Planea una Navidad con su hijo. “Solo estaremos él, su padre y yo. Es lo más prudente”, explica. En su casa, las tradicionales cenas con toda la familia no se anularán. “Vamos a preparar la misma comida y pondremos las pantallas en la mesa para conectarnos”.

El doctor Romero afirma que tiene “suerte” porque puede cumplir las normas que dictan “la responsabilidad y los criterios del plan de Navidad”. Se reunirán seis personas: su esposa, sus hijos y sus parejas y él mismo. Solo se perderá una de sus tradiciones navideñas, el perol, el encuentro con su cuadrilla en Córdoba.

Es una de las voces de referencia durante estos caóticos meses de pandemia y se muestra optimista ante las próximas celebraciones. “Serán unas fiestas diferentes, pero si todo va bien serán las últimas con tantas restricciones”, espera. Sus planes de estos días: comidas en pequeño comité y algún que otro paseo con los allegados.

Sus tradicionales Navidades mexicanas tendrán que esperar. La inmunóloga, del equipo de ISGlobal, explica que esta será la primera vez que no se reúna con los suyos en su México natal. Irá a Francia con su marido y sus dos hijos para acompañar a su suegro, que vive solo. Eso sí, previamente guardarán cuarentena.

“En mi familia hemos visto muy de cerca la cara al virus y sus efectos. Por eso queremos pasar estas fiestas con todas las precauciones posibles”, explica esta divulgadora científica. Así que este año tocan comilonas navideñas con los convivientes, paseos al aire libre con los familiares más cercanos y brindis por videollamada. Puestos a revolucionar las tradiciones, la familia de la matemática planea sustituir en esta ocasión el menú típico de estas fechas por los platos favoritos de cada uno. Este año tocará cazón en adobo, almogrote y postres con mucho, muchísimo chocolate.

“Son Navidades para pasarlas en casa, con tu unidad familiar, buena música, libros o películas y buena mesa”. Así resume el jefe de Infecciosos de Vall d’Hebron sus propósitos para la Navidad. Este año el tradicional viaje a Extremadura queda, pues, anulado.

El autor de Epidemiocracia va a sustituir las cenas navideñas con su padre y sus hermanos o sus suegros y su cuñada, los días festivos más señalados, por comidas al aire libre. “No vamos a hacer nada en el interior ni de noche y solo veré a la familia hipercercana”, cuenta.

El especialista, natural de Almería pero afincado desde hace años en Madrid, planea volver a su ciudad natal para las fiestas. “Yo he pasado la enfermedad, pero aun así seré escrupuloso con las medidas de precaución. No quiero poner en riesgo a ninguno de mis seres queridos”.

En la segunda temporada de The Crown se reproduce una apasionante conversación entre la entonces joven Isabel II y su madre, en la que esta le lanza una advertencia clave: “No hacer nada es el trabajo más duro de todos y requerirá todas tus energías”. Se refería la reina madre a la exigencia de imparcialidad y en los capítulos posteriores se comprueba cómo de complicado es para la soberana británica sujetarse a esta regla. Un consejo tan difícil de seguir y tan importante como lo será pasar estas Navidades sin hacer nada, el equivalente al quedarse en casa que recomiendan el Gobierno y los expertos.

Visitas a la familia

No hacer nada más que brindar en la intimidad con los convivientes sería la garantía de que España no sufriera la temida tercera ola en enero, pero una cosa son las recomendaciones y otra, la realidad de lo que va a suceder. La normativa aprobada por el Gobierno y las autonomías, al permitir los viajes para celebrar las fiestas con familiares y allegados, deja un margen tan amplio que casi todo el mundo va a poder ir a todas partes. La ampliación de seis a 10 personas en los ágapes es también otro coladero imposible de vigilar.

Una cierta resignación parece haberse instalado entre algunos expertos, que ya ven inevitable la nueva oleada. “Es casi seguro que la incidencia subirá en enero. Lo que habrá que ver es cuánto, pero hay pocas dudas de que se incrementará por las fiestas”, señala el exsecretario general de Sanidad José Martínez Olmos.

Como España fue el primer país europeo en sufrir la segunda ola y ya la tiene en fase de control, puede ser de los primeros en sufrir la tercera. Con un agravante. Llegaría antes de que la primera tanda de vacunaciones pudiera contribuir a controlarla. De ello advirtió el jueves el portavoz técnico del Gobierno en la pandemia, Fernando Simón, para quien en otros países la nueva oleada podría “solaparse” con gran parte de la población ya inmunizadas. Jugarían con ventaja.