Sandra (nombre ficticio) afirma que es enfermera y parte de su tiempo libre lo dedica a ayudar a aquellos migrantes acogidos en el campamento de Las Raíces, en La Laguna, que tienen problemas de salud, y que, según ellos, no han sido resueltos de forma satisfactoria por personal sanitario de la ONG Accem en dicho recinto. Hace ya dos semanas que la joven decidió involucrarse para aconsejar a los afectados, llamar ambulancias e, incluso, llevar en su coche a quien requiere asistencia urgente.

Esta es otra forma de solidaridad. Ha habido jornadas en que Sandra ha estado 12 horas seguidas en El Rodeo Alto para cumplir con su vocación. Desde hace días tiene el respaldo de otras compañeras, con las que se turna y así descarga un poco el esfuerzo. En este tiempo ha visto, entre otras cosas, infección de heridas, traumatismos, dolor en oídos, problemas de dientes o complicaciones con la orina. Por ejemplo, ha conocido el testimonio de un magrebí, que refiere tener dolor al orinar, pero también sangra y sufre dolores en la parte lumbar cuando realiza dicha acción. Dicha voluntaria plantea la necesidad de que se le haga una sencilla prueba con una muestra de orina y una tira para saber si tiene infección y si esta ya afecta al riñón o no.

Le consta que empleados de Accem han derivado a migrantes a un centro de salud de La Laguna, pero que después dichos pacientes no saben qué tienen que hacer, ni dónde solicitar los medicamentos ni cómo tomarlos. Una vez que los voluntarios les indican que deben solicitarlos a Accem, los piden y desde esta organización se los facilitan y les explican la manera de aplicarlos. Ante esa realidad, Sandra defiende la importancia de establecer una comunicación directa entre el Servicio Canario de Salud y los sanitarios de la ONG que gestiona el campamento, para que los destinatarios tengan una atención más eficaz.

Accem afirma que “contamos con un servicio de Enfermería con turnos de mañana y tarde y también de fin de semana”. Hay tres personas por turno. “Existe coordinación con los servicios de salud, incluyendo un acuerdo con Atención Primaria, con una línea específica de atención a las personas que derivamos desde el dispositivo de Las Raíces”, aclara la ONG. Tal servicio específico funciona en horario de mañana, de 09:00 a 14:00 horas. Fuentes de Accem afirman que “contamos con una furgoneta para hacer los traslados de ida y vuelta al centro de salud o al hospital si la situación lo requiere”. “Nuestro personal sanitario valora, según la dolencia y la urgencia, si procede la atención en el propio dispositivo, la derivación al centro de salud o a Urgencias”, apuntan.

El equipo de Enfermería de Las Raíces atiende en las salas habilitadas “por turno de llegada y, si alguien indica o parece que necesita una atención más urgente, se valora y se hace”, según la citada entidad. La oferta de empleo para disponer de un médico ya se publicó y su incorporación estaba prevista para estos días.

Sandra explica que “otra carencia” se ha detectado en el traslado de algunos migrantes “que tenían citas en centros de salud, pero que no han sido llevados al final, tras esperar más de dos horas”. La voluntaria desconoce el motivo de dicha situación y conoce dos casos de migrantes que sufrieron este supuesto “olvido”. Uno tenía una inflamación importante en la rodilla derecha, que le dificultaba caminar. Según Sandra, sin una prueba de imagen, resultaba difícil determinar cuál era su problema. Explica que, tras ser visto por sanitarios de Accem la noche antes, se le dio cita para el traslado a un centro sanitario a las 12:00 horas del día siguiente. Explica la voluntaria, que, tras más de dos horas y media de espera en total, al final el joven magrebí se tendió en el suelo por fuera del campamento. Sandra llamó a una ambulancia, que lo llevó a Urgencias del Hospital Universitario de Canarias. Ella aclara que no desea saturar a las ambulancias o colapsar las Urgencias, pero advierte de que tampoco es cívico dejar que una persona se retuerza de dolor en el suelo. Un caso similar ocurrió con un senegalés con dolor en el pecho, dice.

Un marroquí se sube en el asiento trasero de su coche. Ella va a llevarlo a un hospital porque tiene un dolor insoportable y necesita que le extraigan una muela, pues no puede dormir ni comer. Sandra le aconsejó que volviera a hablar con personal de Accem, donde recibió asistencia previa. Para la joven, el sistema sanitario que ha habido en Las Raíces ha sido deficiente. Según ella, si este magrebí abusa en la toma de algunos fármacos y la misma se prolonga un mes más, podría empezar a sufrir problemas de estómago o riñón. Dice que, si a esto se suma “que no comen demasiado bien, puede ser peor todavía”.

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Protesta ante el campamento de Las Raíces por parte de migrantes y activistas Andrés Gutiérrez

Esta sanitaria opina que si se le genera una angina de ludwig, por ejemplo, se produciría una complicación y se puede generar un gasto económico relevante para la Sanidad Pública, por no corregir a tiempo un problema simple. Sandra comenta que “llegan guaguas cargadas de gente, pero la atención sanitaria es muy lenta”.

Poco antes de salir con un migrante hacia el hospital, otro magrebí acude a ella y le muestra su mano derecha con una deformación importante. Hace dos años tuvo una fractura, pero relata que ahora le aumentó la inflamación. La enfermera voluntaria le recuerda que debe acudir al personal de Accem para que lo valore. El chico norteafricano dice que ya ha ido y que le dicen “mañana, mañana”, según él. Pero ayer ya tenía el brazo en un cabestrillo y con un guante. Cuando se le pregunta que cómo tiene la mano, contesta: “mejor, gracias”.

Otro subsahariano llevaba más de 25 días sin que le quitaran los puntos de sutura de dos lesiones en una pierna. Es el mismo joven que ha padecido una herida abierta e infectada en la parte interior del antebrazo, a la altura del codo. Ahora también le han salido infecciones en los dedos de una mano. En opinión de Sandra y sus compañeras, “puede necesitar antibióticos”. Según esta voluntaria, personal de Accem pudo efectuarle una “cura plana” en el antebrazo, es decir, abrir la herida, limpiarla y volverla a cerrar. En una de las lesiones, el joven sentía picor y empezó él mismo a quitarse los puntos, pero lo hizo mal, pues retiró la parte de la superficie y se dejó enterrado el resto. Sandra decidió quitarle los puntos de la otra herida en una pierna.