El primer ministro británico, Boris Johnson, aseguró ayer, una hora antes de hacerse efectiva la salida de Reino Unido de la Unión Europea que el Brexit "no es un final sino tan solo un comienzo para Reino Unido".

En un discurso retransmitido a través de su cuenta de Facebook, Johnson dibujó un paralelismo entre la situación en Reino Unido y una obra de teatro, donde "el telón se levanta y empieza un nuevo acto de esta, nuestra gran obra nacional". Así, se mostró comprensivo con aquellos que tienen esta noche un "sentimiento de ansiedad y pérdida", pero recalcó que su deber, así como el del Gobierno británico, es el de "unir al país y llevarlo hacia delante".

"En parte se trata de utilizar estos nuevos poderes, esta soberanía reconquistada, para hacer realidad los cambios que el pueblo ha exigido mediante el voto", dijo antes de referirse "al control de la migración, la creación de puertos libres, la liberación de la industria pesquera, la posibilidad de alcanzar acuerdos comerciales o, simplemente, el cumplimiento de las leyes en beneficio de los británicos".

El divorcio euro-británico ha necesitado 32 meses de negociaciones, casi 30 votaciones en Westminster, 100 reuniones del grupo de alto nivel del brexit, 17 comparecencias ante el Parlamento Europeo del negociador jefe, Michel Barnier, y se ha llevado por delante a dos primeros ministros británicos, David Cameron y Theresa May. Pero esto, según Barnier, ha sido lo fácil. Ahora empieza lo verdaderamente "difícil": negociar un acuerdo económico y comercial "ambicioso" y a gusto de ambos bloques. Un escenario ante el que la UE reivindica su fortaleza frente al "espléndido aislamiento", según definición de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el que desde la medianoche pasada se encuentra Gran Bretaña.

Pero pese a esta llamada a mirar hacia adelante, en las capitales europeas se multiplicaron durante la jornada de ayer los mensajes que expresaban el sentimiento de pérdida. El más contundente fue el del presidente francés, Emmanuel Macron, para quien "Brexit" "es una señal de alarma que debe hacer reflexionar a todos los países". La canciller alemana, Angela Merkel, valoró que la salida del Reino Unido es una "profunda ruptura para toda Europa".

Londres y Bruselas tendrán menos de 11 meses -lo que durará el periodo transitorio- para negociar su nueva relación. Un plazo insuficiente según la Comisión Europea, que tardó siete años en negociar su acuerdo de libre comercio con Canadá y más de dos décadas con los países de Mercosur.

El Gobierno británico todavía no fijó posición, pero sí avanza que no quiere ni mercado interior (libre circulación de personas, capitales, bienes y servicios) ni unión aduanera ni estar vinculado a las decisiones del Tribunal de Justicia de la UE. Quiere cortar lazos radicalmente con la UE y esto limitará las opciones de la relación. Sobre la mesa hay distintos modelos posibles de acuerdo -Noruega, Suiza, Ucrania, Turquía o Canadá, entre otros-, pero todo dependerá de las líneas rojas de Londres.

La UE está dispuesta a ofrecer un acuerdo inédito, pero a cambio exige el mantenimiento de los estándares sociales, medioambientales o fiscales para evitar que el Reino Unido se convierta en una especie de Singapur a orillas del Támesis, que haga competencia desleal a las empresas europeas desde el otro lado del Canal de la Mancha.

"Sin igualdad de condiciones en medio ambiente, empleo, fiscalidad y ayudas de Estado no podrá haber un acceso al mercado único de alta calidad. Si no eres miembro, no puedes mantener los beneficios de ser parte", avisaron en una carta los presidentes de las tres instituciones europeas, Charles Michel, Ursula von der Leyen y David Sassoli, que eligieron el centro de visitantes del Parlamento Europeo para decir su último adiós y prometer un nuevo amanecer para Europa. "Nuestra intención es ser leales como lo hemos sido estos últimos tres años. Deseamos mantener la relación más estrecha posible con Gran Bretaña", pero "cuanto más decida divergir de los estándares europeos, menos acceso tendrá al mercado interior", insistió Michel. "Queremos tener la mejor relación posible, pero nunca será como la pertenencia", añadió Von der Leyen, que resumió su estado de ánimo con una frase de Jean Monnet, padre fundador de la UE: "No soy optimista, no soy pesimista, estoy determinado".

Así afrontan esta nueva etapa. Convencidos de que la unidad hace la fuerza, de que el aislamiento es negativo y de que los nuevos desafíos -cambio climático, seguridad o digitalización- no se pueden afrontar en solitario. Una unidad cuyo máximo exponente ha sido y seguirá siendo Barnier, que el lunes presentará el mandato negociador que deberán ratificar los 27. Se trata de una guía con las prioridades de la UE para la negociación que comenzará en marzo.