La inquietud de los residentes en los alrededores del acuartelamiento donde se está acogiendo a inmigrantes llegados en patera a Canarias contrastaba ayer con la asamblea que tuvo lugar en el exterior del recinto. Aunque con reparos a expresar su opinión públicamente, los vecinos se muestran molestos con la actual situación y temerosos de problemas de seguridad que puedan afectarles. Mientras tanto, medio centenar de personas -y en torno a un centenar contando a los migrantes que se les sumaron- se congregaron durante la tarde en una reunión para tratar de ayudar a los acogidos en el centro.

“Cada vez están trayendo a más gente y la situación, por lo que vemos desde aquí y lo que ha salido en la televisión, se va complicando; estamos muy preocupados”. Así se expresaba una señora de edad avanzada en una de las vías de acceso al centro de acogida de Las Raíces. Al final del tramo de asfalto se encuentra una pista de cemento y, a continuación, se llega al campamento. El testimonio se sumaba a otros en la misma línea: pidiendo anonimato y con un discurso de preocupación. Una inquietud distinta a quienes este miércoles se congregaron en el exterior del recinto en una especie de asamblea para trazar líneas de ayuda a los migrantes.

“Yo no soy racista ni soy de nada, pero a uno le da apuro salir y dejar la casa sola”, apuntaba un hombre de mediana edad aparcado en uno de los márgenes de la calle, más bien un camino de doble sentido que obliga a quienes entran y salen de la zona a irse apartando hacia los laterales para que avance quien conduce en dirección contraria. Se trata de un lugar viviendas independientes, muchas de ellas con las características de la autoconstrucción de los años 80, y de raíz rural. Ahora, frente a la quietud que siempre fue habitual, por allí entran y salen inmigrantes en grupos de tres y de cuatro en dirección a La Laguna, al tiempo que los coches, en uno y otro sentido, no paran de cruzarse. Esos trayectos hacia Aguere son el motivo de que, desde los primeros días de su estancia en el centro, se les pueda ver caminando por los arcenes de la TF-24, la carretera de La Esperanza.

“Está mal visto opinar distinto”

“Nadie quiere decir nada porque a unos les dará un poco de miedo, pero sobre todo porque está mal visto que uno diga algo que vaya en contra de que hay que darle de todo a los inmigrantes; incluso yo, según dónde y con quién, digo más o menos lo que pienso”, planteó Francisco González desde el entorno del Bar Argelio, que tiene unas vistas privilegiadas de la pista de aterrizaje del Aeropuerto de Tenerife Norte. “Yo no estoy por la labor de que se meta a tanta gente junta en el mismo sitio; sin necesidad de que sean problemáticos siempre van a acabar dándose roces”, precisaba sobre su postura. “Mi cuñado vive arriba y por lo visto por allí han ido a ofrecerles rejas, alarmas y de todo; él mismo habló con un cerrajero para que le tape unos ventanucos que tiene más bajos que el resto”, indicó Alberto Carballo también desde la entrada al Camino del Medio.

El sentir general de los vecinos a los que se les preguntaba es similar. “Pero a mí no me pongas”, repetía la mayoría. Octavio, de 42 años y que iba a entrar a la estación de servicio Pcan con su vehículo, tenía otro enfoque sobre la situación: “Los canarios también emigramos; yo creo que hay que ayudar a quienes más lo necesitan, pero es verdad que es un debate muy complejo”. Su acompañante, de nombre Antonio Rodríguez, ofrecía un enfoque que, a juzgar por las declaraciones recogidas en la zona, puede que no esté desencaminado. “La mayor parte de la gente de esta zona no lo ve bien”, indicó, antes de apostillar: “Pero como cualquiera al que le dicen que le van a meter a un par de miles de personas al lado de su casa y que esa gente tiene grandes necesidades básicas”.

Mientras esas opiniones se podían recoger en los alrededores, junto a la puerta del campamento las cosas se veían de una forma distinta. Empezaron siendo unos 40 a las 16:00 horas y, en los momentos de mayor afluencia, se concentraron en torno a un centenar de personas si se contaba a los inmigrantes que salieron de la instalación, más preocupados en conseguir algo de ropa que en la asamblea en sí, fundamentalmente porque pocos de ellos hablan español. Según explicaron algunos de los participantes, se trataba de una iniciativa horizontal, sin ningún organizador que predominase sobre el resto y con el objetivo de buscar soluciones.

