El cansancio y el miedo a una crisis social sin precedentes se dejan notar tras casi cuarenta días de aislamiento y limitación de la economía y la movilidad. Pero a los deseos de que todo vuelva a la normalidad lo antes posible se suma el temor a que un paso en falso dé al traste con todo lo conseguido hasta ahora. El dilema es general al conjunto de la población, pero en estos momentos se hace especialmente patente en quienes más posibilidades tienen de ser la avanzadilla del desconfinamiento, si dan resultado los planes del Gobierno de Canarias.

Los habitantes de El Hierro, La Gomera y La Graciosa están tan ansiosos como el que más de salir de sus casas y de que vuelvan a abrir los negocios que han tenido que bajar la persiana como consecuencia del estado de alarma. Al mismo tiempo, consideran clave que se mantengan, e incluso se refuercen, los factores que les han permitido ganar la batalla al virus, en especial el aislamiento del exterior y el exhaustivo control sobre las llegadas. Tienen claro que quieren ser "protagonistas" de esta nueva fase, pero también que no aceptan actuar como "conejillo de indias" en la recuperación de la actividad económica y los movimientos.

Belén y Mónica Padrón, de Comercial San Juan, en Valverde -de la cadena Unide Supermercados-, destacan la evolución que ha experimentado la actitud de la población herreña desde los primeros momentos de la crisis, cuando imperaban "la incertidumbre y el miedo", hasta los más recientes, en los que se nota "una cierta tranquilidad". Como en todas partes, primero se sucedieron las compras "a lo loco". "Explicamos que el supermercado iba a seguir abierto pasara lo que pasara", dicen. Ellos tomaron medidas -distanciamiento, control de la afluencia, uso de guantes- desde el primer momento. La misma consciencia de la importancia de tomar precauciones han notado en sus vecinos, que, "como norma general, han sido muy responsables". "Sabíamos que, si se controlaba, era muy difícil que el virus caminara en El Hierro", añaden.

Sobre la posibilidad de que estas islas sean pioneras del desconfinamientopioneras, las hermanas Padrón lo ven "positivo hasta cierto punto", siempre condicionado a que se tomen "medidas de precaución". "No puede ser como antes", advierten. La normalidad tiene que "llegar poco a poco". "No queremos ser conejillos de indias".

Lo que exponen los ciudadanos de las islas con menos incidencia de la Covid-19 concuerda con las intenciones manifestadas por el Gobierno regional, que en esta primera fase de la vuelta a la normalidad -que depende del visto bueno del Ejecutivo central- prevé mantener la reducción al mínimo de la conectividad aérea y marítima. "¿Qué sentido tiene que la gente no pueda hacer vida normal, ir a comprar o a la cafetería, si los puertos y aeropuertos están cerrados?", se preguntó el lunes el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres.

Sin el café de la mañana

Precisamente eso, salir a tomar un café, era lo que hacía cada mañana Piedad Páez, una graciosera de 65 años que, desde que se inició el estado de alarma, permanece aislada en su domicilio junto a su marido, con escasísimas salidas (solo para ir al supermercado cuando "las chicas" la llaman para avisarla de que el establecimiento está casi vacío, lo que suele ocurrir sobre las tres de la tarde). "Lo llevo bien, aunque echando de menos a mis hijos y nietos", confiesa. Su visión sobre el fin del confinamiento coincide con la que expresan herreños y gomeros. "Me parece bien, pero si dejan entrar a gente de fuera estaremos en las mismas", expone. La flexibilización de las medidas no deja de provocarle "un poco de miedo", si bien comparte los deseos de volver a la normalidad y de salir a la calle. En cuanto al récord de La Graciosa, que no ha registrado un solo contagiado, lo atribuye a ese cierre al exterior, aunque también cree que ha habido algo de suerte. "Cuando ya había virus entraron excursiones y no pasó nada", recuerda.

Néstor Padilla coordina la Agrupación de Protección Civil de La Gomera. Constata cómo "la inmensa mayoría de la gente ha respetado el confinamiento, al igual que en toda Canarias". El aislamiento propio de una isla menor , que tanto perjudica económicamente a territorios como el gomero, se ha revelado en este caso "fundamental" para atajar y controlar el avance de la epidemia. También ha sido "clave", a su juicio, que "incluso antes del estado de alarma se decidiera cerrar a cal y canto las residencias de mayores". Padilla cree "magnífico" el trabajo realizado en la Isla Colombina por el Gobierno canario y el Cabildo desde finales de enero, cuando se detectó el primer caso del nuevo coronavirus no solo en el Archipiélago, sino en toda España. Desde entonces, solo se han registrado nueve positivos más.

