Los Kokorev fueron detenidos en septiembre de 2015 y se les imputa el delito de blanqueo de 26 millones de euros procedentes supuestamente de una cuenta del presidente y jefe de Estado de Guinea Teodoro Obiang. El Banco de España sostiene que la familia Kokorev movía dinero de la cuenta del Petróleo de Guinea Ecuatorial abierta en el Banco Riggs de Nueva York. Fueron detenidos en Panamá y extraditados a España, donde ingresaron en la cárcel. Hoy viven en Las Palmas de Gran Canaria tras dos años de prisión preventiva. Igor Kokorev, en libertad provisional sin fianza, responde a esta entrevista con un cuestionario por correo electrónico.

¿Qué significa para usted haber pasado estos años investigado, bajo sospecha?

No era consciente de que estaba bajo sospecha hasta que hace cuatro años me detuvieron y me tuvieron dos años y pico en prisión. Otra cosa es que en la prensa española me llamaron testaferro de Obiang ya en septiembre de 2009. Pero era tan ridículo que jamás pensé que un juez o un fiscal podría llegar a creer semejante invención. Esas informaciones acabaron con mi vida profesional y social en España. ¿Qué repercusión tienen para un abogado de 20 y pocos años, una quincena de artículos en la prensa nacional? Es lo que en tantas ocasiones se llama la muerte civil de una persona.

¿Qué sensación se tiene después de haber pasado dos años entre rejas y ahora con la prohibición de salir de la isla?

De que mi vida no es mía para vivirla sino de los jueces en Canarias para hacer con ella, a su gusto, todo lo que les haga falta, para no tener que reconocer un error judicial de libro. Es un auténtico calvario del que espero algún día poder recuperarme.

¿Cómo es un día en su vida en Las Palmas de Gran Canaria?

Pues cuando no me encuentro a los agentes de la UDYCO rondando por los alrededores de nuestra casa, haciendo vigilancia indiscreta por cuenta propia, o lo que sea que hagan, o el día que tengo que ir a firmar en el Juzgado, mi día a día es como el de una persona a la que le han cancelado el vuelo para volver a casa y le dicen que ya le avisarán mañana para coger otro. Y así desde hace cuatro años. Como es natural, aprovecho mi formación y profesión de abogado para defenderme de una agresión más propia de otra clase de regímenes distintos al democrático e impropia de un Estado de Derecho.

¿Cómo se encuentra su familia?

La salud de mi padre es lo que más me preocupa. Para poder estar conmigo, mi esposa ha tenido que aceptar un exilio voluntario, dejar atrás a su familia, sus amigos, una brillante carrera en el ámbito de la cultura. Dejarlo todo atrás para estar en un lugar en el que ni habla el idioma. Lo toma con mucha filosofía, y hacemos lo que podemos para que nuestras hijas sean felices aquí, pero se merecen poder estar con sus abuelos, tíos y primos, sin tener que renunciar a estar con su padre. Es terrible.

¿Cuál es su relación con el presunto blanqueo de capitales de Teodoro Obiang del que se acusa a su padre?

Primero tienen que acusar a mi padre de algo, para lo cual sigue sin haber horizonte judicial, en palabras de la Audiencia Provincial. Cuando tenía 15 años mi padre tuvo un infarto mientras estaba en África. Coincidió que por la misma época operaron a mi madre. Mi padre me apoderó en la cuenta de su empresa por si acaso le pasaba algo. Nunca llegué a utilizar el poder y me había olvidado por completo hasta que aparecí en la prensa nacional junto a mis padres con acusaciones no solo desproporcionadas sino total y absolutamente infundadas.

¿Usted ha hecho operaciones mercantiles con la considerada empresa fantasma, Kalunga, en Guinea Ecuatorial?

Kalunga dio trabajo a más de 350 marineros, capitanes e ingenieros. Así que menuda empresa fantasma. Todo está acreditado documentalmente. En los tiempos de Kalunga yo era menor de edad, y después era estudiante de Derecho en Madrid. No he estado en Guinea Ecuatorial desde que era un niño. Estoy muy orgulloso de las cosas que ha hecho mi padre por la población de ese país, más aún, porque habiendo vivido allí de pequeño tengo alguna idea de las dificultades a las que se tuvo que enfrentar, pero no he participado de ninguna manera en sus negocios o proyectos allí. Jamás.

