Una nueva campaña electoral tomó cuerpo anoche para dar paso a otra cita con las urnas el próximo día 10, la cuarta en sólo cuatro años tras las de diciembre de 2015, junio de 2016 y abril de 2019. Los partidos políticos vuelven otra vez a pedir a los ciudadanos el voto para sus candidatos y listas electorales en unas nuevas elecciones legislativas que todo el mundo ha interpretado como la 'segunda vuelta' de las últimas, hace menos de siete meses, de las que no surgieron las mayorías parlamentarias necesarias para formar gobierno y hacer arrancar la legislatura. Es una nueva oportunidad para salir del bloqueo político, pero la sensación, sin embargo, es que se aventuran nuevas dificultades y que la fragmentación política y electoral, y los posicionamientos de las distintas formaciones siguen haciendo muy difícil los pactos de gobernabilidad. El rompecabezas que trataba de componerse en abril y en el que los partidos fracasaron en ocho meses de legislatura se reproduce ahora con las piezas aún más enrevesadas y un contexto bastante más complejo por la erosión política y social provocada por la situación en Cataluña.

En actos muy modestos y sin grandes alharacas, los partidos políticos dieron anoche el pistoletazo de salida a una campaña de sólo una semana en lugar de los quince días habituales que marca la ley electoral. Conscientes del creciente malestar que la repetición de este tipo de procesos electorales produce en los ciudadanos, las formaciones modificaron la norma para limitar las campaña en estos casos y evitar así la reiteración de unos mensajes que, en este caso, ya fueron repetidos hasta la saciedad en la del 28-A, así como en la larga precampaña iniciada tras la frustrada investidura del socialista Pedro Sánchez el pasado mes de julio.

Los mismos mimbres teóricos

Sin nuevos debates programáticos de fondo, y casi con los mismos mimbres teóricos de la campaña anterior, pero con el gran impacto de la crisis catalana tras la sentencia del Tribunal Supremo a los líderes independentistas jugados por el procés, los partidos se lanzan a la conquista del voto en medio de un creciente temor a una amplia abstención provocada por la irritación e indignación ciudadana ante la incapacidad de los políticos para ponerse de acuerdo y, sobre todo, ponerse a gobernar. Con los mismos candidatos y prácticamente las mismas listas electorales de la anterior cita, las formaciones políticas miran de reojo a unas encuestas nada claras que no contentan a casi nadie.

Aunque la expectativa de una repetición electoral parecía inicialmente favorable a los intereses del PSOE y de Pedro Sánchez, los sondeos de última hora ponen en cuestión la estrategia trazada y a diez días del 10 N no están seguros de poder mejorar los resultados de abril. La macroencuesta del CIS del pasado martes aunque realizada hace ya varias semanas, sin embargo, si acercan a Sánchez a una mayoría que le facilitaría formar gobierno por la izquierda o por el centro. La mayoría de los partidos abordan la recta final de este proceso electoral sin las cuentas claras sobre sus expectativas electorales, aunque parece seguro que el PP y Vox subirán, que Unidas Podemos se mantiene, y que Cs va a perder un importante número de apoyos. Como elemento novedoso en esta campaña está la aparición de una nueva formación del lado de la izquierda, Más País, liderada por Íñigo Errejón y producto de una escisión de Podemos, mientras que en Canarias cabe resaltar la alianza entre CC y NC con el objetivo de incrementar el peso del nacionalismo canario en el Congreso.

Las urnas van a juzgar también el próximo día 10 no solo la responsabilidad que los electores de izquierdas reparten entre el PSOE y Unidas Podemos por su incapacidad para llegar a un acuerdo de gobernabilidad con el que se hubieran evitado nuevas elecciones, así como el efecto que puedan tener las protestas y la crisis de orden público en Barcelona por la sentencia del procés, y la campaña de desobediencia civil contra el Estado avalada por la Generalitat de Cataluña, que en principio podría estar reactivando el voto de ultraderecha en el resto de España. La histórica exhumación de Franco del Valle de Los Caídos es otro elemento sobre cuyo efecto en los resultados hay dudas. Todo ello mientras están pasando a un segundo plano elementos claves novedosos respecto a las anteriores elecciones como el enfriamiento económico nacional e internacional, la guerra comercial a escala internacional, y el aplazamiento hasta finales de enero del brexit.

