La sesión plenaria arrancó - es un decir -con la lectura de una nueva declaración institucional. El presidente, Gustavo Matos, no estaba demasiado atinado ayer y anunció la lectura de una declaración "en relación con la semana internacional que conmemora el mundo de las personas con, digamos, en fin, con las personas sordas". El mundo de las personas, tan distintos al de los pulpos o los rododendros. Curiosamente la Mesa de la Cámara no cayó en la cuenta de contratar a un traductor de lenguaje de signos, de modo que si algún sordo seguía la sesión primaria en directo o por internet, no se enteró de gran cosa. Eso sí, los diputados y diputadas reprodujeron el signo del aplauso, abriendo y cerrando la punta de los dedos de las dos manos, como si estuvieran desenroscando una bombilla imaginaria. Y lo consiguieron.

Fue una sesión a media luz, a menudo tediosa, sin una sola novedad política destacable, celebrada mientras la principal actividad económica del país -el turismo- se veía sacudida por una crisis espeluznante por la anunciada quiebra, 48 horas antes, del operador Tomás Cook. Sus señorías se lo tomaron muy relajadamente. Era sin duda el momento de exponer planes de contingencia cerrados o avanzados con el Gobierno central y debatidos con los cabildos insulares, pero solo se expectoraron generalidades y enérgicos buenos deseos, sobre todo por parte del presidente del Gobierno, Ángel Víctor Torres, cuya ligera tendencia al cantinflismo parlamentario comienza a ser un tanto preocupante ahí no más.

Pudo detectarse, de nuevo, en la primera pregunta de la mañana, formulada por María Australia Navarro, quien le reprochó a Torres que no actuara frente a la desaceleración económica. El presidente se atuvo al guión: además se mencionar por enésima vez la rebaja de medio punto del IGIC en 2019 le reprochó al PP que cuando gobierna cierranhospitales y escuelas para terminar afirmando que su equipo cumplirá con su agenda social, como siempre, sin mayores precisiones. El Gobierno de Torres se agarra como un clavo ardiendo a la rebaja del IGIC sin mencionar jamás el impacto de las menores transferencias del Estado en los ingresos de la Comunidad autonómica o sin referirse a esa humorada del Ministerio de Hacienda de transferir 145 millones de euros al filo 31 de diciembre: no pudieron gastarse en 24 horas y pasaron a computar como superávit, y el superávit solo puede utilizarse para pagar deuda pública. Con la pasta del convenio de carreteras pasó algo similar. El Gobierno de Clavijo decidió seguir adelante y gastar ese superávit. En el origen del desajuste actual del Gobierno de Canarias entre ingresos y gastos están los incumplimientos, torpezas e indiferencias del Gobierno de Pedro Sánchez, pero eso es anatema para los socios que mantienen al Ejecutivo. Después de demostrar que Navarro es la bruja del Este del PP, recordando que los conservadores votaron a favor del presupuesto de CC para 2019 -se le olvidó que también lo hizo su ahora compadre Casimiro Curbelo, y que sin los votos Curbelo, esos presupuestos jamás hubieran sido aprobados- el presidente recibió su primera tanta de aplausos.

La pregunta de Manuel Marrero

Algo similar ocurrió con la pregunta de don Manuel Marrero Morales, salvo que se trataba de un socio político. Preguntó Marrero sobre el cumplimiento legal del 5% de PIB de Canarias para invertir en Educación, pero Torres no precisó absolutamente nada: principios generales y abstracciones campanudas, pero ni una cantidad, ni un cronograma, ni una prioridad programática, nada de nada, salvo insistir en la importancia del derecho a la educación y el compromiso del Gobierno de Canarias con la educación y lo importante que es una buena educación para estar bien educados. Más aplausos y golpecitos sobre los escaños mientras el presidente tomaba asiento. Marrero parecía un poco sorprendido, aunque terminó asintiendo, qué remedio. A lo largo de la siguiente hora Luis Campos, portavoz de Nueva Canarias e inusualmente peinado, y Casimiro Curbelo, el Señor de las Moscas transformado en ángel de la guardia del pacto, escucharon respuestas muy similares: pequeños sándwich de naderías que Torres preparaba en un plisplas y que su bancaba aplaudía como platos de Martín Berasategui. El culmen llegó con una pregunta formulada por Nira Fierro, joven presidenta del grupo parlamentario socialista, que llevó hasta el líder el balón sobre la reciente firma del Plan Integral de Empleo para que Torres chutara sin problemas ni cansarse demasiado.

