En uno de sus grandes ensayos, Guanches, magos, turistas e inmigrantes. Canarias y la jaula identitaria, el desgraciadamente desaparecido Fernando Estévez interconecta brillante y sólidamente las cuatro categorías del título y su inherente relación con los procesos identitarios de Canarias. El inmigrante es el "Otro" y nuestra identidad se define, básicamente, "no en afirmar lo que somos, sino e afirmar que no somos como ellos". Cuando el inmigrante llega se convierte en una amenaza porque puede detonar nuestra "lógica de la diferencia" y por consiguiente "desbaratar lo que somos". Lo importante, previamente, es definirlos, por supuesto. Es una perfecta estupidez pretender definir a un grupo de mauritanos, senegalés, nigerianos o malienses de distintas edades bajo tres rasgos inequívocos, pero es que lo necesitamos urgentemente. Lo que el profesor Estevez llamaba "la máquina de fabricar diferencias" se pone en marcha de inmediato. El Mal queda así identificado, etiquetado, listo para consumir. También, por supuesto, se les consume como un Bien que denuncia nuestro egoísmo (durante un instante los malos somos nosotros) para duchar nuestra mala conciencia y que no hieda tanto. Por lo general la derecha más brutal consume a los inmigrantes como dianas del odio xenófobo y la izquierda verdadera como exvotos para estimular la bondad ingrávida y el compromiso de metacrilato. En efecto, para la izquierda, especialmente para la izquierda que se instala en los gobiernos, los inmigrantes han sido retorizados y convertidos en material propagandístico. Por esa vía, en este pleno del Parlamento de Canarias la diputada del Podemos María del Río Sánchez llegó a proclamar que los menores inmigrantes llegados en cayucos "saben que nosotros debemos ser sus papás y sus mamás". No, no forma parte del deber político o moral de los diputados y diputadas canarias - ni de ningún ciudadano del país - ser papá o mamá de nadie que ha sobrevivido a la espantosa travesía de las pateras. Eso es, simplemente, una sonrojante cursilería que esconde cierta apropiación simbólica de los chicos y chicas acogidos en las islas. Basta con que se les trate con respeto y dignidad. Basta con que no se les niegue un futuro habitable y abierto.

Una proposición de ley del grupo parlamentario del PP, cuyo objetivo central era solicitar la destitución de Anselmo Pestana como delegado del Gobierno (central) en Canarias acabó convirtiéndose, en el segundo y último día del pleno, en una expresión unánime de todos los partidos y diputados sobre la inmigración. El delegado Pestana quedó al margen y fue la diputada nacionalista Socorro Beato quien resituó el debate con un discurso preciso y eficaz. "¿Qué sentido tiene solicitar la dimisión de un cargo por no impulsar una política que no existe? Sería un chivo expiatorio. Hay que buscar soluciones frente a la desidia y el abandono por parte del Gobierno de España, que ni está liderando esta situación crítica ni asumiendo sus responsabilidades". Lo que votaron unánimente sus señorías fue lo siguiente: que se cree una red estable de centros de acogimiento, que se activen las derivaciones hacia la Península de los inmigrantes retenidos en Canarias, que se cierren "acuerdos de cooperación" con los países de origen y que se refuerce el SIVE -piadosamente - para evitar naufragios. En este punto debió completarse "para evitar naufragios mientras se impide el avance de los cayucos" pero probablemente se despistaron.

Hace tiempo que no se veía en la Cámara una transformación tan completa, en fin, de una proposición no de ley que terminan votando todos. Y es que la oposición necesitaba concretar una denuncia contundente y al PSOE y a Podemos les urgía no pasar por lacayunos frente a la negligencia culposa de Pedro Sánchez y sus ministros. Pero la pnl también es útil para tapar vergüenzas. Por ejemplo a) la vergüenza de no poder consensuar una declaración institucional del Parlamento canario y en cambio agarrarse todos, como de un pasamanos, de una pnl; b) la vergüenza de constatar que la inmensa mayoría de los ayuntamientos isleños no quiere ver un inmigrante negro a menos de cinco kilómetros de distancia de sus límites municipales; c) la vergüenza de pedir derivaciones, es decir, deportaciones de los emigrantes, sin explicitar ningún compromiso para asumir una cuota de los mismos. Curiosamente la Comisión Europea proponía ayer mismo, casi a la misma hora en la que votaban los diputados canarios, un nuevo pacto migratorio que propone agilizar los trámites de asilo y la rápida expulsión de migrantes que no consigan la legalización como milagro administrativo, culminado por un "nuevo mecanismo de solidaridad a la carta", sin cuotas. Que cada uno acoja a los que quiera, y si no quieres ninguno, pues ninguno será. Un paso más hacia la Europa fortaleza - la que morirá matando a los que quieren quitarnos la prestación por desempleo o la tele de plasma --con la que sueñan todos los infectos populismos de derechas y algunos sobrevenidos populismos de izquierda.

El pleno se despidió con una difusa pero persistente atmósfera gubernamental de cansancio y desconcierto. Lo de Blas Trujillo, consejero de Sanidad, reconociendo que el Gobierno autónomo en ningún momento había solicitado formalmente a autoridades españolas o comunitarias test para el coronavirus en origen o en destino para los que visitaran las islas no mejoró las cosas. Hasta la diputada socialista - y presidenta de su grupo --Nira Fierro reparó en la honda metedura de pata del consejero, que ha dejado de facto al presidente Torres como un mentiroso. Pero no solo. Es una evidente desconexión con la realidad para no sucumbir bajo su peso atroz. Es la consejera de Derechos Sociales, Noemí Santana, que con decenas de miles de isleños alimentándose gracias a comedores sociales y ayudas municipales se le ocurre proclamar que los canarios deberían "estar orgullosos" de sus servicios sociales. O Julio Pérez, consejero de Administraciones Públicas y Seguridad, cada vez más arregostado en una mullida complacencia, que reprochó a la oposición, al hablar de la inmigración irregular, "que pusieran siempre los muertos por delante, como si no hubiera otras cosas". Ah, los muertos. No se debe hablar tanto de los muertos. Porque entonces los muertos hablan. Y no hay ningún diputado en el Parlamento de Canarias tan elocuente.