Los desacuerdos entre el PP y Vox dieron ayer como resultado una Mesa del Congreso que el PSOE y Unidas Podemos (UP) dominarán a placer: seis puestos frente a tres. El cordón sanitario funcionó en la votación para cubrir las cuatro secretarías, pero no en la precedente, para elegir las cuatro vicepresidencias, razón por la cual la extrema derecha se hizo con una de ellas (para el expopular Ignacio Gil Lázaro) contando solo con sus 52 votos.

Antes, la socialista Meritxell Batet había sido reelegida presidenta de la Cámara baja, primera mujer que repite al frente de la tercera institución del Estado y la primera persona, sin distinción de sexo, que revalida el cargo desde el socialista Félix Pons (1986-1996). Al frente del Senado salió elegida, tal como estaba previsto, la candidata del PSOE, la jurista Pilar Llop.

Vox consiguió una de las vicepresidencias gracias a que ni PSOE, ni PP, ni UP presentaron más de un candidato para cubrir las cuatro plazas. Los números hablan por sí solos: a ningún partido le costó menos votos que a Vox obtener el puesto: Alfonso Rodríguez Gómez de Celis (PSOE) fue elegido vicepresidente primero con 108 votos; Ana Pastor (PP), segunda, con 101, y Gloria Elizo (UP), tercera, con 77 sufragios, incluidos los de ERC y Junts per Catalunya (JxC), que votaron por ella.

Los socialistas querían estar seguros de que retenían la vicepresidencia primera de la Cámara baja, por lo que destinaron a Gómez de Celis el grueso de sus 120 votos para poder superar los 89 del PP, 10 de Ciudadanos y 2 de Navarra Suma que iba a recolectar Pastor.

Pero en la siguiente votación, la destinada a elegir a los cuatro secretarios, el cordón sanitario operó sin problemas; y como Vox no se avino al pacto que le había propuesto el PP para ceder una de las secretarías a Cs, el bloque de derechas perdió la oportunidad de obtener un cuarto representante: UP se hizo con dos secretarías, el PSOE con una y el PP con la que quedaba.

Tras lo cual empezó el cruce de reproches entre el líder de los populares, Pablo Casado, y el de la extrema derecha, Santiago Abascal. Y la bronca creció hasta el punto de que el portavoz de los segundos en el Congreso, Iván Espinosa de los Monteros, advirtió que su partido será "aún más exigente" en las comunidades y municipios en los que sostiene gobiernos del PP y Ciudadanos.

Casado arremetió contra Vox acusándolo de repartir "carnets de patriotismo y españolidad", para después "preferir que Podemos tenga un puesto más" en la Mesa del Congreso. A su entender, el partido de Abascal "se ha equivocado" porque si tanto les "importa España" y quieren "sacar a la izquierda radical" de las instituciones, hay que hacerlo "unidos".

"El partido que se quejaba de un cordón sanitario contra él por parte del PSOE tejía un cordón sanitario a Ciudadanos", protestó Casado. Pero Abascal no se arredró y acusó al PP de ser el "único responsable de que el comunismo y el separatismo tengan un sitio más" en el órgano de gobierno de la Cámara al haberle dado "inútilmente" sus votos a Cs. Sin embargo, la formación naranja responsabilizó a una "alianza circunstancial" de PSOE y Vox (porque "les conviene retroalimentarse") de dejar fuera de la Mesa a su diputado José María Espejo-Saavedra. La portavoz en el Congreso, Inés Arrimadas, denunció que "el PSOE ha preferido que esté Vox en la Mesa del Congreso a Cs y Vox ha preferido que esté Podemos a Cs". "El resultado: en vez de José María Espejo-Saavedra, que luchó desde la Mesa del Parlament contra el golpe de Estado" en Cataluña, "estará (Gerardo) Pisarello, la mano derecha de (Ada) Colau", tuiteó la portavoz.

En el Senado, la socialista Pilar Llop fue elegida presidenta en segunda votación, con 130 votos. La vicepresidencia primera fue para Cristina Narbona (PSOE) y la segunda para Pío García-Escudero (PP).