A alguien se le ocurrió aumentar el aire acondicionado en la sede parlamentaria de Teobaldo Power, o eso pareció, y algunas de sus señorías comenzaron a toser, frente al espanto de otras. Todos los diputados se consideran inmortales, más o menos como se consideraba Julio César, y por eso, a menudo, se refieren a sí mismos en tercera persona, como hacía el general en sus buenos momentos: "El diputado que les habla€" Por supuesto que un diputado no es nada especial. Apenas alguien con la habilidad suficiente como para meterse en una lista según los perversos procesos de selección de las élites políticas del país. De modo que tras las primeras toses sus señorías se abrigaron mejor y comenzó sin mayores dilaciones (pero con un retraso de diez minutos) el pleno del Parlamento de Canarias.

Las dinámicas plenarias se han amansado en las últimas semanas por dos razones básicas. Primero, el debate realmente importante, el que esperan todos, llegará cuando el Gobierno remita su proyecto de ley de presupuestos generales para 2021, que el Ejecutivo aprobará en un par de semanas, y de las que habló ayer el vicepresidente y consejero de Hacienda, Román Rodríguez, con un optimismo más propio de un frenopático que de un parlamentario. Segundo, Coalición Canaria sigue instalada en un tranquilo, pacífico, casi amable colaboracionismo alrededor del Pacto por la Reactivación Económica de Canarias, cuyo borrador 289.321 el presidente Ángel Víctor Torres elogió de nuevo como un modelo de consenso. Un último empujoncito y el documento alcanzará su redacción definitiva. Y sin Coalición Canaria no existe ni puede existir oposición parlamentaria, toda vez que el PP es incapaz de escapar de su pasado y de su ineptitud con unos diputados (no todos) que no cesan de hablar de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Poli Suárez ejerce de centroderechista bonachón y dialogante, pero nadie le compra el género, y a María Australia Navarro, que pastorea a su grupo parlamentario entre el aburrimiento, los eslóganes procedentes de la calle Génova y la melancolía de todo poder delegado, parece preguntarse cada vez más asiduamente qué está haciendo ahí. Los de Ciudadanos son dos y tienen divididos los papeles: Ricardo Fernández de la Puente es un hombre de Estado que se sabe abrochar los botones de la chaqueta y Vidina Espino quiere caer antipática a Torres y a menudo lo consigue. Pero por ninguno de los dos el Gobierno se siente bajo fuego graneado.

Por supuesto Ángel Víctor Torres respondió ayer a todas las preguntas que le quisieron hacer y, como siempre, lo hizo hasta la extenuación del contrario. Solo tuvo un instante de impaciencia, cuando en una respuesta a María Australia Navarro habló de los "profetas del Apocalipsis" para los cuales "todo está mal y todo empeora siempre". Es una expresión curiosísima en este contexto, con un país con una economía arrasada, un 45% de la población en el desempleo, incurso en un ERTE o viviendo de la caridad de las administraciones locales y un futuro radicalmente incierto. El optimismo del presidente -y cabe suponer que el hecho mismo de serlo- le llevará a defender que la situación no es desesperada incluso si un meteorito nos cae directamente sobre la cabeza. Porque, presidente, el apocalipsis ya está aquí y se bebe en vaso largo. Algo parecido ocurrió con Román Rodríguez, cuando recordó los infaustos días en los que el desempleo en las Islas se acercaba al 34% de la población activa. El relato del Gobierno canario intenta mimetizar el relato del Gobierno central: esta pandemia es terrible, pero no tenemos ninguna responsabilidad en su expansión y toda en su contención; nadie se quedará atrás, porque tenemos perras para pagarte la comida o sostener parcialmente tu empresa; en el pasado fue mucho, pero muchísimo peor o bien -esto es una variación sobre el mismo tem- imagínate cómo sería esta crisis con el PP en el Gobierno. No, no te imagines parado, jodido y con tus hijos sin poder pagarse ni un vaso de agua en el bar del instituto como estás ahora: imagínate que te gobierna el PP y agradece que no vives en ese espanto, pibe. Agradécelo.

Así se sucedieron las preguntas (ninguna de las cuales, por supuesto, de un gran interés) como un diálogo socrático en el que Torres, y después sus consejeros, desgranaban las perlas de la sabiduría del pacto de las flores, y la cosa estaba tan aburrida que Manuel Marrero, incluso, hizo una referencia al derechismo de Coalición Canaria, para matar el tiempo más que nada, y José Miguel Barragán, portavoz coalicionero, le reconvino suavemente. Marrero es ya un portavoz capaz de portavocear cualquier cosa, y ya en el pleno anterior elogió la liberación de las relaciones económicas y simplificación de procedimientos administrativos. Quizás la entiende como Lenin veía la Nueva Política Económica de los bolcheviques en los años veinte. A estas alturas de Marrero le pides defender el terraplanismo para sostener el gobierno de los cuatro partidos y lo hace sin ningún problema. Bastará con precisar que hay un terraplanismo de derechas, el malo, y uno de izquierdas, el bueno. En el terraplanismo bueno el pueblo trabajador puede hacerse una tortilla sin que se le resbalen los huevos al suelo. También hubo ocasión para acumular varias frases dignas del mármol, como, por ejemplo, la emitida por la consejera de Economía, Elena Máñez: "La transformación digital ha venido para quedarse". Año 2020. Máñez aclaró que su departamento está preparando proyectos para optar a la financiación de los fondos de reconstrucción europeos, pero sin entrar en ningún detalle, no vaya a ser que Bill Gates estuviera siguiendo el pleno por streaming. El streaming ha venido para quedarse.

La comparecencia más interesante, por supuesto, fue la de Román Rodríguez, para adelantar algo sobre el proyecto de presupuestos generales de la Comunidad autónoma para 2021. Impresionante. Los presupuestos, atención, van a crecer respecto a los del pasado año. Los presupuestos vigentes supusieron un incremento de cerca del 9% respecto a los del 2019. Pues más. No se va a recortar nada. Ni en los servicios sociales y asistenciales, ni en los sueldos de los funcionarios, ni en ayudas y subvenciones. Para evitarse vergüenzas ajenas, el cronista no entrará en detalles: basta con saber que gracias a las perras que vendrán de Europa y de Madrid -que cumplirá, según es costumbre inveterada, todos sus compromisos con Canarias- se dispondrá de los suficientes recursos financieros para estar tranquilos todo el año. Rodríguez anunció que incluso desaconsejará al presidente Torres y al Gobierno que se acuda al endeudamiento. Los ojos de muchos diputados estaban colmados de asombro. Es rarísimo ver a José Miguel Barragán introduciendo un principio de realidad en cualquier debate, tan raro como ver al capitán Kirk citando las leyes de la Termodinámica en un capítulo de Star Trek, pero es lo que hizo, y lo hizo medianamente bien. Porque es sano keynesianismo un presupuesto expansivo para que el gasto público (sobre todo en infraestructuras y obra civil) estimule y dinamice una economía desfallecida. Pero el vicepresidente Rodríguez se refirió en todo momento a un presupuesto expansivo en materia de gasto corriente, que parece un ataque al más elemental sentido de prudencia en una situación de elevadísima incertidumbre política, económica y fiscal. Muchos empezaron a sospechar ayer que Canarias va a tener dos presupuestos: el de verdad y el de mentira. Y va a costar distinguirlos.