Unas 400 personas en total se concentraron frente al campamento de acogida de migrantes de Las Raíces, en La Laguna, para reclamar un cambio en las políticas migratorias de las autoridades españolas y europeas, así como su libre tránsito hacia la Península y otros países, con el objetivo de que puedan encontrarse con familiares, trabajar, ganar dinero y poder mantener a los seres queridos que quedaron en sus zonas de origen. El acto se desarrolló en un ambiente reivindicativo, pacífico e, incluso, festivo en varios momentos, con la muestra de diversas pancartas con mensajes alusivos a los deseos de los afectados, numerosas intervenciones de varones magrebíes y subsaharianos y el simbólico lanzamiento al aire de aviones de papel. Uno de los mensajes recurrentes fue que no son delincuentes ni criminales, por lo que no comprenden que tengan que estar concentrados en un lugar donde solo pueden dormir y comer. Entre otras carencias, algunos hombres en situación irregular y llegados en cayuco o pateras lamentan que en el citado recurso del Ministerio de Migraciones no se les ofrecen actividades formativas para fomentar su integración en el país o programas de ocio.

Babasy, un joven mauritano, planteó que “queremos salir del campo porque no tenemos condiciones dignas y hay demasiadas personas, de países diferentes, que hablan distintos idiomas, que no se entienden, por lo que puede haber conflictos”. A juicio de Babasy, el campamento de Las Raíces se ha “organizado mal, porque han mezclado a mucha gente de diversos orígenes”. Critica que, tras cuatro meses, “nadie nos da información y no sabemos si va a haber deportaciones” a África o traslados a la Península; “y esa incertidumbre genera mucho estrés”. Ha habido situaciones en que la gente sale del centro gubernamental para poder comer en la acampada alternativa establecida junto al antiguo acuartelamiento militar del Rodeo Alto.

Otro de sus problemas es que en las carpas puede haber más de 30 o 40 personas, muy cerca unas de otras, algunas no pueden descansar, hablan y molestan a otras.

Babasy y sus compañeros reconocen que tienen “mucho miedo”, porque saben que el próximo miércoles, día 24, habrá un vuelo de devolución. “Y en dos semanas no han hecho ninguna actividad, solo dormir y comer”, apuntó.

Uno de los asistentes al encuentro fue Domingo Méndez, que recordó que se sumó a la protesta por “un sentido mínimo de humanidad y reconocimiento del derecho de los otros a existir”. “Y, por otra parte, esta gente está huyendo de una situación cada vez peor en estos países africanos, de las guerras, de las persecuciones y del empobrecimiento generalizado, cuando se reanudan de nuevo las operaciones para hacerse con los recursos naturales” en sus territorios “y se emprenden guerras para llevar esas cuestiones hacia adelante”, señaló este militante anticapitalista y de la Asociación para la Defensa de las Pensiones.

Respecto al bloqueo en Canarias, según Méndez, “es de una crueldad institucional y un racismo manifiesto, porque parece sorprendente que un Partido Socialista pueda, estando en el gobierno, hacer este tipo de cuestiones, apoyando una política europea de deportaciones, incluso a países terceros y no a sus lugares de origen”.

Para Méndez, “de lo que se trata es de aburrirles, de cansarles, de empobrecerles; por ejemplo, han comprado billetes para irse y no les permiten pasar, aún cuando tienen pasaporte, sin que esto responda a ninguna ley española”. “Que venga Juan Fernando López Aguilar (eurodiputado socialista) a decir lo que quiera; él sabe que la política europea es la derivación y la expulsión, y esto es lo que hay”. Lamenta que el partido que gobierna “combina la hipocresía con el cinismo más absoluto”.

Rayco es otro ciudadano que ayer acudió al acto junto a su pareja y sus dos hijos de corta edad. Opina que “todos somos migrantes, todos tendremos que salir de nuestra tierra para buscar una vida mejor”. Para este joven canario, “venimos a apoyar la libre movilidad de estas personas en España y para que tengan sus necesidades básicas cubiertas”. Cree que ahora se hallan en un lugar “separados de todo”. Uno de los organizadores de la concentración, Roberto Mesa, calificó de éxito la concentración. En su opinión, “hoy es importante reflejar la oposición” a las políticas migratorias.

Melka asegura que es menor de edad. Después de estar acogido en el hotel Adonis de Santa Cruz de Tenerife, en la plaza de La Candelaria, lo han llevado a Las Raíces. A pesar de que él dice que no llega a los 18 años, la llamada prueba ósea determinó que ya es adulto. Comenta que en su misma situación están 30 o 40 jóvenes más. Varios de ellos indican que tienen el certificado de nacimiento, “pero no nos lo admiten”, refiere en francés. De forma jurídica, el test radiológico para determinar si estas personas son menores o no está validado para España, pero fue probado con jóvenes blancos norteamericanos. “Quiero estudiar, trabajar y ayudar a la familia”, apunta otro chico, Ibrahim, que denuncia lo mismo que Melka. Entre otras cosas, lamentan la falta de transparencia y que, al llegar, los obligaron a firmar documentos sin saber el contenido de los mismos. Otros agradecen que, gracias a la intervención de policías locales de La Laguna, se les haya atendido por el personal sanitario de Las Raíces. Otro joven senegalés, Matregeegeuye, refiere que hay poco más de 20 baños para centenares de usuarios. De hecho, en cada carpa dice que hay “una garrafa para 42 o 45 personas”. Comenta que en el recinto trabajan dos médicos para todos los acogidos. En cuanto a la comida, indica que “hay días que es buena y otros que no”. Sobre el trato que recibe del personal, lo califica de “regular”. Duerme en las carpas, “porque fuera es muy difícil y hace mucho frío”.