La labor fundamental que llevan a cabo los inspectores de Salud Pública ha saltado al primer plano en los últimos meses por el brote de listeriosis que se produjo en Andalucía. La carne mechada que distribuía la empresa alimentaria Magrudis, contaminada por listeria (la bacteria causante de la listeriosis, que en casos extremos puede incluso llevar a la hospitalización), puso indirectamente de manifiesto hasta qué punto es importante el trabajo de control de estos funcionarios. La carne que vendía la firma sevillana dejó decenas de intoxicados, un caso que se está dirimiendo en la Justicia. Los inspectores de la Comunidad Autónoma creen que la Consejería de Sanidad debe contar con una flota de vehículos propios para que puedan desplazarse sin problemas a recoger muestras, al menos en aquellos casos en que el trayecto sea especialmente complicado, como las bodegas, las queserías o incluso los guachinches que se encuentran en zonas aisladas. De hecho, también en el departamento que dirige Teresa Cruz Oval están considerando la posibilidad de disponer de automóviles propios para las tareas de inspección. Pero, de momento, la situación está bloqueada. Ni los funcionarios están dispuestos a seguir usando sus propios coches ni el Servicio Canario de la Salud está en condiciones de pagar los viajes en taxi.