La subida del nivel del mar es uno de los grandes desafíos que tendrán que afrontar las Islas en las próximas décadas a consecuencia del cambio climático. Una lucha que el Gobierno de Canarias se ha marcado como una prioridad, no solo creando una Consejería para la Transición Ecológica sino aprobando con agilidad una declaración de "emergencia climática". Con ella, el Ejecutivo de Ángel Víctor Torres ha querido lanzar el mensaje de que mitigar los efectos del cambio climático será una de sus banderas y priorizar, al tiempo, los ejes de acción inmediata. Pero donde se retratará realmente el nuevo Gobierno no va a ser en esta declaración; ni tampoco en la anunciada aprobación de una ley específica. Será en los presupuestos donde marcará, o no, la diferencia con lo realizado hasta ahora, tras dilatarse en el tiempo una respuesta que ha situado a Canarias muy por debajo del reto: "Hay que invertir en saber. En saber cómo funciona realmente nuestro litoral, para después poder barajar las posibles respuestas", resume de forma muy gráfica Luis Hernández Calvento, uno de los investigadores que vienen trabajando en Canarias desde hace años en analizar y, sobre todo prever, los futuros escenarios posibles.

En los territorios insulares como Canarias, la respuesta que se anticipe a la progresiva pérdida de costa será clave. Y lo que están diciendo los primeros estudios de previsión es que el agua no solo va a tener más temperatura, y por tanto ascenderá el nivel del mar por la dilatación. Es que además el agua va a tener cada vez más energía. Y ese mayor potencial energético se va a traducir en que probablemente entre los meses de octubre o noviembre a febrero, un oleaje cada vez mayor golpeará contra las costas, explica el profesor de Geografía de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Invertir en saber

Ahora bien, ese impacto sobre los sistemas costeros no va ser igual en las zonas naturales que en las intervenidas: "En una Avenida Marítima con un litoral fijo y duro, reforzado con tetrápodos y hormigón, la subida del nivel del mar no tendrá las mismas consecuencias que en zonas de materiales no fijos como las playas". Y añade Hernández Calvento: "Si la pregunta es si se puede prever cuál va a ser la cota de inundación, es decir hasta dónde va a llegar el mar, y si podemos contenerlo; la respuesta es que habrá más garantías de lograrlo en los entornos artificializados que en los naturales". Es decir, en las ciudades costeras que en las playas.

La investigadora Teresa Carreira constató en su estudio sobre la playa de Las Canteras que ésta ha perdido ya ocho metros como consecuencia de la subida de 30 centímetros del nivel del mar experimentada en el último siglo. Y en el reciente encuentro multidisciplinar Archipiélago y Océano se explicó como en la isla de Puerto Rico se han alcanzado ya los 70 centímetros, altura que si se traslada al arenal grancanario supondría una pérdida de hasta 20 metros de playa".

El amplio grupo de investigadores especializados que trabajan en este campo han abierto ya otros estudios sobre los núcleos turísticos del sur de Gran Canaria y Tenerife, así como de Fuerteventura y La Palma. Y el propio Gobierno de Canarias ha encargado a Grafcan otro estudio para el conjunto de Canarias. Aunque la cuestión es que el estudios de los previsibles efectos se modelizan sobre datos actuales y no futuros. Y no es tan fácil predecir cómo se va a comportar la naturaleza: "El funcionamiento de cualquier ola va a depender no solo de su potencial energético, sino de su fondo. Y la cota de inundación no será igual si actúa sobre un banco de arena que sobre un acantilado".

En cualquier caso, en la comprensión de las dinámicas de los ecosistemas se está avanzando de forma significativa tras décadas de estudio y la visión que aporta el ámbito científico es esencial para que la clase política tome de forma correcta las decisiones en su estrategia de lucha contra el cambio climático.

Insularidad vulnerable

La mayor vulnerabilidad de las Islas ante este fenómeno no solo no está en cuestión, sino que ofrece ejemplos muy contundentes cada día: las Bahamas acaba de ser devastado por la fuerza del huracán Dorian. Ciclones especialmente virulentos que, como los oleajes, crecen en potencia a consecuencia del calentamiento global del planeta. Muchos de estos archipiélagos, islas e islotes son auténticos paraísos turísticos que, como Canarias, viven de su clima y sus playas.

La prestigiosa publicación The Economist dedicó un reciente informe a analizar el impacto de la subida del nivel del mar en el conjunto del planeta, advirtiendo que avanzamos hacia un mundo sin playas: "Hay unos 1,6 millones de kilómetros de costa compartida entre los 140 países que se enfrentan al mar. A lo largo de esta costa, se han instalado dos tercios de las grandes ciudades del mundo. Mil millones de personas viven ahora a no más de diez metros sobre el nivel del mar. Y el mar viene a buscarlos". Los 1.500 kilómetros de costa de Canarias, el mayor litoral de España, forma parte de ese cómputo, y el nivel de concentración de su población se concentra en zonas costeras. Del mismo modo que depende del litoral su principal forma de vida: "Nos podríamos quedar sin playas, pero también podrían ocurrir otros escenarios y que surgieran soluciones intermedias que hoy no imaginamos", reflexiona Luis Hernández. E insiste en que, por un lado, los sistemas naturales tienden a reequilibrarse cuando cambian su entorno; y, por otro, cabe realizar intervenciones para tratar de preservarlos. En el caso de Las Canteras, por ejemplo, las alternativas para preservar la playa serían dos: levantar un dique artificial bien sobre la barra o anterior a ella o bien rellenar con un sistema arenoso entre la orilla y la barra.

Según un informe del Grupo de Ingeniería Oceanográfica y de Costas de la Universidad de Cantabria para el Gobierno español, los efectos del cambio climático serían especialmente duros en la cornisa cantábrica, el Golfo de Cádiz y el norte de Canarias: "Es la segunda región española más afectada por el aumento de las temperaturas provocado por el calentamiento global. Y aunque todas las islas tendrían problemas, la zona norte y el sureste serían las más dañadas. La clave es la exposición al océano y el exceso de edificación. Se auguran importantes bajadas del PIB local por el daño en la economía, de entre el 1,5 y el 2%".

El informe de The Economist también abordaba el impacto económico de la subida del nivel del mar, calculando que "si los gobiernos invirtieran un dólar en resiliencia climática hoy, ahorrarán cinco dólares en pérdidas mañana". Pero advierte que "los gobiernos siempre encuentran preocupaciones más apremiantes, sobre todo si la inversión que deben hacer no afecta a las generaciones presentes, sino a las venideras". Y concluye: "Para casi todos, la peor inundación del año o década ocurre en otro lugar. Los océanos no aplastarán repentinamente todas las costas del mundo como una retribución bíblica o un tsunami de Hollywood. Subirá lentamente, como una marea. Su invasión será tan imperceptible de momento a momento como inexorable. Pero a diferencia de una marea, no cambiará. Una vez que los océanos se eleven, no volverán a retroceder".