¿Usted ha podido desarrollarse profesionalmente como abogado?

Sí, durante los tres años después de terminar la carrera y hasta que salieron las noticias de la vinculación con Obiang. Era abogado en uno de los mejores despachos nacionales en Madrid. Trabajaba una media de 16 horas diarias, contando fines de semana, pero no me importaba porque me gustaba lo que hacía y mis compañeros eran mi otra familia. Una vez apareces en la prensa nacional relacionado con un blanqueo de capitales, tu carrera como abogado mercantil de primera línea está acabada. No tiene nada que ver con las medidas cautelares. Es mucho anterior. Es una destrucción instantánea, fulminante, de tu reputación y tu imagen. Irreparable. Como jurista, en estos momentos me interesan más los derechos fundamentales. Espero que a raíz de nuestro caso y su proyección internacional algo cambie a mejor en la justicia canaria y en la española.

¿Qué es lo que más le duele, desde el punto de vista humano, de este proceso dilatado en el tiempo?

Que mi padre no llegará a ver su final, que no estará en condiciones físicas ni mentales para defenderse después de esta barbarie, que, en vez de disfrutar de un merecido descanso tras una vida de mucho trabajo y dificultades, de que se celebren sus logros, es el perenne y supuesto testaferro de Obiang.

Creen ustedes que la Justicia está "tirando de la manta" en un proceso sin límites, casi infinito. ¿Por qué piensan así?

Porque después de 15 años de investigación no hay acusación. Cuesta creerlo, pero es la realidad desde el punto de vista jurídico. Porque todo empezó con una mentira; que Kalunga, la empresa de mi padre, fue investigada en los EEUU y que se determinó que era una tapadera de Obiang. Ahora es cuestión de construir un caso nuevo y dilatar el procedimiento para que se olvide como empezó todo. ¿Hasta cuándo?

¿En qué condiciones de salud se encuentra su padre? ¿Puede hacer vida normal?

Mal. No, no puede hacer vida normal, sea lo que sea vida normal con este procedimiento. Tiene problemas de corazón, hipertensión no controlada, diabetes. Tiene dificultades para moverse, y para concentrarse. Estos cuatro años de encarcelamiento y de reclusión forzada, de estrés constante, sobre todo de preocupación por su familia, han destrozado su salud. Lo peor es que lo advertíamos una y otra vez, ojo, que en España a los 65 años se es joven, pero esta es una persona que nació en la URSS y trabajó casi toda su vida en África, que ya ha tenido un infarto, miren como está ya, no va a aguantar mucho más en la prisión. Pero no nos hacían ni caso. Mi padre es la persona investigada por un delito de blanqueo que más tiempo ha estado en la historia de España en prisión preventiva, dos años y medio. Y los de la acusación popular, que van de defensores de derechos humanos (pero aquí, no en Guinea Ecuatorial) insistiendo en que estuviera cuatro años.

¿Se encontrará su padre en condiciones de ser juzgado?

No. Es ya tristemente evidente. Hay dos cuestiones. Los eventos catastróficos que una persona en su estado puede sufrir, y, el deterioro general. En los últimos cuatro años he visto a mi padre a punto de morir en una prisión panameña, y temí que no saldría vivo de la prisión de Juan Grande, porque necesitaba ser tratado en condiciones y de urgencia. Pero lo peor es el deterioro paulatino. Ver a una persona brillante intelectualmente apagarse poco a poco, sin ninguna posibilidad de revertir la tendencia.

¿Teme que puedan aparecer nuevas cuentas bancarias que aún permanecen ocultas? ¿Están ustedes colaborando con la justicia?

