Embutidos (sobre todo mortadela), manzanas frescas, licores, café, vodka... Y también ropa, gafas de sol, motocicletas y ciclomotores, piezas de automóvil e incluso tiovivos, columpios, casetas de tiro y demás atracciones de feria. Todo eso importa Canarias de Italia, el país europeo más afectado por la crisis sanitaria a que ha dado lugar el coronavirus. De hecho, el Estado mediterráneo no es un cualquiera para los importadores, distribuidores y consumidores del Archipiélago. Ni mucho menos. Italia es el cuarto mayor mercado de abastos para las Islas, con un volumen de compras que rozó los 260 millones de euros solo en 2019. La economía regional únicamente gasta más dinero en aprovisionarse de mercancías en Francia, Alemania y los Países Bajos. En mercados como el del Reino Unido, con estrechos vínculos históricos y comerciales con la Comunidad Autónoma, las empresas canarias adquirieron el año pasado productos valorados en 153 millones, 107 menos de lo que les costaron las mercancías made in Italia, lo que sirve para ilustrar hasta qué punto la república transalpina es importante para el tejido productivo isleño. Además, el Archipiélago envía bienes a Roma por un montante anual de 19 millones de euros, con lo que la crisis del Covid-19 se cierne sobre un negocio bilateral de 279 millones. Y eso solo el comercio, porque si en el análisis se incluye el daño potencial al turismo, la cifra que está en juego asciende a cerca de 700 millones de euros al año.

Esfuerzos en Italia

Son justamente el comercio y los servicios, y más concretamente la actividad turística, los dos sectores de la economía regional más expuestos a las consecuencias del bloqueo que sufre Italia. Desde Roma se afanan para que el tráfico de mercancías, tanto interior como exterior, no se vea afectado por la paralización del país, y los productos, al menos de momento, siguen llegando a las Islas. Sin embargo, la producción de bienes (que ya se había ralentizado por la escasez de materiales para manufacturas importados de China, cuya economía fue la primera en padecer los efectos colaterales del coronavirus) se ha frenado de golpe. Y, en consecuencia, las exportaciones se debilitarán en las próximas semanas y meses. ¿En qué medida? Dependerá de cuánto se alargue la situación en Italia. Una incertidumbre ante la que ya han reaccionado los importadores canarios, que en la medida de lo posible están intentando stockarse, esto es, acumular mercancías por si las cosas se complican aún más y se interrumpe el flujo comercial con el país transalpino. Se trata, en definitiva, de guardar en los almacenes para poder seguir suministrando a los distribuidores y minoristas (supermercados, ultramarinos, tiendas, talleres, industrias...) incluso en el caso de que los buques italianos dejen de llegar o lleguen vacíos a los puertos.

El presidente de la Asociación de Empresarios Importadores y Distribuidores de Productos de Consumo en Canarias (Adican), Pedro Peña, confirma que las mercancías procedentes de Italia mantienen un ritmo normal de llegada. Peña trae productos de zonas del norte del Estado mediterráneo, donde la friolera de 16 millones de personas permanecen en cuarentena, e incluso en estas circunstancias las mercancías están saliendo con cierta normalidad. Sí ha habido problemas con las exportaciones a estos lugares, exactamente a las regiones de Lombardía, Véneto y Emilia-Romaña, tal como han reconocido desde la Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM), pero las ventas de las empresas del Archipiélago a estos puntos de Italia son pequeñas. Canarias envía al país transalpino básicamente pulpos, calamares y sepias congeladas, y en menor medida vehículos; desperdicios y residuos de oro o de chapado; papel higiénico, toallitas, servilletas y similares; y plantas de interior. Pero la factura, esos 19 millones en 2019, es en términos globales pequeña, de ahí que la preocupación en el caso de la Comunidad Autónoma esté más en las importaciones que en las exportaciones. Por eso, y aunque de momento el flujo comercial no se ha deteriorado, no al menos drásticamente, las empresas de las Islas han recibido la recomendación de stockarse. "No sabemos cómo continuarán las cosas en Italia ni en qué medida afectarán a las exportaciones, así que hay que stockarse", explica el presidente de Adican. Sin embargo, no está siendo fácil.

