1.500 viviendas destruidas, 500 millones de animales muertos y 5,5 millones de hectáreas quemadas, el equivalente a 35 veces la superficie de Gran Canaria. ¿Qué ocurre en Australia?

Australia es su país inmenso con grandes masas forestales que periódicamente se queman de forma natural. Es un continente muy antiguo que evolucionó al margen de Asia y África e incluso tiene animales, los marsupiales, que no tienen nada que ver con los mamíferos. Esa superficie tan grande ha convivido durante millones de años con el fuego, pero con la llegada del ser humano ha habido unos cambios importantísimos en el uso del territorio. Y uno de ellos es la supresión del fuego. Por tanto, ahora hay unas masas forestales continuas y con una gran carga de materia seca, lo que llamamos biomasa o necromasa, que arde en unas condiciones muy violentas por la cantidad. No es lo mismo que arda una cerilla a que arda un paquete de cerillas. Eso hace que colapse el sistema de extinción, que allí, además, está muy basado en el voluntariado. Las condiciones son malas porque vienen de una primavera muy seca y nada más empezar el verano ya tuvieron grandes incendios y llevan meses así. Es algo similar a lo que nos ocurrió a nosotros en Gran Canaria.

¿Qué similitudes tienen?

Una primavera muy seca y mucho tiempo sin llover. Si a eso se aplican unas condiciones extremas, como temperaturas muy altas y vientos muy fuertes, es imposible contener las llamas. Y a eso hay que sumarle la presencia de personas y viviendas, que siempre hacen que se compliquen los incendios, pues obligan a priorizar. Si apagas el bosque no puedes proteger las casas y si te dedicas a defender las vivienda no puedes atacar los frentes del fuego. Y en incendios tan grandes la prioridad deben ser las personas. Para la gran superficie quemada, solo 1.500 casas me parecen pocas, lo que indica que se han dejado arder grandes zonas por defender los hogares o que se ha hecho bien el trabajo previo de proteger los pueblos contra los incendios. 24 fallecidos en 5,5 millones de hectáreas es una buena cifra si se compara con otros incendios recientes en Europa. Portugal tuvo dos con 60 y 80 muertos.

¿Y a qué se debe esa intensidad del fuego?

Estos incendios se parecen más a deflagraciones, con una liberación muy fuerte de energía que incluso modifica las condiciones meteorológicas del entorno. El incendio provoca una especie de tornado y el pirocúmulo que se acumula en la cabeza del incendio es tan potente que genera un flujo de aire hacia la parte alta de la atmósfera, lo que provoca la entrada de vientos en superficie hacia el incendio. Es decir, el siniestro es capaz de generar vientos muy fuertes. Los incendios de los últimos años son los llamados de sexta generación y vienen del cambio climático, por masas vegetales estresadas que se han ido acumulando durante años y que no tienen la humedad adecuada ni la lluvia necesaria.

¿Se puede hablar de efecto directo del calentamiento global?

El cambio climático no se puede discutir, existe un incremento de la temperatura por el efecto invernadero. La dificultad está en saber cómo va a afectar a cada territorio. Habrá sitios donde se modifique el régimen de precipitaciones y otros en que suban o bajen las temperaturas, incluso puede haber lugares en que venga bien. El cambio climático es un hecho, pero la aplicación a cada territorio es algo por definir. A gran escala, sí que se observan esas sequías prolongadas en algunos sitios y Australia es uno de ellos. En Canarias también hay sequía en estos años, aunque la ha habido siempre. Las crónicas históricas hablan de pérdidas de cosechas y hambrunas. La emigración canaria tiene que ver con eso. Pero no hay pruebas científicas para decir que se debe al cambio climático.

Fuegos en Australia, Portugal, Grecia, California y ahora también en la Amazonía. Incluso se podría incluir a Canarias en esa lista negra. ¿Hay algún nexo común entre esos lugares?

Pensemos en cuando no había seres humanos. Se generaba un incendio y se acababa cuando llovía o llegaba a un río. Había unas maneras de arder y un ciclo en que se iba quemando cada territorio. Lo que hemos hecho los humanos es apagar todo. Generamos una mayor carga, y ese mismo incendio que hemos apagado, años después es un incendio más virulento. Eso es lo que está pasando. Hay territorios que son dependientes del fuego, es lo que dice la ecología del fuego, y otros son más independientes.