Aceptamos ser extraditados a España con una orden que jamás habría sido aceptada por las autoridades panameñas o de ningún otro país si la hubiéramos peleado. Cuando llegué aquí hace cuatro años declaré ante la juez y el fiscal con secreto de sumario, sin saber nada del caso, respondiendo a todas sus preguntas, y me encerraron durante dos años y querían hacerlo por otros dos. Ya me han dejado muy claro que la colaboración que quieren de mí es que declare contra mi padre, pero eso no lo acepté ni cuando estaba en prisión y quería conocer a mi hija de año y medio, que no pude ver ni nacer y que la conocí ya con esa edad.

¿Hasta dónde piensan llevar su lucha en los tribunales? Han desarrollado acciones en la Unión Europea, en el Consejo de Europa, en Naciones Unidas...

Hemos presentado una demanda contra España en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, la Corte acaba de tramitarla. En su momento nuestros abogados se quejaron a la UE y les dirigieron al Consejo de Europa. Es cierto que el caso llegó también al Parlamento Europeo, y recientemente al Consejo de Derechos Humanos de la ONU y también a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa. Hay muchas personas a las que les ha preocupado nuestro caso, muy en especial que esto pueda suceder en un país de la UE. Es simplemente aberrante. Los errores judiciales y las vulneraciones de derechos fundamentales o humanos ocurren en todas partes. Lo insólito es que aquí se sabe qué ha pasado: se ha tenido a una familia entera más de dos años en prisión preventiva, la mayor parte de este tiempo con absoluto secreto de sumario y cuatro años después sigue sin haber acusación formal o juicio a la vista y no se ha hecho nada al respecto.

Ha denunciado su abogado una cadena de manipulaciones y errores. ¿No lo han podido demostrar hasta ahora?

Está más que demostrado, se han aportado informes periciales, se ha detallado paso a paso cómo se manipuló el contenido del informe del Senado americano sobre Riggs Bank; que se leyó no torticera sino falsamente como si fuese la descripción del descubrimiento de la pólvora. Y hay una 'prueba' donde la manipulación es tan evidente que basta con hacer click en propiedades de los documentos para ver que fueron creados en el dispositivo por los investigadores un mes después de la detención. El problema es que hay nula supervisión de la juez y la Audiencia Provincial se lava las manos argumentando que es solo la fase de instrucción. Ya se verá todo cuando llegue a juicio. Parece que no importan los derechos que se pisen por el camino, por años que dure.

¿Se considera cabeza de turco? ¿De quién? ¿Por qué?

Que este caso lo inicia y lo promueve alguien con un plan que nada tiene que ver con la justicia, y menos con la justicia española. Es evidente, y hay rastros de ello por todas partes. Pero, sinceramente, a mí estos juegos me importan poco. Y lo digo, rotundamente, sabiendo que somos víctimas de uno de ellos.

¿Considera usted que hay responsables, con nombres y apellidos, de instigar este proceso contra los Kokorev?

Seguro que sí, pero quién y cómo utiliza a la justicia canaria para sus intereses particulares debería preocupar a los jueces y a los fiscales. A mí lo que me preocupa es lo que hace la justicia con mi familia y conmigo.

¿A qué se refiere al hablar de error judicial?

¿A qué? Partiendo del convencimiento de culpabilidad, primero se exageran, cuando no se inventan, los indicios contra una persona. Después todo lo que contradiga esos indicios se minimiza, se ignora, o se reintegra en una tesis acusatoria más compleja. Y al final, creo, se acaba directamente por fabricar pruebas. Y hay que decir que lo habitual es que ese convencimiento de culpabilidad tenga su origen en prejuicios raciales, étnicos, religiosos, o de otro tipo, y en una cobertura mediática irresponsable que anticipa la condena. Es el caso Dreyfuss en Francia de finales del siglo XIX, el de Amanda Knox en Italia, o el del asesinato de Rocío Wanninkhof en España.

¿Espera usted ser absuelto? ¿O ya no cree en la justicia?

Antes de absolverme, los jueces me tendrán que acusar de algo, ¿no? Y eso, ¿cuándo? ¿El año que viene? ¿En el 2021? ¿Antes del 2023? Me perdonará si digo que no. En esta justicia que no es capaz de reconocer sus propios errores, cuando están a la vista de todos, no tengo mucha confianza. Y agotaré todas las instancias hasta que se reconozca que se nos ha hecho un daño tan brutal como injusto.