Casi 40.000 británicos disponen de tarjeta de residencia en Canarias -346.000 en toda España-. Para ellos, como para los españoles que viven en el Reino Unido, nada cambia hoy, por mucho que el brexit sea ya, oficialmente, una realidad. La extensión hasta final de este año de un periodo transitorio garantiza el aplazamiento de los efectos de la salida del país. La pregunta es cuáles serán esos efectos. Esa incertidumbre es la que atenaza a la comunidad británica -ingleses, sobre todo, pero también escoceces, galeses y norirlandeses- en el Archipiélago. "Nadie sabe" es la respuesta más repetida cuando se les pregunta por su vida en la etapa que se abrirá en apenas once meses.

La cifra de naturales del Reino Unido que tienen tarjeta de residencia en las Islas ha crecido en algo más de 5.500 personas desde junio de 2016 -fecha en la que se celebró el referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea- hasta el mismo mes del año pasado, según los datos de la Secretaría de Estado de Migraciones. En cambio, los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), recogidos en sus Cifras Oficiales de Población, reducen el contingente británico en la Comunidad Autónoma a 25.589 ciudadanos en 2019, unos 1.700 menos que tres años atrás. Se tome la referencia que se tome, la presencia británica en tierras canarias es importante tanto en términos cuantitativos como históricos. Empezaron a venir por motivos comerciales, continuaron haciéndolo para conocer in situ los atractivos naturales del Archipiélago, luego para descansar y disfrutar de un clima más benigno que el que impera en las Islas Británicas y se convirtieron en los visitantes más asiduos y en impulsores de la industria turística. Entre viaje y viaje, muchos decidieron quedarse, tanto como residentes permanentes como de turistas de larga estancia, esos que pasan hasta seis meses en las Islas y el resto del año en su país.

Quienes han seguido los pasos de esos primeros viajeros que un día se establecieron en Canarias oscilan entre la tristeza y la preocupación. Aunque la Unión Europea y el Reino Unido han dado prioridad a la preservación de sus derechos de ciudadanía, no las tienen todas consigo. Y eso pese a que la Embajada del Reino Unido en España ha recordado mediante un comunicado que los derechos de trabajo y acceso a la Seguridad Social quedan garantizados -tanto durante el periodo transitorio como después- para todos los que tengan la residencia acreditada antes del próximo 31 de diciembre.

Sheila Merrit, directora de Cambridge English Tenerife

Sheila Merritt lleva casi cincuenta años en Canarias. Llegó en 1971 -"con la erupción del Teneguía", bromea- y en Tenerife lleva "una vida estupenda". Vive cerca del parque García Sanabria, donde pasea con sus perros y se siente "privilegiada", aunque a veces la burocracia y la lentitud de la administración le causan cierta frustración. "No estoy de acuerdo en absoluto, como la gran mayoría de los británicos que residimos aquí", afirma, contundente, cuando se le pregunta por su postura respecto al brexit.

Merritt dirige Cambridge English Tenerife -centro que organiza en la Isla los exámenes para acreditar el idioma inglés que ofrece la Universidad británica- y tiene muy claro que sus compatriotas tomaron en junio de 2016 una muy mala decisión. A su juicio, la postura de los que han encabezado la campaña del sí tiene mucho que ver con lemas como el América primero del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. "Piensan que esto favorecerá a Inglaterra, pero no se dan cuenta de que necesitamos exportar y de que Europa es importante para eso", argumenta. Por ejemplo, exporta exámenes y profesores al centro que ella misma dirige.

Al llevar tantos años en España, sabe que no tendrá problemas con su pensión y su Seguridad Social, que "son españolas". Pero no ocurre lo mismo con otros británicos radicados desde hace menos tiempo en Canarias. Es el caso de los padres de algún compañero, que se han afincando recientemente en las Islas y que "sí están preocupados". Relata, por lo que le transmite un médico de cabecera, que muchos pacientes ingleses se están planteando la posibilidad de cambiar de nacionalidad para garantizarse que el acceso a sus medicamentos seguirá como hasta ahora.

La oposición al brexit entre los británicos que viven fuera del Reino Unido no parece entender de tendencias políticas. Así, Merritt se define sin ambages como conservadora -no en vano, su padre fue alcalde tory en un pueblo del sur de Inglaterra-, pero ello no la hace más comprensiva con una medida que cree completamente perjudicial para su país, ni tampoco más benévola con quienes la han tomado o apoyado, entre otros el actual primer ministro, Boris Johnson.

Como otros de sus compatriotas, la directora de Cambridge English Tenerife no se siente demasiado informada por parte de las autoridades británicas. Ha sido la Universidad quien le ha dado algunas pautas. "Nos han aclarado que este año no va a pasar gran cosa. Tenía la duda de si iba a necesitar una licencia de importación y exportación al no haber libre comercio, pero por ahora no es así, y van a seguir facturándome en euros", explica. El Consulado, en cambio, "no ha dicho nada de nada", lamenta.

Por si la llegada del brexit no hubiera sido suficientemente anunciada durante los últimos años, Sheila Merritt recibió una señal hace cosa de cuatro meses. Renovó su pasaporte británico y en el nuevo ya no figuraba como miembro de la Unión Europea.

Simon Rignall, empresario

Cuando, siendo niño, Simon Rignall visitó por primera vez Tenerife, el sur que hoy conocemos, y en el que él ahora vive, "casi no existía". Sus padres tenían una casa en la que pasaban los veranos. "Me enamoré de la Isla. Soy surfista y entonces tenía las playas para mí solo", confiesa. Venía tres o cuatro veces al año hasta que, con 22 -cuando sus padres se jubilaron en Tenerife-, decidió quedarse. Montó empresas -empezó con un restaurante-, se casó con una palmera, tuvo hijos -que tienen doble nacionalidad- y aquí sigue, sintiéndose a veces más español que británico.

