Cuando el secretario general de los socialistas canarios, Ángel Víctor Torres, expuso su deseo de que el Archipiélago tuviera una plaza en el Consejo de Ministros, el presidente Pedro Sánchez coincidió en la justicia de la petición. Para entonces, tenía aún varias vacantes en su Ejecutivo y una especialmente espinosa, la del ministro o ministra que habría de encargarse de devolver al cauce de la cordura la estructura del Estado. Torres le convenció de que Darias tiene el perfil adecuado para poner el país en la senda de la revisión amable.

El secretario federal daba forma a un Ejecutivo con muchos asientos, ¿cómo iba a quedar Canarias al margen cuando el PSOE había cosechado aquí los mayores éxitos en términos de poder desde 1993? Sabía también que Cataluña será, además de un apoyo decisivo, el de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) a su investidura, el principal manantial en el que los partidos de la oposición intentarán alimentarse de cara a futuras citas electorales.

Darias acude hoy junto a todos sus compañeros de Ejecutivo al Palacio de la Zarzuela para prometer su cargo ante el rey Felipe VI. Pasado el mediodía pisará por vez primera su nuevo despacho, donde arranca el madrileño paseo de la Castellana, para recibir los poderes de manos de Luis Planas, que también continúa a cargo del sector primario en el equipo que ahora echa a andar.

El desafío catalán tiene también a la expectativa al resto de comunidades autónomas y a los barones del PSOE. La falta de experiencia de Carolina Darias en la política nacional parecía alejarla de los sillones azules del Congresos de los Diputados, pero Torres convenció a Sánchez de lo contrario. Precisamente la ausencia de encontronazos pretéritos es lo que valida la llegada al puesto de una perfecta desconocida.

Sorpresa en Madrid

Los medios nacionales incidían en esa cuestión del práctico anonimato de la política isleña. Uno de los de mayor tirada llegó a recoger la supuesta extrañeza que despertaba "la procedencia" de la elegida. El Archipiélago continúa siendo un lugar demasiado alejado, casi ignoto, para la España ultramontana; castigar a Darias por el hecho de ser canaria retrata el modelo de país al que se aferran los que serán sus mayores detractores. "El espacio de entendimiento es fundamental para generar un marco institucional que genere confianza", señaló Carolina Darias en una entrevista cuando tomó el mando de la Consejería de Economía, Empleo y Conocimiento del Gobierno de Canarias que ahora abandona camino de la capital.

Se refería entonces a la necesidad de contar con los agentes económicos y sociales para lograr sacar adelante el programa político que Torres presentó en la sesión parlamentaria que terminó con su investidura como primer presidente socialista de las Islas de los últimos 26 años.

En la misma aparición en los papeles, la que desde hoy es ministra de Política Territorial y Función Pública se refirió a la imperiosa necesidad de contar con un Ejecutivo central. Era agosto y aún no se habían quemado todos los cartuchos de la pasada y breve legislatura. "Es mi primera petición desde este cargo", sostuvo. Las piezas le encajaron a Pedro Sánchez, pero aún le faltaba conocer la otra cara, la del rigor y la asertividad a la hora de establecer unos límites intraspasables. Para ello bastó hacerle un relato de los cuatro años en los que ejerció el cargo de presidenta del Parlamento de Canarias. Carolina Darias hizo escasas concesiones a los diputados cuando eran las lindes del reglamento de la Cámara las que estaban en juego. Sin embargo, nunca regateó cuando se trató de negociar con los portavoces cualquier cuestión de orden interno. El continuo ejercicio de cintura política terminó por convencer al presidente.