En plena maniobra de emergencia frente a Canarias para regresar a Rusia por una avería, el carguero de propulsión nuclear Sevmorput, de bandera rusa, tuvo que detener su travesía hacia San Petersburgo para que Salvamento Marítimo rescatara al capitán. Farid Gabbasov sufre una meningitis, según el primer análisis médico. Pasadas las 19:55 horas de ayer, dos helicópteros de Salvamento Marítimo partían de Tenerife y Gran Canaria para rescatar al principal mando de la embarcación. 

El carguero nuclear se vio obligado a detener su dificultoso avance, como consecuencia de un fallo en la hélice, y posicionarse frente a las costas de Fuerteventura, fuera de las aguas canarias, para proceder a la evacuación de Gabbasov al Hospital Doctor Negrín de Gran Canaria. Se hizo a bordo de uno de los helicópteros de Salvamento Marítimo, operación efectuada pasadas las 21:00 horas -el helicóptero aterrizó 45 minutos después en Gran Canaria-. A las 20:45, la otra aeronave había dado la vuelta para volver a Tenerife. Una vez acabado el rescate, el carguero reemprendió su camino a Rusia para ser reparado en el puerto de San Petersburgo con el primer oficial al mando de la tripulación.  

El Sevmorput había cambiado de rumbo por la mañana para tomar la ruta más alejada de Canarias en su vuelta imprevista y accidentada a Rusia, forzada por la avería en la hélice cuando se dirigía a la Antártida. El extraño movimiento en zigzag protagonizado el martes por el portacontenedores, a 70 millas al sur de Canarias, y el hecho de llevar un reactor nuclear con 150 kilos de uranio enriquecido -el único buque del mundo que usa esta energía muy contaminante- hizo saltar las alarmas debido a la grave amenaza que supone un barco que tiene prohibida la entrada en la mayoría de los puertos y aguas jurisdiccionales del mundo. 

Debido a la amenaza que representa el Sevmorput, esta elección se produjo tras negociaciones diplomáticas de España y Marruecos con Rusia, cuyo Gobierno es responsable del buque. Bajo una estrecha vigilancia de la Marina Mercante española y las autoridades de control marroquíes, y la prohibición de entrar en las aguas jurisdiccionales de ambos países, el Sevmorput abandonó la idea de usar el corredor internacional entre Tenerife y Gran Canaria y viró al este a primera hora de ayer para dirigirse a la medianía entre Fuerteventura y la costa africana. Es un corredor de 25 millas de aguas internacionales lejos de las dos capitales isleñas, la ciudades con mayor población en la zona.     

Sin una de las cuatro hojas de la hélice, que perdió -de forma “incomprensible”, según medios de comunicación rusos- a mitad de octubre frente a las costas de Ángola, el carguero nuclear se alejaba de las Islas en paralelo al límite de las aguas jurisdiccionales marroquíes, al noroeste de Lanzarote, cuando se tuvo que proceder al rescate del capitán. Reinició la marcha, tras la evacuación de Farid Gabbasov a mucho menor ritmo del que puede alcanzar por los problemas técnicos y una carga de más de 25.000 toneladas. El buque transportaba a la Antártida -continente más al sur del planeta- módulos para la ampliación de la base polar rusa Vostok, pero tuvo que abortar la operación y dar media vuelta de regreso a San Petersburgo por la avería. 

La Dirección General de la Marina Mercante, que el martes convocó al Consejo de Seguridad Nuclear y contactó con el buque debido a su peligrosidad, ya había enviado por la mañana a uno de los helicópteros de Salvamento Marítimo para realizar un vuelo de reconocimiento. La aeronave sobrevoló el portacontenedores a las 10:30 horas, cuando se encontraba a la altura del Cabo de Bojador -al noroeste del Sáhara Occidental- y a unas 60 millas de Gran Canaria, para tomar imágenes de la embarcación en una misión de vigilancia. El capitán del Sevmorput, antes de ser rescatado anoche por un problema de salud, había comunicado a la Marina Mercante que “la maquinaria y los equipos mecánicos a bordo del buque funcionan correctamente y en el momento actual, y en toda la travesía, no se ha producido ningún incidente o avería del equipo nuclear a bordo del buque”.

El Consejo de Seguridad Nuclear informó ayer a la Marina Mercante de que este buque “no ha notificado” al Organismo Internacional de Energía Atómica “ningún incidente nuclear”, notificación que sería de obligado cumplimiento si se hubiese detectado cualquier anomalía en el carguero que pudiera suponer riesgo de liberación de material radiactivo. La Marina Mercante, dependiente del Ministerio de Transportes y Movilidad del Gobierno central, contactó con el Consejo de Seguridad Nuclear para recabar asesoramiento y colaboración en la vigilancia de la embarcación, con una longitud -260 metros- solo 9 metros inferior que la del Titanic.

Mientras, los centros de coordinación de Capitanía Marítima de Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas de Gran Canaria siguen con detalle desde el martes la travesía del Sevmorput -la grancanaria relevó a la tinerfeña en el mando del control a medida que el barco avanzó al norte-. El Sevmorput es una antigua embarcación -construido hace 32 años en la península de Crimea-, con tecnología nuclear desfasada y muy contaminante, que estaba destinado a convertirse en chatarra tras un parón de 9 años -2007 a 2016- hasta que Atomflot, la agencia pública encargada de administrar la flota de buques civiles de propulsión nuclear de Rusia, lo recuperó para ampliar una base científica en el Polo Sur. Durante sus navegaciones, este tipo de portacontenedor único en el mundo libera desechos nucleares. 

El capitán del buque ruso también confirmó a la Marina Mercante española que navega con 98 tripulantes a bordo en su vuelta a Rusia, una operación de emergencia que se vio obligado a efectuar a mitad de octubre después de perder una de las cuatro hojas de la única hélice del Sevmorput cuando surcaba aguas tropicales frente a Angola. El carguero -puede transportar más de 1.400 contenedores, con un peso máximo de 35.000 toneladas- tiene dos palas de repuesto, pero están en la bodega, junto a materiales de construcción. El problema es que este barco en concreto, perteneciente a la flota rusa de propulsión nuclear -un carguero y 12 rompehielos-, solo puede reparar la hélice en puerto. 

Una reparación imposible

Una vez constatada la avería y la imposibilidad de subsanarla en el mar, los responsables del barco negociaron con las autoridades de Angola y Sudáfrica para realizar la reparación en Luanda o Ciudad del Cabo, pero lo prohibieron por su negativa a acoger a un buque de propulsión nuclear, lo mismo que ocurre que la mayor parte de los puertos del mundo. Como consecuencia de la rotura de la pala, la hélice estaba desequilibrada. Buceadores especializados decidieron quitar otra hoja para restablecer la simetría. La operación fracasó. Las labores se complicaron por el mal tiempo y la complejidad del barco con un reactor nuclear. 

La última revisión de la maquinaria del Sevmorput se produjo en enero, no hace ni un año. Tiene por tanto todos los permisos en regla. Por ello y por la sorpresa que ha causado la avería, Atomflot va a abrir una investigación, informaron medios de comunicación rusos, para determinar las causas del problema. Es muy difícil de explicar que una hélice diseñada para trabajar en las condiciones más duras, rompiendo grandes placas de hielo, haya perdido una de sus cuatro palas en aguas claras y mar abierto a una distancia de 500 millas de la costa, donde la profundidad media es de 2.000 metros.