El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, estará el jueves en la capital grancanaria para abordar el repunte de la inmigración clandestina a las Islas y buscar soluciones, pero el actual escenario es el de un desbordamiento de la capacidad para acoger a los migrantes que llegan a las costas isleñas. El primer problema con el que se va a encontrar el ministro es el de la situación de los centros de internamiento de extranjeros (CIE) ya que la Justicia cuestiona el funcionamiento del centro grancanario de Barranco Seco, mientras que el del Matorral, en Fuerteventura, está cerrado y sin visos de que pueda reabrirse a corto plazo y el de Hoya Fría, en Tenerife, está al límite de su capacidad.

No es la primera vez que Barranco Seco está en la picota por parte de la Justicia por su funcionamiento y el tratamiento a los migrantes.

El Ministerio del Interior culminó recientemente las obras de reforma del inmueble después de varios meses de retraso, pero las deficiencias se mantienen porque el espacio sigue siendo escaso para el desenvolvimiento de los internos. Según ha podido saber este periódico, el último auto judicial emitido por el magistrado Arcadio Díaz Tejera, actualmente en el Juzgado que controla los CIE, ya ha sido remitido a la Delegación del Gobierno y a la Jefatura Superior de Policía de Canarias y en el mismo se sigue la línea de autos anteriores, es decir, se pone en cuestión las condiciones en las que se encuentran los migrantes en un edificio que ya se ha quedado pequeño para acoger internos.

Fuentes de las organizaciones no gubernamentales que tienen acceso a Barranco Seco critican que, pese a las mejoras físicas introducidas, asuntos como el asesoramiento jurídico a los migrantes o la asistencia sanitaria han sido denunciados al juez porque hay fallos y vulneraciones que no se han solventado con respecto a la anterior etapa a la reforma. Según las organizaciones humanitarias, en Barranco Seco no se cumplen las garantías que establece el sistema penitenciario español y lo que se ha hecho es un lavado de cara poniendo baños en las habitaciones y remodelando la entrada y la sala de visitas, pero el poco espacio físico impide que los internos apenas tengan actividad, las mudas y la comida no están adaptadas a la situación en la que se encuentran o no hay intérpretes ni médicos suficientes.