José Miguel Suárez Gil, empresario, expresidente de la Cámara de Comercio de Las Palmas y exdiputado en el Parlamento de Canarias, falleció ayer a los 77 años de edad. Su cuerpo fue encontrado a primeras horas de la mañana en un bungalow de la urbanizaciónturística de Puerto Rico, en el municipio de Mogán.

Tras una amplia carrera política y empresarial, donde era conocido con el sobrenombre de El zorro plateado, sus últimos años estuvieron salpicados por los problemas con la justicia, pues cumplió dos penas de prisión tras encañonar con una pistola en 2011 a su entonces esposa, la abogada Josefina Navarrete, y luego fue condenado a dos años de cárcel por defraudar a Hacienda. Actualmente vivía en el sur de la Isla, alejado de la actividad empresarial.

De origen humilde, estudió para perito mercantil y se diplomó en Empresariales, lo que le permitió entrar en el mundo de los negocios en la década de 1970. Esos contactos le sirvieron con posterioridad para dirigir varias organizaciones empresariales de la isla de Gran Canaria, primero la Federación de Empresarios de la Alimentación (Fedalime) y después la Cámara de Comercio de la provincia. También fue vicepresidente y tesorero de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE).

Entrada en política

Con la llegada de la democracia tuvo un relevante papel en la política canaria, pues fue diputado en la Cámara autonómica durante 12 años, primero en las filas de Alianza Popular (1983-1987) y después en el Centro Democrático y Social (1987-1995). En la primera legislatura del Parlamento de Canarias fue uno de los 17 diputados de la coalición de la derecha española de aquella época, formada por la AP de Manuel Fraga Iribarne, el PDL democristiano de Óscar Alzaga y la Unión Liberal de José Antonio Segurado.

En la oposición al primer gobierno canario de Jerónimo Saavedra -con compañeros de bancada como Francisco Marcos, Vicente Álvarez Pedreira o Manuel Fernández- Suárez Gil ocupó la portavocía de asuntos económicos del Grupo Popular y tuvo un destacado protagonismo en el debate sobre la integración plena de Canarias en la Unión Europea.

Al estar en desacuerdo con el resto de sus compañeros de grupo, rompió la disciplina de voto y en las siguientes elecciones de mayo de 1987 ya concurrió en las listas del CDS, liderado por Fernando Fernández y Lorenzo Olarte, ambos presidentes del Gobierno regional en esa segunda legislatura.

Ruptura

En 1991 volvió a ser elegido por el CDS, en la etapa de mayor presencia institucional de los centristas grancanarios -Olarte, Luis Hernández, Julio Bonis, José Vicente León o Francisco Rodríguez Batllori-, antes de la brusca ruptura a los pocos años de integrarse en Coalición Canaria (CC). Personas con un pasado político derechista como Suárez Gil ya no tuvieron cabida en las candidaturas del nuevo proyecto nacionalista.

En 1995 hizo otra incursión en la actividad pública con la fundación de un nuevo partido, denominado Coalición por Gran Gran Canaria (CGC). Tras unos pobres resultados en las elecciones autonómicas, acabó su carrera política.

Empresas

Su trayectoria como dirigente empresarial también estuvo plagada de denuncias y enfrentamientos, aunque muchos de esos polémicos episodios no se hicieron públicos hasta su caída en desgracia, tras ser detenido por amenazar a su esposa con un arma de fuego en una rocambolesca historia que alarmó a las entidades patronales. Personas que le conocieron desde sus inicios en los negocios revelaron que no les sorprendía esa forma de actuar con Josefina Navarrete.

Suárez Gil arrancó su carrera de dirigente empresarial con la creación de Fedalime, una organización que para captar subvenciones públicas a través de empresas fantasmas y sin apenas actividad. Así forjó la leyenda de conseguidor y la figura del zorro plateado se hizo omnipresente en los círculos de poder. Según relatan las crónicas de la época, utilizó a la Asociación de Empresarios Inversores de Canarias (Aevic), un lobby casi personal, para lanzarse al asalto de la Confederación Canaria de Empresarios y de la Cámara de Comercio desplegando una actividad frenética durante la cual se agenció el apoyo de un importante sector empresarial a base de promesas, ayudas y algunas dádivas de dudoso origen.

Pero no todo podía ser un camino de rosas. Suárez Gil chocó con una parte del sector empresarial que vio desde el principio sus intenciones y los enfrentamientos se convirtieron durante varios años en algo habitual en los medios de comunicación. Su entrada como tesorero en la patronal de Las Palmas provocó una escisión sin parangón en el movimiento empresarial y el presidente en esa etapa, Antonio Rivero, no tuvo más remedio que pactar su salida para evitar una escisión traumática. Una vez despachado de la CCE, el siguiente asalto de Suárez Gil fue a la Cámara de Comercio de Las Palmas, donde sí consiguió su objetivo y fue elegido presidente de la corporación cameral gracias al despliegue realizado por su red de organizaciones y empresas creadas por su cohorte de empresarios afines y directivos.

La Cámara

El lío generado por la inclusión de sociedades de forma dudosa en el censo electoral no fue óbice para que se alzara con la victoria ante la incapacidad del órgano tutelante de la Cámara, el Gobierno de Canarias, de aclarar las denuncias presentadas. Si alguien dudaba de la capacidad de Suárez Gil para dividir, su gestión al frente de la Cámara de Comercio lo demuestra. Durante sus cuatro años al frente de la corporación consiguió el dudoso logro de provocar una estampida de los empresarios de Lanzarote y Fuerteventura hasta tal punto que el Gobierno no tuvo más remedio que autorizar la creación de cámaras de comercio insulares. Las escaramuzas entre la corporación cameral y la patronal se recrudecieron hasta tal punto que Ángel Luis Tadeo y Suárez Gil pactaron que aquel encabezara la plancha electoral a cambio de ser vicepresidente.