Nueve compañeros de patera de la niña de Mali que murió en un hospital de Las Palmas de Gran Canaria tras pasar cinco días en cuidados intensivos con una deshidratación severa perecieron en el océano, entre ellos tres menores, según han relatado los supervivientes de la travesía.

Será un juez el que determine si una de esas muertes no se cataloga solo como homicidio por imprudencia sino como asesinato, pues hay testigos que aseguran que uno de los patrones arrancó de los brazos de su madre a un niño que había estado muy débil y lo arrojó por la borda. La madre sostiene que aún estaba vivo.

El Juzgado número 3 de San Bartolomé de Tirajana ha ordenado prisión provisional por varios homicidios y un delito de favorecimiento de inmigración irregular para un ciudadano senegalés y otro gambiano, los dos presuntos patrones de esa patera, cuya historia ha reconstruido Efe a través de dos fuentes policiales y fiscales conocedoras de las declaraciones de los supervivientes.

El relato trasladado a la Brigada de Extranjería por los protagonistas de ese dramático rescate comienza a explicar por qué Salvamento Marítimo los recogió casi desfallecidos –de hecho 13 acabaron en el hospital– cuando habían sido socorridos en su cuarto día en el mar, un tiempo que está dentro del rango de lo que tarda normalmente una barquilla en llegar a Gran Canaria desde Dajla (Sahara), su punto de partida, a 450 kilómetros.

La imagen de una pequeña de apenas dos años siendo reanimada por dos enfermeros de la Cruz Roja sobre el cemento del muelle de Arguineguín tras ser desembarcada a la carrera por un marinero de la Salvamar Macondo resume bien la situación que se vivió la noche del pasado 16 de marzo.

Desfallecidos

A los sanitarios que los atendieron en el muelle de Arguineguín les extrañó mucho el alto grado de deshidratación y agotamiento que presentaban para una travesía supuestamente ‘normal’ en duración, como también les llamó la atención que varios niños relataran, antes de ser evacuados al Hospital Materno Infantil, que algunas personas habían muerto a bordo de la patera y habían sido arrojadas al mar, algo de lo que esa noche no hablaba ningún adulto.

Los supervivientes han contado a la Policía que el agua y la comida se les terminaron al tercer día de travesía y muchos comenzaron a beber agua del mar, lo que empeoró su situación. Para entonces, la mayoría ya estaba débil porque el grupo había sido llevado antes por quienes fletaban la patera a un punto de la costa donde los tuvieron escondidos de cuatro a siete días –las versiones difieren–, hasta que les permitieron embarcar.

Como pasó con otra patera rescatada el 15 de enero –la barca en la que murió y fue arrojado por la borda el niño Alhassane en presencia de su madre y su hermana melliza–, esos días en la costa fueron claves para lo que ocurrió después, porque los inmigrantes solo llevaban víveres para el tiempo que esperaban pasar en el mar. Habían pagado de 1.500 a 2.500 euros cada uno por un hueco en la patera.

Conforme el agua se fue agotando, fueron muriendo. Los supervivientes aseguran que salieron de Dajla 63 personas, pero llegaron 53: 29 mujeres, 14 hombres y 10 niños (incluida la menor que falleció en el Hospital Materno Infantil de Gran Canaria).

De hecho, según sus declaraciones, cuando el radar del SIVE los detectó apenas 15 kilómetros de la costa de Maspalomas y salió en su ayuda la Salvamar, ya habían perecido seis adultos y tres menores, entre ellos un niño de unos 2 años.

A partir de esos testimonios y los indicios recabados por la Policía, la Fiscalía considera que por ahora cabe imputar a los patrones al menos seis homicidios por imprudencia, incluyendo la muerte de la niña maliense que falleció en el hospital, cuyo caso se judicializó antes y ahora se va a incluir en el mismo procedimiento.

