Con el telurio que en teoría duerme bajo las aguas al suroeste de Canarias se podrían fabricar los paneles solares suficientes para cubrir el consumo de electricidad de 18 territorios como el Archipiélago, o lo que es lo mismo: la mitad de la demanda eléctrica de una de las grandes potencias económicas mundiales, el Reino Unido. Eso en cuanto al telurio, el más valioso de los metales que se concentran en el monte submarino Tropic, pero no el único. De hecho hay tanto cobalto, siempre según las previsiones a que dio lugar la expedición británico-española que se llevó a cabo en 2016, como para fabricar las baterías de más de 275 millones de coches eléctricos. En otras palabras: para renovar nueve veces todo el parque automovilístico de España, que no llega a 30 millones de vehículos. Estas cifras son el resultado de los cálculos publicados por la revista Science a partir de los datos de la expedición, pero la riqueza de los fondos marinos próximos a El Hierro puede medirse también en otros términos. Porque bajo las aguas donde se encuentran las Abuelas de Canarias existe también una fauna que algunos científicos han calificado de vulnerable. Corales, esponjas e incluso calamares gigantes cuya protección complicaría aún más la remota opción de explotar la mina submarina de Tropic, en la que hoy por hoy no hay tecnología para picar y extraer materiales.

En 1976 descubrieron en Cantabria un yacimiento de hidrocarburos que tras un primer sondeo disparó todas las expectativas. Iba a ser la "salvación" económica de España. En el segundo sondeo el optimismo decayó: ya no parecía que hubiera tanto petróleo como el que se calculó inicialmente. Y la tercera y definitiva exploración convirtió aquel hallazgo destinado a enriquecer al país hasta niveles insospechados en el sueño de una noche de verano. Ni siquiera mereció la pena perforar el subsuelo, porque lo que allí yacía no tenía valor, al menos no lo suficiente como para emprender una costosa prospección.

Lo recuerda Antonio Afonso, que fue uno de los expertos que participaron en aquel descubrimiento. Afonso, que durante más de tres décadas trabajó para las principales industrias petroleras del mundo, entre ellas Shell, Chevron, Gulf Oil, OXY y Repsol, ilustra con este ejemplo la cautela que hay que tener al valorar el tesoro que duerme bajo las aguas canarias. Ese yacimiento de telurio y otros metales de altísimo valor para la industria tecnológica ubicado en los montes submarinos al suroeste del Archipiélago.

El mismo que está detrás de la solicitud de España a Naciones Unidas para extender su soberanía sobre las aguas canarias hasta las 350 millas náuticas de la costa, lo que les daría al país y la Comunidad Autónoma el control del espacio marítimo en que se encuentra Tropic, el monte en que está la mayor parte del telurio. Este es el mismo objetivo de Marruecos al pretender delimitar sus aguas arrogándose la soberanía de las del Sahara Occidental. Una pugna política que va in crescendo a pesar, paradójicamente, de que el tesoro submarino es "inexplotable".

El telurio es un metal muy raro. De hecho es unas tres veces más escaso que el oro. En cambio, su demanda ha crecido exponencialmente y se prevé que lo siga haciendo en las próximas décadas por las muchas posibilidades que ofrece para las nuevas tecnologías. El telurio o teluro se emplea, por ejemplo, en la fabricación de paneles solares, y no es el único elemento químico de alto valor hallado en los montes submarinos de Canarias. También se ha encontrado cobalto, de gran importancia para la industria automovilística, especialmente en lo relacionado con los coches eléctricos. El cobalto es fundamental para la fabricación de las baterías de los vehículos eléctricos. Alrededor de la mitad del cobalto mundial se extrae en la inestable República Democrática del Congo, donde las grandes firmas del sector han echado sus redes. No en vano hacen falta entre unos once y tres kilos de cobalto por cada coche eléctrico. La cruz de la moneda de la revolución verde automovilística está en que el cobalto congoleño se saca en minas donde las condiciones de seguridad sencillamente no existen y donde prolifera el trabajo infantil. El caso es que todo parece que en los montes submarinos hay telurio y cobalto como para parar un tren. Especialmente en uno.

