Palmera de primera generación -sus padres llegaron a la isla a mitad de los setenta- es ingeniera agrónoma por la Universidad Politécnica de Valencia, con amplia experiencia en el sector y también en la política como consejera de turismo en el Cabildo de La Palma en la legislatura pasada. Un perfil atípico, muy técnico, con talante dialogante y conciliador para liderar la acción pública en un sector que tiene poco peso en el PIB de las Islas pero un enorme arraigo social. Una importancia que trasciende lo económico y que se adentra en nuestro acerbo cultural, conforma nuestro paisaje y que nos acerca a nuestro mar y todo lo que ello significa.

Un primer año movido, ¿se arrepiente de haber aceptado el cargo?

No, no, en absoluto. Fue una decisión importante en lo profesional y en lo familiar de la que "todavía" no me arrepiento. Un reto extraordinario y una oportunidad para aportar al progreso de Canarias. Y tiene usted razón, un año atípico, difícil, y unos últimos meses dramáticos que cuesta asumir que de verdad los hayamos pasado. Una pesadilla, tantas muertes que hay que lamentar y un futuro con tantísima incertidumbre. Nunca lo hubiera imaginado.

El sector primario no salió especialmente mal parado durante el estado de alarma...

Bueno, también sufrió y sigue sufriendo las consecuencias. Si comparamos con el comercio o el turismo que pararon en seco, podríamos moderar el lamento, eso es cierto, pero no consuela. La producción de alimentos, como actividad esencial, no paró durante el confinamiento aunque para determinados subsectores resultó catastrófico. La venta de flor cortada y plantas ornamentales cayó a cero, por ejemplo, o la producción de leche que se destina a la fabricación de quesos, que desborda la capacidad de almacenamiento al cerrar el canal Horeca -es que a los animales no se les puede dejar de ordeñar-. O los vinos, que habitualmente se consumen fuera de casa.

Y hubo productores de frutas y hortalizas que también se quejaron de la pérdida de ventas, ¿qué puede hacer la consejera en estos casos?

Además de los algo más de trescientos mil turistas que teníamos habitualmente de manera simultánea, que no llega a un 20%, también se produjo una contracción en el consumo por parte de la población residente. Y es lógico, con los ERTES la gente es prudente y reduce las compras. Quedaron producciones sin comercializar, lo sabemos, lo que quiere decir que con los cultivos hortícolas estamos en unos niveles de autoabastecimiento muy altos, aunque tengamos la impresión de que todo viene de fuera, cosa que no es cierta, como vemos. Desde la Consejería activamos un protocolo especial con la empresa pública GMR Canarias y abrimos un canal social, financiado por cabildos y ayuntamientos, para dar salida a esas producciones.

A día de hoy, ¿el problema está atajado?

En los cultivos se ha ajustado la oferta a la demanda bastante bien igual que con la actividad pesquera artesanal que vuelve a funcionar poco a poco. Problema seguimos teniendo con la leche de vaca, con las cámaras a tope de queso, se han hecho acciones de promoción y hace poco se ha iniciado el envasado de leche UHT, con apoyo desde esta Consejería, para poder comercializarla con mayor duración. Ya sabe, cuando la vea en el supermercado "leche de ganaderías canarias", acuérdese, para salvar a nuestros ganaderos.

Y luego, las ayudas...

Sí, claro. En eso estamos, en definir cuáles serán las ayudas directas por pérdida de renta como consecuencia del estado de alarma. Seguimos pendientes a ver qué dice el Ministerio para luego plantear nuestras propias propuestas. Y ya repartimos las ayudas europeas en plazo a pesar del confinamiento y de las bajas laborales por conciliación, a pesar de tener a la práctica totalidad de los trabajadores de la Consejería en teletrabajo. Una meta conseguida muy relevante que supuso una inyección de liquidez a las empresas y profesionales del sector en el momento que más falta hacía.

Un primer año al frente de la Consejería, ¿un año para olvidar y empezar de cero?

No, no podemos olvidarlo, en absoluto. Durante los últimos meses de 2019 trabajamos en los objetivos para esta legislatura que tenemos muy claros y presentes. Y es verdad que toda esta situación atípica nos condiciona, pero también hemos aprendido de ella.

