La reanimación directa al ahogado, el llamado boca a boca, por parte del socorrista ya es una imagen del pasado. El riesgo a contraer el Covid-19 ha provocado la articulación de una nueva normativa para preservar la integridad física del profesional. El periodista Sebastián Quintana, de la plataforma que trabaja para evitar ahogamientos, expone cómo debemos disfrutar ahora de las playas y afirma que en las islas hacen falta 1.500 socorristas más para afrontar las nuevas medidas de prevención.

Sin saludar en la orilla. Los bañistas vayan a bañarse deben hacerlo de forma directa, sin pararse en la orilla para saludar o charlar con amigos o conocidos. De esa manera se garantizará la distancia social de seguridad.

Aseados desde casa. Acudir a la playa aseados desde casa, respetar la distancia de seguridad, garantizar un aforo limitado en las playas, el cribado permanente de la arena, respetar los horarios, no realizar juegos colectivos o la limpieza de elementos urbanos y las instalaciones públicas serán los nuevos requisitos para ir a la costa de manera segura.

Responsabilidad individual. La clave para evitar rebrotes en espacios acuáticos dependerá de cada ciudadano y el sentido cívico será el mejor guardavidas. "No podemos poner un policía detrás de cada bañista", apunta Quintana, quien recuerda la importancia de activar campañas de concienciación, tanto en materia de seguridad como sanitaria.

Sin planes de contingencia. Para Quintana, la crisis sanitaria puede ser para Canarias y España una oportunidad de generar una verdadera cultura de la seguridad. Pero advierte de que no todos los ayuntamientos tienen listos planes de contingencia ante la masiva asistencia de personas a las playas y zonas de baño. Pone el ejemplo de Arona o Gijón, cuyos alcaldes apuestan por la apertura paulatina de sus playas "hasta garantizar las medidas sanitarias, medioambientales y de seguridad para todos los usuarios".

Diversos criterios. Cada ayuntamiento aplica, hasta ahora, el criterio que estima oportuno para la próxima apertura de las playas o piscinas naturales, tanto en destinos turísticos como en enclaves más utilizados por personas residentes en el Archipiélago.

Más medios. Quintana indica que la reapertura de espacios acuáticos debe conllevar un incremento de recursos humanos, técnicos y materiales en muchos de los 600 puntos de costa donde se puede practicar el baño en las Islas, lo que requiere un notable aumento de la inversión en esta materia y algunas corporaciones no tienen capacidad para ello. Este experto estima que en Canarias harán falta 1.500 profesionales más. Alerta del riesgo que se corre si se pretende que un socorrista haga de acomodador, de enfermero para tomar la temperatura corporal, de revisor de colas en los accesos o para el recuento de personas. Piensa que así se merma la calidad de la vigilancia y la reacción en caso de accidente.

Sin boca a bocaOtra importante novedad que ha traído consigo la pandemia es la técnica de la ventilación en casos de parada cardiorrespiratoria. Se acabó el boca a boca para resucitar a un ahogado o infartado. El guardavidas deberá usar elementos como el ambú (balón de oxígeno) para suministrar aire al ahogado y evitar el contacto directo. Esto aumentará las muertes por la menor efectividad en la ventilación, según Quintana.

Más insultos. Aclara que la labor del socorrista se amplía a velar por la prevención del contagio del Covid-19, "lo que podría generar un aumento de conflictos, insultos o agresiones sobre estos".

Deporte sin contacto. Como recoge el Decreto publicado por el BOE, en las playas "se permite la práctica de actividades deportivas, profesionales o de recreo, siempre que se puedan desarrollar individualmente y sin contacto". La distancia social en entornos acuáticos también se establece en dos metros. No obstante, Sebastián Quintana sugiere que la distancia interpersonal debe ampliarse hasta los cinco metros, sobre todo para aquellos deportistas o bañistas que hacen un gran esfuerzo, como surfistas, windsurfistas o nadadores.