Estos montes submarinos, que se han bautizado como las abuelas de Canarias porque se originaron en los mismos procesos geomorfológicos que dieron lugar al Archipiélago, se cuentan por decenas y han sido mayoritariamente descubiertos a lo largo de las últimas décadas. La gran mayoría caen dentro de las 200 millas náuticas de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) canario-española, de modo que es el Estado, y por tanto también las Islas, el que tiene la potestad para extraer y explotar los recursos naturales. El problema es que el monte submarino que concentra, con mucha diferencia, la mayor parte del telurio y el cobalto es justamente el que no está dentro de la ZEE. Se trata del monte Tropic, un antiguo volcán que se levanta desde el lecho marino, a cuatro kilómetros de profundidad, hasta quedar a mil metros de la superficie.

Tropic está a unas 250 millas náuticas al suroeste del Archipiélago, con lo que se queda fuera de las aguas bajo soberanía española por apenas 50 millas. Sin embargo, los Estados pueden extender el control del espacio marítimo más allá de las 200 millas que marcan el límite de la ZEE si demuestran que el lecho marino es la continuación natural de la superficie terrestre. "El argumento de España es que al oeste de El Hierro el suelo marítimo tiene el mismo origen volcánico que el Archipiélago", explica el profesor de Derecho de la Universidad de La Laguna Vicente Navarro Marchante. Si Naciones Unidas acepta la tesis española, como parece más que probable a juicio de la mayoría de expertos, el país y las Islas extenderían sus dominios marítimos hasta las 350 millas. Y ahí sí que está incluido Tropic.

Pero la cosa es aún más compleja, porque Tropic también está dentro del espacio marítimo que le correspondería al Sahara Occidental, cuyo territorio ocupa Marruecos de forma ilegítima. En su solicitud a la ONU, España reconoce el solapamiento con una posible extensión de la plataforma continental saharaui, que no marroquí, que se solucionaría con el diálogo y que podría dar lugar, por ejemplo, a una coexplotación de los recursos de Tropic. Así que Rabat ha movido ficha y ha delimitado unilateralmente sus aguas considerando como suyas también las del Sahara. Un enredo jurídico-político que tiene como telón de fondo una riqueza por confirmar y de momento inútil.

La expedición científica británico-española que en 2016 descubrió el tesoro de Tropic apuntó que el antiguo volcán submarino podría contener unas 2.600 toneladas de telurio, lo que lo convertiría en la mayor reserva conocida hasta la fecha. Pero solamente "podría" contener esas cantidades, con lo que también podría no contenerlas. "Tú puedes obtener muestras, y esas muestras pueden ser válidas, pero luego hay que asegurar un volumen suficiente como para plantearse una extracción", ahonda Antonio Afonso. La recomendación vale para cualquier material, más si cabe en el caso del telurio y el cobalto. La fórmula es sencilla: cuánto hay, qué calidad tiene, cuánto se produce y cuánto cuesta. En este caso no se saben con exactitud ni la cantidad de materiales ni si la calidad de las muestras es la de todo el yacimiento.

Pero incluso con la certeza de que efectivamente hay 2.600 toneladas de telurio e ingentes cantidades de cobalto, nada cambiaría. ¿Por qué? Porque son recursos naturales hoy por hoy "inexplotables", subraya Afonso. Una cosa es extraer crudo de los fondos marinos, "es decir, a través de un tubo", simplifica el reconocido geólogo Juan Carlos Carracedo, y otra muy distinta, la minería submarina, esto es, "picar piedra a metros y metros de profundidad", una industria que todavía está en pañales. "En definitiva, una cosa es que haya riqueza y otra, que resulte rentable extraerla", detalla Carracedo, que recuerda que hay minas de oro de altísimo valor que no se han explotado simplemente porque el trabajo tendría unos costes tan altos que no se cubrirían con los actuales precios. Y ocurre que los recursos de Tropic "son inexplotables a los actuales precios", que no compensarían el enorme coste que supondría desarrollar la tecnología necesaria. Es más, lo seguirán siendo a corto, medio y muy posiblemente largo plazo, con lo que el tesoro seguirá durmiendo. Incluso puede que nunca llegue a aprovecharse.