los migrantes?

Tenemos la convicción de que es posible un modelo de acogida real, que garantice los derechos humanos y respete las legítimas aspiraciones de las personas migrantes. Desde las instituciones se necesitan políticas activas para la gestión de los flujos a península y al resto de países, para disponer de rutas legales y seguras y favorecer que se pueda pedir protección internacional. No se puede señalar a las personas y castigarlas por llegar de forma irregular cuando es la única salida que tiene, porque pedir un visado en algunos de los países de procedencia es muy complejo, si no imposible. Una vez que están en el territorio, darles un trato digno y respetuoso con los derechos humanos; si las instituciones no dan ejemplo en este sentido, se crea el caldo de cultivo perfecto para que se generen reacciones de rechazo hasta en Canarias, sociedad históricamente migrante y solidaria. Por último, respetar las aspiraciones de estas personas, estudiar los casos de forma individual y permitir que sigan su tránsito y puedan trabajar. Esto les permitiría ser parte de la sociedad, así como desarrollar sus objetivos vitales, sus redes humanas y apoyar a sus familiares.