En dos minutos, Fierro explicó que ella estaba ahí, en el Parlamento, por los más desfavorecidos y desprotegidos por la sociedad: sin duda no se le ocurrió otro sitio mejor donde meterse. En ese lapso de tiempo llamó siete veces presidente a Torres, para transmitirle que el Gobierno no puede renunciar a hacer el bien y luchar contra el mal, la pobreza, la desigualdad. Más que a un jefe de Gobierno parecía estar dirigiéndose a Spiderman. Torres reconoció modestamente que la firma del PIEC -los 42 millones de euros ya aprobados por el Consejo de Ministros el 26 de abril, pero que por casualidad no habían llegado antes-era muy importante. Para políticas activas de empleo, por ejemplo.

La predisposición de Coalición Canaria sigue basándose en un educado amormamiento catatónico. Únicamente Socorro Beato, Cristina Valido y José Alberto Díaz Estébanez actúan como diputados y no como señores que han ido al casino del pueblo a pasar el rato. Pablo Rodríguez tiene la voluntariosa elocuencia de un maniquí de El Corte Inglés en época de rebajas. José Miguel Barragán, que sigue siendo secretario general de CC, es un tolerable portavoz si se está en el poder, pero en ningún caso el líder de un grupo parlamentario en la oposición después de la mayor paliza electoral que hayan sufrido los coalicioneros en su historia. Coalición tiene un grave problema de estrategia parlamentaria y de personal político para los próximos cuatro años. Cuando llega una magnífica ocasión -retratar al ministro de Fomento José Luis Ábalos y sus impresentables declaraciones en el Congreso de los Diputados a propósito del 75% de bonificación de los billetes aéreos- Torres se encarga sin muchos apuros de responderles con un argumento tan pueril como que no han entendido lo que decía el ministro. A su lado su vicepresidente, Román Rodríguez, sí lo había entendido, y cuando tomó la palabra hizo una cumplida descalificación del responsable de Fomento, para proclamar que "digan lo que digan los estudios, diga lo que diga el ministro de turno, el 75% de bonificación es un derecho que no se toca".

Torres no parpadeó

El ministro de turno es el secretario de Organización del PSOE, pero Torres no parpadeó. CC, por el contrario, apoyó a Rodríguez golpeando fraternalmente sus atriles. Igual Barragán lo considera una jugada maestra, pero en realidad es una señal de debilidad.

No hubo mucho más. La consejera Noemí Santana dejando entender que contestaba a la oposición de CC -era una pregunta de Cristina Valido- a pesar de ser la oposición de CC y anunciando un plan a largo plazo para acabar con la violencia machista en Canarias. El consejero Julio Pérez eludiendo respuestas sobre el cumplimiento de la Ley contra el Transfuguismo porque puede ser inconstitucional. Entre sus señorías todavía no se murmura mucho, salvo los casos de Patricia Hernández, alcaldesa de Santa Cruz, y Dolores Corujo, presidenta del Cabildo de Lanzarote, dos instituciones de gestión tan grata y descansada que les permite horas de asueto en los escaños hasta la hora de almorzar.

Un año preapocalíptico

Román Rodríguez cerró la mañana explicando las líneas generales de su proyecto presupuestario. Más o menos vino a decir el consejero de Hacienda que serían los mejores presupuestos posibles para un año preapocalíptico desde ese tono didascálico suyo, que suena tan convincente ahora como el de un pomposo empresario de pompas fúnebres. Las dificultades serán terribles, pero el Gobierno no renunciará a nada. Todo podrá perecer, pero él estará ahí para cuidar de la agenda social -aun ni un dato, ni un compromiso cuantificable, ni una estimación- y por supuesto preparar el presupuesto para 2021. Fue la diputada Esther González quien lo sintetizó mejor: "Los problemas presupuestarios heredados, la interinidad política, la caída de la actividad económica, las guerras comerciales y el brexit van a hipotecar este presupuesto".

Exactamente: este será un presupuesto escandalosamente hipotecado por la realidad. Ah, si no fuera por la realidad, sinceramente, tendríamos unos presupuestos perfectos donde brotaran la leche, el gofio y la miel de palma, de La Gomera, por supuesto. Gustavo Matos, aun sin recuperarse, anunció "una parada técnica para que se avituallen los diputados y diputadas". Sus señorías se miraron unas a otras hasta que alguien tradujo desde el grupo socialista: "Paramos para almorzar".