Iniciar el desconfinamiento en La Gomera "es viable siempre y cuando se garantice la seguridad". "No puede ser -afirma Néstor Padilla- que se abran las puertas y todo el mundo salga a la calle". Sí es necesario, en su opinión, que lo hagan los niños. Además de mantener el aislamiento exterior, considera conveniente que se hagan "test masivos" que permitan conocer con precisión cuál es la situación sanitaria de la isla.

En las últimas semanas, Protección Civil en La Gomera ha sumado a sus actividades habituales la distribución a domicilio de las comidas destinadas a los usuarios de un asilo, el reparto de compras de medicamentos y alimentos a personas en situación de riesgo y la toma de temperatura a los pasajeros que llegan por mar a la isla, entre otras "labores de apoyo logístico".

También en la Isla Colombina ejerce su actividad Divina Creus, que regenta una farmacia en San Sebastián. Ha tenido la impresión de que el estado de ánimo de la sociedad es bueno, si bien empieza a cundir la preocupación por la situación económica y social que seguirá al levantamiento del estado de alarma. De hecho, en la isla se habla de la necesidad de, una vez suavizadas las restricciones, comprar sobre todo en el comercio local y así "dejar el dinero aquí" y ayudar a las pequeñas empresas en dificultades. "Seguro que desde la política también se ayuda para superar esta situación", confía.

En estas semanas ha habido "mucha consciencia" de la gravedad del problema sanitario. Ahora, los gomeros están "deseando que venga el desconfinamiento y ser protagonistas de él". Empezar este proceso por territorios como La Gomera es, para Creus, "un proyecto muy factible". "Si se hace con sensatez, puede funcionar muy bien. Aquí nos conocemos casi todos y nos vemos las mismas personas todos los días", sostiene.

Segundas residencias

De nuevo en La Graciosa, María Jesús Páez -que elabora a mano ropa típica de la isla- resalta los esfuerzos realizados por los residentes para evitar los riesgos. Pese a ello, asegura que hay residentes en Lanzarote que tienen una segunda casa en La Graciosa y que van y vienen todos los días a trabajar. "Eso se tenía que haber evitado", apunta. También se muestra recelosa de que una apertura de la actividad y los movimientos pueda hacer retroceder los progresos cosechados, al tiempo que advierte de los perjuicios económicos que el coronavirus y el confinamiento han causado a la isla. "Este año lo vamos a tener mal. No vendrán los turistas que vinieron el anterior. Habrá que esperar, pero por lo menos estaremos limpios del virus", dice.

La caída del turismo también afectará a Virginia Nielsen, propietaria del Supermercado La Mar y de un negocio de alquiler de bicicletas en La Graciosa. "El 100% vivimos de eso. Sin turismo no hay ingresos, pero los gastos se mantienen", lamenta. El comportamiento de los gracioseros ha sido, dice, ejemplar. "La gente ha sido muy respetuosa. La prioridad ha sido que no entre el virus". Por eso, reconoce sentir algo de miedo por el riesgo de que, con el desconfinamiento, "se baje la guardia". Sí defiende que los niños, que considera que están entre los más perjudicados por esta situación, puedan salir.

Isabel Gutiérrez es una de las responsables de Quesadillas Adrián Gutiérrez e Hijas, una de las fábricas señeras del tradicional dulce herreño. Aunque la ausencia de turistas ha hecho bajar las ventas, han seguido produciendo para la población local y para otras islas. Gutiérrez ve "mucha más confianza en la gente" al comprobar que la epidemia se ha controlado. "Ahora estamos más predispuestos a salir", apunta. Sobre el desconfinamiento en las islas en las que menos impacto ha tenido la Covid-19, cree que "no es lo mismo un sitio pequeño como El Hierro que una gran capital", lo que facilitaría la vuelta a la normalidad a la isla. No obstante, considera aconsejable "ver primero cómo van las cosas y que hay un control".

"Al principio la gente no se lo creía mucho", recuerda Alida Ortiz, propietaria de un supermercado en la localidad gomera de Valle Gran Rey, sobre los primeros momentos del estado de alarma. La salida del desconfinamiento es bien recibida por esta empresaria, que la condiciona también a que se mantengan las medidas de precaución. "No podemos bajar la guardia", señala. Teme que Valle Gran Rey sienta con fuerza la crisis. No ha tenido Semana Santa y aún no es seguro que pueda tener temporada de verano. "Vivimos del turismo".