Es casi como viajar en el tiempo. Se trata de estudiar las cicatrices que el clima ha dejado en las Islas a lo largo de la historia para anticiparse al actual fenómeno del cambio climático. Del pasado al futuro para poder actuar en el presente. Esa es la misión de los investigadores que por encargo del Gobierno regional recorrerán las siete islas en busca de las huellas de los anteriores cambios climáticos. La reconstrucción de la vegetación del pasado, el análisis de microfósiles y el estudio de quironómidos —un tipo de mosquito, más conocidos como mosquitos que no pican— son solo tres de las tareas que llevarán al equipo de científicos a la Caldera de Taburiente, la Caldera de Bandama, la Hoya de Fileba o el mismo Llano de Ucanca, en el Parque Nacional del Teide. “Si somos capaces de saber hacia dónde va el clima, será más fácil prepararnos y adaptarnos lo antes posible a las nuevas condiciones”, explica el viceconsejero de Lucha contra el Cambio Climático del Gobierno de Canarias, Miguel Ángel Pérez Hernández.

La investigación, una de las más ambiciosas que se han llevado a cabo en el Archipiélago en lo relacionado con el fenómeno global del cambio climático, será el resultado del convenio de cooperación suscrito por la Consejería de Transición Ecológica, que dirige José Antonio Valbuena, y la Universidad de La Laguna. Aunque es la alma mater tinerfeña la que timonea el proyecto, este también cuenta con un investigador de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y con la colaboración de universidades de la Macaronesia —de Azores y Madeira—, de la Universidad de Southampton, en Inglaterra, y del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “Tenemos mucha información actual, sobre el presente, sobre los efectos del cambio climático en estos momentos, pero no tanto sobre cómo ha sufrido el clima en el pasado”, ahonda el viceconsejero del Ejecutivo autonómico.

La idea es que el trabajo de campo se haga en ecosistemas, en lugares, especialmente sensibles a los efectos del cambio climático. Los científicos se desplazarán en las islas occidentales a la Hoya de Fileba, en El Hierro; a Laguna Grande, en La Gomera; a la Caldera de Taburiente, en La Palma; y a las calderas de La Orotava, San Antonio y el Llano de Ucanca, en Tenerife. En las islas de la provincia de Las Palmas trabajarán en Caldera Blanca, en Lanzarote; en Laguna Mujeres, en Fuerteventura; y en las calderas de Bandama, Marteles y Pino Santo, en Gran Canaria. Además, la hoja de ruta de la investigación también incluye el desplazamiento del equipo científico al islote de Alegranza, al norte de Lanzarote, para coger muestras en su caldera. Son todas localidades con vegetación de cumbre o bosque de laurisilva, los dos ecosistemas objeto de estudio.

En ellas se recogerán muestras de materiales y se reconstruirán “en detalle” la temperatura y los niveles de precipitaciones —el agua caída en forma de lluvia o en estado sólido—, de modo que puedan conocerse los cambios experimentados por estos parámetros climatológicos a lo largo de la historia. También se analizarán las hojas de determinadas plantas para descubrir cuál ha sido su respuesta frente a anteriores episodios de “estrés climático”, tal como reza el convenio entre la ULL y el Gobierno autonómico. E incluso se estudiarán restos de los mencionados quironómidos, los mosquitos que no pican, para la reconstrucción de las temperaturas históricas en cada uno de los ecosistemas. De hecho, una investigación desarrollada en las Azores ya confirmó la utilidad de los quironómidos para detectar oscilaciones climáticas, de ahí que los fósiles de estos insectos —o más bien subfósiles, ya que el proceso de fosilización no se completa en su caso hasta la total petrificación— sean ahora parte importante de la investigación en Canarias. Por último, los científicos también van a reconstruir la vegetación del pasado en las distintas zonas de estudio, así como sus patrones de respuesta a los cambios climáticos, gracias al análisis de fósiles vegetales, como polen, esporas, fitolitos o carbón.

El trabajo, con un presupuesto de 145.000 euros, forma parte de los varios proyectos que tiene entre manos el departamento de Lucha contra el Cambio Climático, “uno de los grandes retos del futuro”, recuerda Pérez Hernández. El viceconsejero hace hincapié en que esta investigación, que aún está en la fase de coordinación inicial —el acuerdo entre la Consejería de Transición Ecológica y la Universidad de La Laguna se firmó el 23 de diciembre, hace solo un mes—, es “uno de los proyectos que más información nos dará, que más claves nos dará para entender el pasado y extraer conclusiones de cara al futuro”. “En Canarias somos casi 2,5 millones de personas que vamos a tener que afrontar retos climáticos; lo hemos visto, por ejemplo, con los cada vez más habituales fenómenos de calima”, agrega Hernández.

La ley ya está en la recta final

Una de las leyes importantes que llegará este año al Parlamento de Canarias es la Ley de cambio climático y Transición Energética, uno de los grandes retos de legislatura de la consejería que dirige José Antonio Valbuena. La investigación encargada a la Universidad de La Laguna se enmarca así en el paraguas de la próxima ley, cuyo anteproyecto se aprobó el pasado noviembre. Los objetivos de la que será la normativa medioambiental estrella de la Comunidad Autónoma son minimizar las emisiones de gases de efecto invernadero; la progresiva reducción del uso de los combustibles fósiles; y la también progresiva implantación de un modelo energético con las energías renovables como eje central. En lo relacionado con el cambio climático, la ley marcará la hoja de ruta para mitigar los efectos de este fenómeno global en las Islas y para adaptarse a sus efectos. Esto incluye también cuestiones como la capacidad de resistencia de las infraestructuras o incluso de las viviendas, por ejemplo, ante variaciones agudas del clima. En este sentido, la investigación que llevarán a cabo los científicos de la ULL ayudará a saber cómo afectaron anteriores episodios históricos de cambio climático a los ecosistemas de las Islas. Se trata de extraer conclusiones que ayuden a prepararse para el futuro.