El Ministerio Público no cuenta todavía en esa cifra la muerte del niño arrojado al mar, en cuyo final –de confirmarse– vería un asesinato. Y cree que puede darse por probado que al menos otras dos personas se suicidaron saltando al océano, desesperadas.

El relato sobre el pequeño del que cuidaban su madre y otra mujer fue terrible. Compañeros suyos de patera han contado a la Policía que lo pasó muy mal casi desde que se hicieron al mar, que no paraba de llorar y que su llanto irritó a uno de los patrones, que amenazó a la madre y llegó a taparle la cabeza con un cubo para no oírle.

Llegó un momento en que el pequeño estaba tan débil que ya ni gemía. La dos mujeres que cuidaban de él suplicaron a los patrones que le dieran algo de agua para beber, pero en ese momento uno de ellos reaccionó violentamente: arrancó al pequeño de los brazos de su madre y lo lanzó al océano, han relatado los testigos.

¿Asesinato a bordo?

Corresponderá al juez de San Bartolomé de Tirajana que instruye el caso determinar si esos hechos constituyen un homicidio alevoso (cometido contra alguien indefenso). En ese caso, los cargos por esa muerte podrían elevarse desde homicidio imprudente hasta un asesinato.

Los datos de esta patera casi concuerdan con un aviso emitido el 15 de marzo por el colectivo Caminando Fronteras tras recibir varias llamadas de los familiares que se embarcaron en ella. Esa ONG española, que trabaja desde Marruecos, reportó que el sábado 13 de marzo, a las tres de la madrugada, había salido una patera de Dajla con 64 personas, entre ellas 35 mujeres y unos 15 menores.

La mayoría de la gente se sigue refiriendo a esa barca como la “patera de Nabody” porque ese fue el nombre que, por error de una de las personas que auxilió a la niña, varios medios dieron durante días a la pequeña reanimada en el muelle y luego fallecida en la UCI. Pero sí que era la patera de Nabody porque había otra niña llamada así a bordo que pasó las mismas penurias y terminó en un hospital.

Los testimonios recabados por la Policía sobre las nueve muertes que se produjeron en esta patera elevan ya a 43 el recuento de víctimas de la ruta canaria desde que comenzó 2021.

Hasta el 25 de marzo, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) tenía constancia de 31 muertes en pateras o cayucos que se dirigían desde la costa de África a las Islas Canarias (incluida la de la niña de Mali ).

A esa cifra se sumaron las dos mujeres y el hombre que se ahogaron al día siguiente, 26 de marzo, en la costa de la isla de Tenerife cuando volcó su patera mientras los rescataba un barco de Salvamento Marítimo.

Y ahora se añaden las nueve muertes reveladas por los supervivientes de la patera del pasado 16 de marzo y dadas a conocer este viernes por el Cuerpo Nacional de Policía.

Esa cifra puede crecer a casi un centenar si el cadáver de una mujer africana con salvavidas que apareció flotando esta semana al sur de Fuerteventura se vincula también con un patera –los forenses se inclinan por pensar que es así y consideran que llevaba al menos 15 días en mar– y, sobre todo, si se logra establecer que iba a bordo de una neumática que salió de Tarfaya con 50 personas, de la que no hay noticias desde el pasado 24 de marzo, cuando sus ocupantes pidieron auxilio por teléfono.

Llegan 25 magrebíes

Salvamento Marítimo socorrió en la madrugada de ayer a una patera localizada a 15 kilómetros de la costa de Lanzarote con 25 inmigrantes magrebíes a bordo, entre ellos seis posibles menores, según informó el Consorcio de Emergencias de la isla y el 112 de Canarias. Los ocupantes de la patera, todos varones, fueron trasladados al puerto de Arrecife, donde recibieron las primeras atenciones médicas, aunque todos presentaban buen estado general. Hay que destacar que el grupo aseguró a su llegada que habían partido desde la costa de Safi, en Marruecos, unos 520 kilómetros al nordeste de Lanzarote.