No basta con la competencia desleal que le hace la banana al plátano de Canarias, sino que las grandes superficies le ponen más zancadillas a la supervivencia del cultivo del Archipiélago. Una conocida cadena de supermercados ha etiquetado las manillas de banana de Ecuador con el anagrama de Plátano de Canarias.

Sucedió en una tienda de la Península. Una habitual consumidora de plátanos canarios se dirigió al expositor de frutas, una vez ahí, la apariencia le llevó a explorar el etiquetado de la manilla. La primera impresión no le falló pese a que las frutas llevaran el anagrama de Plátano de Canarias. Los ‘dedos’, presuntamente de cultivo ecológico, escondían una pegatina con la procedencia real: Ecuador.

Por desgracia, se trata de una práctica habitual en algunas cadenas de supermercado, así como en fruterías de las grandes ciudades. El fraude al cliente, evidente; el daño al cultivo canario, irreparable.

En la mayoría de países y grandes extensiones del cultivo del banano, se producen prácticas ilegales en Europa, tales como la explotación –también infantil- y el uso de productos fitosanitarios -prohibidos en la UE- que van en contra de la seguridad alimentaria.

Ecuador, mayor productor de banano en América Latina, consiguió que se le bajaran los aranceles de exportación a la Unión Europea, con lo que ya compite en igualdad de condiciones con Colombia, Perú y Costa Rica.

La práctica destaca por su poca ética. Y es que el plátano de Canarias destaca por su característico sabor y excelencia; si el consumidor prueba la banana creyendo que es fruta exportada desde el Archipiélago, es muy probable que, en futuras ocasiones, no esté dispuesto a pagar el kilo al precio que llega a los lineales y se terminará conformando con la banana.