Rignall es un caso más de esa silenciosa diáspora británica que busca temperaturas más cálidas y cielos más soleados, no solo en Canarias sino en buena parte de las costas de España y Portugal. "Yo creo que hay más británicos de más de cincuenta años fuera del Reino Unido que dentro", dice. Como la de muchos de esos compatriotas, su vida se ha visto alterada por el brexit y, sobre todo, por la incertidumbre que comporta. "Hay tantas dudas...", contesta, cuando se le pregunta por las posibles consecuencias del divorcio entre su país y el club comunitario.

Esa falta de certezas tiene, en ocasiones, más repercusiones que los propios hechos. Por la actividad de su mujer -es farmacéutica- sabe que hay británicos, "clientes fieles" residentes en el sur, que se han marchado porque han "anticipado el brexit". El temor a quedarse sin acceso a la Seguridad Social y a no poder aportar los gastos que suponen sus medicamentos o la sanidad privada han ahuyentado a algunos de sus compatriotas. Aunque está registrado en el Consulado, nadie ha contactado con él, lo que abunda en la falta de información en la que él y otros residentes británicos se mueven.

Ante la inquietud que genera el brexit, los británicos que viven en Canarias barajan diferentes alternativas. Rignall no descarta solicitar la doble nacionalidad -como la que tienen sus dos hijos, de 28 y 26 años de edad-, pero tiene reservas dada su "historia familiar", muy arraigada en Inglaterra. "No quiero romper la cadena".

Sarah Hutchings, traductora y editora

También residente en el sur de Tenerife, Sarah Hutchings considera el brexit "un desastre" sin paliativos, tanto por las repercusiones que la salida del Reino Unido de la Unión Europea pueda tener desde el punto de vista práctico como por los efectos perjudiciales que, según augura, tendrá para su país. Casada con un canario y con dos hijos -un niño nacido en Londres y una niña nacida en Tenerife-, esta traductora y editora teme que lo que hasta el momento resultaba sencillo empiece a ser engorroso. "Soñaba con poder dividir el año y estar seis meses allí y seis aquí. Ya estuvimos hace dos años con nuestros hijos. No dominaban bien el idioma y pasamos 14 meses allí. Esas libertades, esa suerte que teníamos, pueden cambiar. Todo será más burocrático y exigirá más trabajo". Estas dificultades en el plano de la "logística" suponen también la alteración de una imagen del futuro, que "ahora ha cambiado".

Según Hutchings, la campaña de los partidarios del brexit -los brexiteers- ha estado impulsada por "el miedo y el odio", y eso ha impactado en los electores, que han votado en esa clave. Los perjuicios los sufrirán, sobre todo, quienes no han podido votar: los más jóvenes. "A una generación entera le va a afectar muchísimo en los próximos diez años sin haber tenido ni voz ni voto", afirma esta joven profesional.

No esconde su indignación cuando expone que a los votantes se les ha obligado a hacer una elección a ciegas, sin disponer de la información necesaria. En todo caso, opina, podía haberse consultado si había interés en salir de la UE y, en caso afirmativo, negociar con las autoridades comunitarias. "Se ha votado con una incertidumbre enorme. No se sabía cómo lo iban a ser. Se han gastado una millonada y siguen sin saberlo. Todo se ha explicado fatal", sostiene. En la tesitura de una elección cuyas consecuencias no estaban claras, la mayoría de sus compatriotas se ha inclinado por dar un salto en una dirección desconocida.

"Nos espera más incertidumbre", vaticina Sarah Hutchings, para quien, hasta ahora, "todo ha sido ir viendo sobre la marcha y apagando fuegos". Han pasado casi cuatro años, destaca, y "lo único que han hecho es un despilfarro de recursos". Según esta profesional, el gobierno británico "va con los intereses de los más ricos", no ofrece "respuestas contundentes" y da la sensación de que no tiene nada "bajo control". "Nunca eres más fuerte fuera de un club que siendo miembro. ¿Cómo vas a cambiar las cosas desde fuera?", se pregunta.

Annie Chapman, profesora

"Me siento europea, no especialmente británica o española", dice Annie Chapman, profesora en el British School Tenerife de Los Realejos. Para esta británica afincada en Santa Cruz de Tenerife, "somos mucho más fuertes juntos". Por esta razón, considera que sus compatriotas han estado "muy equivocados" a la hora de votar a favor del brexit. Ella no pudo participar en el referéndum porque lleva más de quince años fuera del Reino Unido. El resultado de la consulta -y los argumentos de quienes la promovieron- "no tienen sentido", sentencia.

Aunque los próximos once meses no representarán ningún cambio, lo que viene después la inquieta. Se preocupa de forma especial por los efectos del divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea sobre los jóvenes. Su hijo vive en Inglaterra y, aunque no tiene problema al disponer de pasaporte británico, está rodeado de compañeros que se encuentran "tristes" al presentir que sus posibilidades de viajar y estudiar en otros países del club comunitario pueden verse resentidas.

"Personalmente no sé cómo me va a afectar. Tengo permiso de residencia que es permanente como ciudadana de la UE, pero ahora mi país ya no será parte de la UE", indica Annie Chapman. En cuanto a sus compañeros y amistades, "todos quieren quedarse en Europa". La misma postura se manifiesta entre los miembros de un grupo de Facebook del que forma parte integrado por afectados por el brexit en Canarias. Lo que tiene claro entre tanta ausencia de certezas y tanta indefinición es que las cosas no serán iguales. "Tenemos que cambiar nuestro papel", constata.