CIS aparte, si las demás encuestas no se equivocan mucho, el 10 N podría aportar mínimas diferencias a efectos de mayorías ideológicas de cara a la gobernabilidad, lo que mantiene el riesgo de un nuevo bloqueo político que demostraría la cronificación de la crisis política española desde la aparición en 2015 de nuevas formaciones que rompieron con una etapa de 30 años de bipartidismo. La creciente fragmentación política y las dudas de los electores sobre a quién otorgar el voto, anticipa de nuevo un complicado puzzle parlamentario a partir del 5 de diciembre, fecha prevista para la constitución de las nuevas Cortes, que no sólo dificultará la formación de Gobierno, sino llevar a cabo una agenda legislativa básica. Menos aún la posibilidad de alcanzar grandes acuerdos de Estado para asuntos urgentes y necesarios en la actual coyuntura política y económica del país como la financiación autonómica, la cuestión territorial, el futuro de las pensiones, el pacto educativo, la reforma laboral, la transición ecológica hacia un nuevo modelo productivo sostenible.

El escenario canario

En Canarias, la campaña se presenta con algunas novedades respecto al 28 de abril que marcan los posicionamientos en estos días previos a las urnas y el resultado del día 10. La principal es el nuevo contexto político por el cambio de Gobierno regional, ahora en manos de una coalición de izquierdas liderado por el PSOE, tras más de 30 años de hegemonía nacionalista a manos de CC. Es una circunstancia que contrasta con la otra gran novedad de la campaña en las Islas, la de la coalición electoral entre las formaciones nacionalistas, la propia CC y NC, pese a su distinto posicionamiento actual en la política regional, los primeros en la oposición y los segundos en el Gobierno.

Es una apuesta de las direcciones de ambos partidos que ha sido cuestionada por sectores de las bases de cada uno de ellos pero con la que buscan lograr un escaño por Las Palmas, que se repartirían por tiempos Pedro Quevedo (NC) y María Fernández (CC) y ampliar la presencia nacionalista en el Congreso. La entente busca repetir los dos escaños logrados en abril en Santa Cruz de Tenerife por Ana Oramas y Guadalupe González Taño, objetivo difícil. Ambas formaciones tienen por delante una complicada campaña no sólo para tratar de hilvanar un mensaje homogéneo y coherente respecto a lo defendido por separado en abril, sino porque el debate político está muy mediatizado por asuntos de ámbito nacional que les resta protagonismo. El desbloqueo de la agenda canaria que sigue pendiente de la normalización política en Madrid es su argumento principal.

Cambios en el PP

En el resto de partidos, la única novedad destacada son los cambios en las listas a que ha dado lugar el cambio de liderazgo en el PP, donde la nueva presidenta, Australia Navarro, ha forzado la salida de las listas de María de Carmen Hernández Bento, tras ser relevada como número dos por Las Palmas por Auxiliadora Pérez y rechazar la tercera posición que se le ofrecía. Este y otros cambios ha causado malestar en distintos sectores del partido, ya muy agitado por la crisis que acabó con la dimisión en agosto de Asier Antona como presidente, pero que en todo caso se pretende superar con la leve mejora de los resultados electorales que auguran las encuestas

La aparición de un nuevas propuesta electoral por la izquierda, la de Más País que lidera Íñigo Errejón y que incluye las dos circunscripciones canarias entre las 18 en las que presenta candidaturas, puede variar el reparto de escaños en el Archipiélago, no tanto por las posibilidades de que esta nueva opción logre alguno, como por el hecho de que los votos que reste a otras formaciones progresistas acaben dándole el escaño a terceros. En uno de los temores de Unidas Podemos, que repite candidatos y listas en las dos provincias pero que podría sufrir en carnes propias esa circunstancia. Cs, por su lado, tiene por delante un doble reto en Canarias, superar la debacle que le auguran las encuestas en el ámbito nacional, y minimizar los efectos de las crisis sufrida por el partido en Tenerife tras las elecciones autonómicas y locales de mayo. Si ambos elementos se conjugan, peligran los escaños de Saúl Ramírez en Las Palmas y, sobre todo, de Melisa Rodríguez en Santa Cruz de Tenerife.