"Estaba preocupada por mi padre; decía que iba a morir aquí". Con ganas de llegar a casa y ver a sus familia tras más de cuatro meses en Canarias bloqueada por las restricciones sanitarias impuesta por la covid-19, Tagabal Mohamed Salem emprendía ayer junto a su padre, de 84 años, y una sobrina, de 23 años, su regresó a casa. La familia, que había venido a la isla por temas de salud, fue uno de los 160 pasajeros que partieron desde el aeropuerto de Gran Canaria con destino a El Aaiún en un vuelo expecial organizado por el Reino de Marruecos para repatriar a sus compatriotas y residentes extranjeros en el país. Desde marzo, Marruecos mantiene cerradas las fronteras marítimas y aéreas con España para prevenir contagios.

Se trata del segundo vuelo de estas características que organiza el reino después de que el pasado 15 de junio saliera un primer avión con 108 personas a bordo. Los pasajeros tuvieron que entregar una prueba de que se habían hecho un test PCR en las últimas 48 horas y que había dado negativo para entrar en su país. Para los próximos 27 de julio, 3 y 10 de agosto están previstos nuevos vuelos desde Canarias a El Aaiún y Casablanca.

La compañía Royal Air Moroc fletó el avión, que partió a las doce de la mañana con destino al antiguo Sahara español, donde haría escala, para retomar después rumbo hacía Casablanca, final del trayecto. El 70% del pasaje, que procedía de todas las islas, se quedaba en El Aaiun, y el 30% restante viajaba hasta Casablanca al residir los viajeros al norte de Marruecos.

Tagabal Mohamed Salem daba así fin al desasosiego que ha vivido desde el 16 de marzo, día en que se decretó el estado de alarma. "Vine con mi padre y mi sobrina el 20 de febrero para que le quitaran una úlcera que le había salido en la frente cancerígena. Justo el día en que teníamos los billetes de vuelta se decretó el estado de alarma", narraba ayer la mujer.

Su mayor preocupación ha sido su padre, y no por el cáncer de piel que le habían detectado, cuyo tumor en la frente le quitaron sin problema en un centro sanitario canario, sino por la depresión en la que cayó durante tantos días de confinamiento. "Estaba muy nerviosa, no quería comer; es diabético, decía que iba a morir aquí pese a que hablaba todos los días por el móvil con su mujer y el resto de la familia", confesaba.

"Estaba preocupada por él, porque se alimentará bien dado que es diabético y una persona de riesgo, no por la situación", puntualizaba Tagabal, que en este tiempo ha echado de menos la gran vivienda familiar de dos plantas dado que estaban alojados en un pequeño apartamento, así como a su marido y su pequeño negocio de perfumes, complementos y ropa, que hace unos días le abrió su hermana en El Aaiún después de levantar parte del confinamiento decretado también en Marruecos.

El tiempo lo ha matado haciendo las tareas del hogar, hablando por teléfono, leyendo y viendo películas por el móvil. "Y rezando para que esto acabase pronto", respondía tras las mascarilla. "No puedo con ella; nunca me he tapado la cara", añadía sobre la incomodidad de a prenda y desterrando así prejuicios sobre la indumentaria habitual de las mujeres árabes. Tanto ella como su padre y sobrina llevaban guantes de plástico por precaución.

Marruecos mantiene sus fronteras marítimas y aéreas clausuradas con España pero desde el 15 de mayo ha levantado la cuarentena para repatriar a sus compatriotas y residentes desde Barcelona, Madrid, Málaga, Huelva y Gran Canaria. Las personas habían viajado a nuestro país por temas sanitarios, laborales, familiares o de ocio. La medida se ha tomado por cuestiones "humanitarias y profesionales" y también para que la gente que trabaja pueda disfrutar de unas vacaciones familiares en su región de origen, según indican desde la administración marroquí.

El consúl general del Reino de Marruecos en Canarias Ahmed Moussa recogía ayer en el aeropuerto de Gran Canaria los test PCR negativos de los pasajeros, requisito imprescindible para poder viajar, mientras atendía algunas preguntas de los viajeros. En esta ocasión, los pasajeros se habían pagado el billete de su bolsillo y no como el primer vuelo que salió de Gran Canaria, que fue gratuito.

La compañía Royal Air Moroc operó el vuelo con normalidad y el único conato de 'motín' se produjo cuando avisaron de que había que facturar los bultos de mano. Finalmente, la compañía, que tiene 6 vuelos de lunes a sábado con El Aaiún y 2 con Casablanca desde Gran Canaria -otros 2 desde Tenerife-, según indicó el delegado en Canarias Azzedine Benosnan, aceptó los voluminosos equipajes sin recargo alguno.

Contenta también viajaba Amina Ayach, responsable de la unidad de comunicación y educación sanitaria en El Aaiún, que voló por cuestiones familiares a Las Palmas de Gran Canaria. "Vengo cada dos meses; han sido cuatro meses y 10 días muy duros, sobre todo al principio porque no se podía salir a la calle. Ha sido un sacrificio para todos", recordaba. Lo mismo le ocurría a Meska Chiekh, primer vicepresidente de la municipalidad de Dauserd-Río de Oro, que por razones médicas estaba en la Isla. "No he tenido miedo; mi mujer y mis seis hijos estaban bien en Marruecos y eso era lo importante", aclaraba.

Desde el domingo, Marruecos se encuentra en la tercera fase del desconfinamiento. El Ministerio de Salud ha confirmado hasta ahora 17.236 contagios y 269 fallecidos por coronavirus. 14.620 personas están curadas y 992.090 han dado negativo en los test. Precisamente, uno de últimos focos está en El Aaiún, donde hay detectados 821 casos.