¿Cuáles son esos nuevos objetivos?

Tenemos un enorme reto en la negociación de la aplicación de la nueva Política Agraria Comunitaria para Canarias para el periodo 2021-2027 que está en pleno desarrollo, habrá un periodo transitorio y después la UE ha marcado nuevas directrices para el reparto de las ayudas: más condicionalidad hacia los compromisos medioambientales. También hay que pelear por las partidas que el REF de Canarias prevé para el sector primario que proceden de los Presupuestos Generales del Estado. Además planteamos la elaboración del Plan de Soberanía Alimentaria, queremos dar seguridad jurídica a la actividad agropecuaria en el territorio mediante nuevas directrices de ordenación, pretendemos iniciar una potente campaña contra el furtivismo en el sector pesquero, en fin, potenciar la agricultura ecológica, facilitar el acceso de los jóvenes, potenciar la I+D+i en el sector, tener en consideración las medidas para mitigar el cambio climático y abordar la reorganización administrativa de la Consejería. Unos objetivos ambiciosos pero realistas, en los que ya trabajamos a tope.

¿Un plan de soberanía alimentaria?, ¿otro plan de esos que se hacen para justificar la acción política que luego se queda en la gaveta?

Desde luego que no. Precisamente lo hemos diseñado para convertirlo en un instrumento de gestión para el sector a medio y largo plazo. La soberanía alimentaria entendida como la capacidad de una comunidad para decidir cómo proveerse de los alimentos que consume, un proceso participativo por definición, que queremos someter al debate público sin imposiciones de ninguna clase. Queremos escuchar qué dice la gente y

qué opinan los diferentes operadores del sector. Queremos tener indicadores para medir los avances y ofrecer datos abiertos para la toma de decisiones empresariales. Ejecutaremos experiencias piloto para sacar conclusiones prácticas. Estudio teórico, participación y pruebas, todo en paralelo, con el propósito de diseñar un Programa Operativo a diez años vista, transversal, que salud pública, transición ecológica o educación también tendrán cosas que decir respecto a la soberanía alimentaria. Una herramienta que defina, además, las iniciativas legislativas necesarias y que recoja las proyecciones económicas que supondrá su ejecución con parámetros claros y alcanzables. Una guía, un trabajo colaborativo, consensuado.

Ha habido mucha polémica con la propuesta de subida del AIEM, que dicen que supondrá una subida de la cesta de la compra, defendida por su Consejería.

El AIEM, como arancel a la importación, incrementa el precio de coste de lo que entra y permite competir mejor a los alimentos locales. Se reducen los márgenes comerciales de los productos de fuera, pero en realidad tiene escasa influencia sobre el precio de venta al público. A medida que se incremente el consumo de producto canario, cuyo coste de producción es mayor, podrá subir un poquito la cesta de la compra, es cierto, los productos frescos no representan ni una quinta parte del total, con unos efectos muy positivos para el conjunto de la sociedad.

Con el REA también hay controversia, hay quien afirma que se subvenciona productos que compiten con los que se producen en Canarias.

Nuestra propuesta para el REA es destinar la mayor parte de la ayuda disponible a financiar la importación de piensos y forrajes -necesarios para la alimentación ganadera, cuya producción en Canarias presenta grandes dificultades. Esas ayudas permiten competir a las explotaciones canarias, crear empleo y generar economía.

El sector primario apoya la reactivación del turismo, ¿el chico ayuda al grande?

Pues claro, ¿por qué no? Que el turismo es el motor de la economía canaria es una evidencia. Que el turismo vuelva a la actividad nos conviene a todos y al sector primario especialmente ya que hoteles y restaurantes son un cliente preferente consumidor del producto local. Además queremos evidenciar que el sector primario aporta valor al destino turístico, no solo porque la actividad agrícola conforma unos paisajes únicos que debemos preservar y que el visitante aprecia, sino también a través de la gastronomía como vehículo para que el turista conozca y disfrute de los productos de la tierra y del mar, puntos extra que suman a la hora de decidir las vacaciones.