¿Por ejemplo?

Dos casos claros en la Islas son la laurisilva y el pino canario. La laurisilva no es dependiente del fuego y es un buen aliado para nosotros porque frena y amortigua el incendio, pero el pino canario arde muy bien, le encanta y necesita el fuego. Y luego hay un montón de especies que van en ese cortejo. Se ha descubierto que grandes incendios han favorecido procesos ecológicos. Son complejos, pero hay una relación entre el fuego y la ecología. Nosotros decidimos que el fuego es malo y lo hemos apartado. Y como respuesta natural hay una modificación del régimen de incendios. Antes eran de fuegos muy ligeros, de una longitud de llama de dos o tres dedos que iba quemando y limpiando, y ahora lo que tenemos son incendios devastadores, con cabezas que no podemos apagar. En cierta manera, con nuestra acción estamos creando incendios más destructivos. En ese dilema nos encontramos. Los expertos creen que hace falta más fuego porque hay sitios que necesitan quemarse en unas condiciones determinadas, pero la sociedad no está preparada. Ahora mismo decir eso está visto como un disparate, pero el fuego también tiene un papel ecológico y hay que intentar descubrir qué parte es beneficiosa. Hay sitios que se tienen que quemar cada cinco años con un fuego muy ligero, otros cada 25 años con una cierta intensidad -y el pino canario apunta por ahí-. Lo que sí está claro es que el actual sistema de extinción no es capaz de detener estos incendios porque son tormentas de fuego.

Dice que de cada incendio se aprende algo. ¿Qué lecciones deja esta ola en Australia?

Sí, que todas las señales están indicando hacia el cambio climático y que la vía de la supresión total del fuego nos conduce a que tengamos peores incendios. Aquí, en 20 años hemos tenido casi 1.000 incendios y solo cuatro han sido graves y han quemado grandes superficies. Es un porcentaje bastante bajo, pues solo hemos fallado en menos del 0,5% de los casos, ¿quién no comete errores? Priorizamos la vida humana. El último incendio de Gran Canaria fue muy complicado, pero nos calma que no hubo fallecidos. Nos sorprendió la poca cantidad de casas quemadas, lo que indica que la ciudadanía hizo limpiezas previas y siguió las indicaciones, aparte de que los bomberos y forestales defendieron muchas viviendas. El comportamiento agresivo en Australia ya no es una cosa extraordinaria. Empiezan a ser comunes estas imágenes dantescas porque son tantos miles de kilómetros a cubrir por los equipos de extinción que llega un momento en que se colapsa. En proporción, el personal en el incendio de Gran Canaria fue muchísimo mayor que en el de Australia.

¿Cómo va la recuperación de los bosques de Gran Canaria del 2017 y del pasado verano?

Se cumplen los pronósticos en la zona norte. En Tamadaba, Artenara y Tejeda ya ha llovido y la tierra está húmeda. Hemos tenido problemas por desprendimientos en la carretera de Valleseco a Artenara, pero ha sido lluvia serena, está saliendo pasto y se empieza a cubrir de vegetación. En la vertiente sur no ha llovido casi nada. La parte alta de Tejeda está verde por la precipitación horizontal del alisio, pero la zona baja está muy seca. El tramo de pinos radiata en lo alto de Valsendero quedó destrozado, pero era un pino a liquidar. Han empezado las tareas de restauración y después se repoblará. Tamadaba y la entrada de Artenara es de pinos canarios y los que se quemaron de copa son pocos, por lo que podrán rebrotar en un par de años. De hecho, en gran parte de esos pinares solo se quemó el suelo y ya se está cubriendo de pinocha. Las zonas de matorrales de sustitución que habían ocupado terrenos de cultivos y la laurisilva (retamas, codesos y escobones) han sido regeneradas por el fuego. Hay dos maneras de limpiar el territorio: o lo limpias tú o te lo limpia el incendio. Antes el gestor de ese territorio de Gran Canaria era el ganado y la agricultura, pero todo eso ha cambiado.