Isabel Medina Peralta, la joven que ha provocado conmoción, rechazo y una condena casi unánime tras su discurso antisemita en el acto celebrado en memoria de los caídos en la División Azul el pasado sábado en el madrileño cementerio de La Almudena, confiesa sentirse “sorprendida” por la repercusión de sus palabras. A raíz de su intervención, sus seguidores en su cuenta de Twitter pasaron de 4.000 hasta los 12.000 en pocos días, hasta que la red social decidió el miércoles cerrarle la cuenta. La razón: los mensajes de odio que se vierten en ella contra una persona, grupo o categoría protegida.

“Normalmente mi discurso no cala entre tanta gente. A lo mejor recibo cuatro críticas o cuatro elogios, pero mis palabras no llegaban al alcance de tantas personas ni de tantos medios de comunicación, como ha ocurrido”, asegura. Medina nació en Madrid y vivió en Lanzarote durante un año, coincidiendo con sus estudios de segundo de Bachillerato en el IES Playa Honda (San Bartolomé). Señala que precisamente la tranquilidad que le dio Lanzarote, donde el día a día discurre con un ritmo más pausado en comparación con las grandes urbes, y el periodo de confinamiento por la pandemia del coronavirus le sirvieron para seguir ahondando en sus ideas.

“Lo que digo, lo estudio y lo pienso previamente y no me arrepiento de ello”, recalca. La Comunidad de Madrid ha instado a la Fiscalía a que investigue si se lanzaron gritos antisemitas durante la concentración en La Almudena después de que la Plataforma contra el Antisemitismo y Movimiento contra la Intolerancia haya denunciado los hechos.

“Es nuestra suprema obligación luchar por España y por una Europa ahora débil y liquidada por el enemigo, el enemigo que siempre va a ser el mismo, aunque con distintas máscaras: el judío. Porque nada hay más certero que esta afirmación: el judío es el culpable”, pronunció Medina. Sin embargo ella, que se define “fascista, antisemita y nacionalsocialista”, asegura que las críticas que se han vertido sobre su discurso son por “frases sacadas de contexto”. Aclara que “mi odio no es contra un pueblo entero sino contra determinados estratos de esa raza que al final dirigen el mundo, como son los presidentes del Sistema Monetario Internacional, la Banca Federal, Rockfeller...”

Bautizada por los medios de comunicación como “la influencer fascista” o “musa del falangismo”, Medina trabaja como comercial en Madrid para pagarse sus gastos de manutención y sus estudios de primer curso de Historia que realiza en la Universidad Complutense. “Soy igual que el último de mis camaradas, aunque es verdad que la que ha alzado la voz he sido yo”, responde cuando se le pregunta sobre las definiciones que han hecho de ella.

“Siempre defenderé mi ideología y mis camaradas saben que siempre voy a defenderles y hasta daría la vida por cualquiera de ellos. Me siguen a mí, pero no es por mérito propio sino por carencia de otra persona que pudiera hacerlo”, subraya la joven dirigente de la recién resucitada Sección Nacional Femenina de Falange.

Cree Medina que “la sociedad todavía no está preparada” para escuchar su discurso, aunque “es verdad que me sigue mucha gente” y asume que “con trabajo y a costa de sacrificar toda mi vida, puedo conseguir que esto cale en la gente”; “Será un proceso largo porque hay muchos prejuicios y lavaduras de mente. La gente igual que me insulta que me apoya”.

No se identifica con Vox “ni con ningún partido de la democracia ni de la burguesía liberal”, a los que denosta. En cambio, desde sus 18 años afirma que le gustaría “seguir siendo fascista, pese a la cárcel o lo que venga”.

“Mis padres no comprenden ”

Medina recuerda que con 13 años empezó a leer sobre el movimiento en el que milita y un año más tarde ingresó “en la lucha activa”. La joven es directora “del semanario de lucha y acción política La conquista del Estado”, fundado hace un año.

Precisa que “lo que yo haga es independiente a mis padres, que son personas totalmente diferentes a mí y no pueden evitar mi forma de pensar ni a lo que quiera dedicar mi vida. Ellos no tienen culpa de nada. Me dicen que las opiniones políticas son personales y que no puedo tener la valentía de decir ante casi 600 personas ni ante la prensa lo que pienso porque puede traerme consecuencias. Ninguno de ellos comprende lo que hago”. Añade que su padre decidió enviarla a vivir a Lanzarote con su madre hace un año.

La madre de Medina lleva un centro budista en la Isla y su progenitor fue elegido concejal del PP en Seseña (Toledo) en las elecciones de 2007 y de joven formó parte de distintas formaciones de extrema derecha, recogió El País en 2011.