La asamblea se dividió entre un debate inicial, la distribución por lo que dieron en denominar comisiones y unas conclusiones. “A algunos les dicen que los van a mover el día antes; lo están haciendo por nacionalidades”, expresó tras hablar con varios de los acogidos una de las jóvenes que más intervinieron. Se trataba de la misma que el pasado año se encaramó en una de las grúas de La Tejita para pedir la suspensión de las obras. No era la única activista conocida que se encontraba en el lugar. Durante ese relato sustentado en las aportaciones de algunos inmigrantes, se detuvieron en otro de los puntos que han tenido un especial protagonismo durante los últimos días: que la comida, sostienen, no es la más adecuada.

El frío y que no se sepa con detalle el número de inmigrantes fue otro de los aspectos que lamentaron. “La política de este gobierno es unir a la gente en macrocampamentos”, criticó otra de las participantes que tomó la palabra durante una asamblea en la que hubo quienes demandaron la búsqueda de alternativas antes de dar el paso de las denuncias, que fue una de las propuestas que se comentaron. Una monitora de hotel también se opuso a la situación que se está viviendo y a la forma en la que los migrantes son trasladados al centro. Eva Machado, que es psicóloga y que se encontraba en el lugar, dijo ser incapaz de formarse “de momento” una opinión ante la necesidad de más información. Lagunera y con experiencia con refugiados en Francia e Inglaterra, consideró que existe “muchísimo que organizar” para ayudar a los inmigrantes. En especial, mostró su preocupación por las circunstancias logísticas.

Presencia policial

Mientras las comisiones se reunían, el ambiente en la zona estaba marcado por la apertura y cierre de las puertas del campamento, con seguritas a la entrada, y la ida y venida de distintos cuerpos policiales: la Policía Local de La Laguna, el Cuerpo Nacional de Policía e, incluso, una dotación de la Policía Canaria. Junto a una mayoría magrebí que se había acercado hasta la zona del encuentro, también había otros migrantes de más hacia el sur de África, como Malik, que, a través de un compatriota que traducía, afirmaba que la camiseta y el pantalón que vestía eran su única ropa. Poco después, unos particulares le entregaron varias prendas de abrigo.

Se unió a la cita Abdelali, un marroquí por encima de la media de edad de quienes allí se encuentran y que el pasado lunes se convirtió en portavoz de un grupo que decidió rebelarse y hacer un amago de abandono del campamento molestos por la imposibilidad de salir desde la Isla hacia la Península y las condiciones de la infraestructura. “Igual”, sintetizaba este miércoles sobre la situación que se han encontrado tras regresar al centro. “No máquinas de cortar el pelo, poca comida...”, señaló.

Varias decenas de inmigrantes se arremolinaron alrededor de un coche desde el que empezaron a repartir ropa. En paralelo, empezaban las conclusiones de esa especie de comisiones (legal, de materiales, de acción directa, de comunicación, de acompañamiento...) que se habían celebrado y en las que se tomaron acuerdos como reunirse con abogados en busca de asesoramiento jurídico, elaborar material informativo, buscar gente para acompañarlos a comisaría o a alquilar una habitación a aquellos que puedan sufragársela.

Próximo pleno monográfico sobre inmigración

El Ayuntamiento de La Laguna acogió en la tarde de ayer una reunión entre representantes de los diferentes grupos políticos de la corporación y varios portavoces vecinales de la zona en la que se encuentra el acuartelamiento de Las Raíces. El eje principal del encuentro fue la preocupación de los residentes en torno a la seguridad, aunque también se abordaron los protocolos en torno a la covid-19, entre otros asuntos, según fuentes presentes en la cita. Asimismo, acordaron una próxima reunión solo sobre seguridad ciudadana y un pleno monográfico. También estuvieron en el encuentro mandos de la Policía Local de La Laguna, así como al menos una persona vinculada al programa que se desarrolla en la instalación. Las partes abordaron la necesidad de buscar fórmulas para evitar que este cambio en la zona suponga inquietud entre quienes residen allí desde hace décadas y están acostumbrados a un lugar con un tránsito mucho menor al actual. Asimismo, los portavoz vecinales –que pudieron mostrar sus opiniones e inquietudes tanto a concejales del grupo de gobierno como de la oposición, en incluso al alcalde lagunero, Luis Yeray Gutiérrez– realizaron preguntas sobre aspectos de los que hasta ahora no disponían de la información suficiente acerca de este espacio que abrió sus puertas la pasada semana.