Son miles los contenedores de mercancías bloqueados en los puertos y en los buques chinos o atracados en China. Fue en el gigante asiático donde se produjo el brote original de Covid-19, en concreto en Wuhan, lo que desembocó en que su economía sufriera lo que ahora está sufriendo la economía italiana: una drástica paralización que se ha suavizado pero aún continúa. Los buques portacontenedores a los que la crisis pilló atracados en los puertos chinos tuvieron que alargar su estancia más de lo previsto, y con ello ralentizaron el tránsito normal de estos grandes recipientes. Otra cantidad ingente de contenedores sencillamente se quedó en tierra y continúa en tierra, ya que la actividad portuaria en el país asiático ha caído sobremanera. Así pues, los importadores de las Islas están en la misma situación en que estaría quien fuera a hacer la compra a un supermercado y no tuviera ni bolsas ni carritos para transportar los productos.

Pero los efectos de la crisis italiana no se detienen en el comercio. Es más, son si cabe más preocupantes en la primera industria regional: el sector turístico. Los hoteles, apartamentos, bares, restaurantes, agencias de viajes y demás empresas del sector han encajado ya el primer golpe. Un golpe de 64,3 millones de euros menos de facturación de aquí al 30 de abril. La repercusión no será la misma en todos los negocios, pero todos sin excepción se han quedado sin 66.000 potenciales clientes en lo que resta de marzo y el próximo mes. Esa, 66.000, es la cifra de italianos que iban a pasar sus vacaciones en el Archipiélago durante estas semanas; los mismos que se han tenido que quedar en sus casas después de que España prohibiera los vuelos directos desde el país vecino y la mayoría de aerolíneas decidiera suspender su actividad en los aeropuertos de la república. En otras palabras: prácticamente no habrá turismo italiano en las seis siguientes semanas. Y aunque pueda resultar paradójico, este no es, ni de lejos, el peor escenario. Lo peor, como en el caso del comercio, es la incertidumbre. Tanto por no tener la seguridad de que la conectividad con Italia esté en mayo plenamente recuperada como por la imposibilidad de saber en qué medida se reducirá el número de turistas transalpinos con independencia de que la situación mejore más o menos rápido. No en vano, el país vecino tendrá que reactivarse cuando lo peor de la crisis quede atrás. Muchos trabajadores que tenían sus vacaciones previstas para un determinado momento tendrán que cambiarlas por las nuevas necesidades de sus empresas; otros tantos sufrirán en sus bolsillos la paralización económica, en el peor de los casos engrosando la cola del paro, con lo que cancelarán sus planes de viajar a las Islas; y otro número indeterminado sencillamente ya no querrá volar ni al Archipiélago ni a ningún otro destino tras haber pasado una situación tan difícil. Nada de esto quedará cuando pase el tiempo, pero a corto y medio plazo, el daño al turismo se producirá sí o sí. Falta por ver en qué medida.

Casi medio millón

Hasta 455.383 italianos visitaron Canarias a lo largo del año pasado, un mercado que aún está lejos de los del Reino Unido o Alemania pero en absoluto despreciable. De los casi 15.100 millones de euros que facturó el sector turístico en 2019, más de 400 millones, exactamente 405, los generaron esos 455.000 súbditos del Estado mediterráneo. Un gasto que, además, irradia a todas las actividades que dependen del turismo. Cada italiano desembolsa en sus vacaciones en el Archipiélago una media de 889 euros, y ahí entran lo gastado en bares, cafeterías y restaurantes; en los supermercados; en el alquiler del coche; en taxis y guaguas; en parques recreativos; en museos; y por supuesto en el alojamiento.

Pero, además, la relación entre Canarias y el país de la bota es cada vez más fuerte también en lo personal. La comunidad italiana en el Archipiélago es una de las más numerosas del país, lo que es especialmente perceptible en comarcas como la del sur de Tenerife o en islas como Fuerteventura. Actualmente residen en la región 39.023 italianos, cuando hace diez años solo eran 17.331. Es decir, la colonia transalpina se ha duplicado en apenas diez años; en realidad más que duplicarse, ya que ha crecido un 125%.

Este sensible incremento de la población italiana en las Islas ha ido aparejado a un cada vez mayor peso en la economía regional. Los transalpinos se han convertido, sin ir más lejos, en los animadores del alicaído sector inmobiliario. Son los extranjeros que más casas compran en la Comunidad Autónoma, desbancando así a los británicos, que históricamente han sido la colonia mayoritaria en Canarias. De cada diez viviendas que los extranjeros adquieren en las Islas, dos las compran italianos.