Santiago Pérez es desde ayer, a falta de los trámites reglamentarios, nuevo senador en representación de la Comunidad Autónoma. El socialista alcanza el escaño en la Cámara Alta –y con este la condición de aforado– con el respaldo de los 36 diputados del pacto de las flores, justo el mínimo que le permite presentarse en las Cortes con el apoyo de la mayoría absoluta del Parlamento regional. Sin la posibilidad de votar en contra del nombramiento –no está prevista para la designación de los tres senadores autonómicos–, los diputados de Coalición Canaria permanecieron en sus asientos al ser llamados para introducir la papeleta en la urna. Un gesto inédito como signo de repulsa de los nacionalistas frente a la polémica designación del también concejal de Urbanismo de La Laguna.

Pérez da así un nuevo salto a la política nacional –ya fue senador por Tenerife entre los años 1990 y 2000– con el aval del cuatripartito a su favor y con la sentada del principal partido de la oposición en su contra. “Nuestra decisión de no participar en la elección del senador propuesto por el PSOE se sustenta en nuestro rechazo a una manera de hacer política que no compartimos”, explicó el grupo parlamentario nacionalista.

Pérez fue el denunciante del llamado caso Grúas contra Fernando Clavijo y otros cargos públicos de CC –archivado sin mácula para el expresidente del Gobierno de Canarias y el resto de representantes nacionalistas– y también es el denunciante del llamado caso Reparos. Este último debe su nombre a la práctica habitual por la que un alcalde levanta el reparo del interventor municipal a un determinado gasto o contrato del Ayuntamiento. Los levantamientos se cuentan por miles cada año en consistorios de todos los colores políticos pero los ejecutados por Clavijo durante su etapa como alcalde lagunero merecen a juicio de Pérez el reproche de la Justicia. Detrás de la sentada de los parlamentarios de CC está la judicialización de asuntos meramente políticos que Pérez ha puesto en práctica, entienden los nacionalistas, con el objetivo de dañar a su partido.

Pero la designación del edil de La Laguna no solo es controvertida por el desprecio demostrado por los 20 diputados de la bancada nacionalista, sino también por los recelos que despierta en su propio partido. De entrada porque el acta de senador le confiere a Santiago Pérez el estatus de aforado, un “mecanismo jurídico trasnochado” –en sus propias palabras– del que puede ahora beneficiarse si acaba siendo imputado por un presunto delito de obstrucción a la Justicia. No en vano, Javier Abreu, también socialista y ex teniente de alcalde lagunero, lo acusa de haber intentado condicionar su comparecencia ante la jueza de instrucción Ana Serrano-Jover para que le fuera favorable en su propósito de procesar a Fernando Clavijo por el asunto del levantamiento de reparos.

Pérez ha acusado a Clavijo en varias ocasiones de hacer un uso torticero del aforamiento –privilegio de algunos representantes públicos, como congresistas o senadores, por el cual no pueden ser investigados o juzgados por tribunales ordinarios– y ahora sufre él la misma crítica. Incluso desde dentro de su propio partido y con independencia de que ayer votaran a su favor sus 25 correligionarios en el PSOE. Blas Acosta, expresidente del Cabildo de Fuerteventura y próximo viceconsejero de Economía, ya dejó clara la sensación que el regreso de Pérez al partido ha dejado en parte de los militantes: “Volver al PSOE para utilizar un acta de senador me parece chirriante”.

De hecho, Pérez volvió al redil socialista en diciembre y tres meses después ya es senador.

Su adiós no fue por poco tiempo: en 2011 abandona la militancia en el PSOE disgustado por la destitución, ordenada por Ferraz, de la cúpula del partido en Tenerife. Nueve años después, su vuelta a casa ha sido premiada con un billete a las Cortes. “Dentro del Partido Socialista hay personas que han trabajado desde siempre; no me marcho cuando me interesa y vuelvo cuando me interese”, argumentaba Acosta hace un mes.

Pérez afirma que no va a Madrid a “marcar” a Clavijo –su compañero en el Senado–, pero aprovechó la primera ocasión para desacreditarlo. “Cuando trate de mantener actitudes exclusivistas o monte una película de un archipiélago que solo existe en su imaginación, pondré las cosas en su sitio”, avisa.