La presión del PSOE grancanario sobre la gente de Román Rodríguez comenzaba a ser muy fuerte. De hecho, resultó determinante para que Román decidiera explorar opciones que le gustaban menos. Desde el principio, su apuesta más clara había sido por un pacto de progreso, entre las fuerzas de izquierda, en las que se incluía, siempre con cautela. Pero lo que estaba haciendo el PSOE comenzaba a resultar francamente peligroso para el futuro de Nueva Canarias. Los socialistas habían conseguido unos resultados extraordinarios en Las Palmas de Gran Canaria, mejorando mucho más de lo esperado en el Cabildo y empatando en número de consejeros con Antonio Morales, algo que a Morales lo tenía cada día más endemoniado. Se negaba a aceptar que hubiera ocurrido, seguía comportándose como si el PSOE grancanario fuera una hijuela suya. Y el PSOE parecía decidido a actuar provocando la caída de Nueva Canarias en el Cabildo y los ayuntamientos.

Por eso, sólo dos días después del encuentro oficial con Ángel Víctor Torres en el hotel Iberia, Román había citado a los de Coalición Canaria a un desayuno tardío -fue a las once de la mañana- en su casa de la calle Leopardi, en Ciudad Jardín, muy cerca de su antigua vivienda presidencial. Acudieron José Miguel Barragán y Mario Cabrera, para hablar de todo, pero sobre todo de Gran Canaria y Fuerteventura, las dos islas en las que resultaba imprescindible poner de acuerdo a Nueva Canarias y Coalición para evitar la pérdida de ayuntamientos y Cabildos. Román Rodríguez intentaba neutralizar las operaciones en curso en el Cabildo, en Santa Lucía y en Telde, donde parecía que Coalición estaba a punto de firmar con el PSOE, y Mario Cabrera y Barragán querían bloquear la moción de censura contra Lola García, directora del instituto de Gran Tarajal, hija de dos fundadores de Asamblea Majorera, y por tanto vinculada familiarmente desde muy niña al partido.

Lola se había incorporado a la política activa la legislatura anterior, acompañando a Mario Cabrera al Parlamento de Canarias, en el momento más difícil de la penúltima quiebra interna de Asamblea Majorera, cuando se produjo la ruptura con Herrera Velázquez -Herrerita- y este dejó el Cabildo. Lola fue la candidata elegida por Mario Cabrera para batallar el Cabildo tras la precipitada decisión de Marcial Morales de renunciar a pelear por su continuidad.

Suele decirse que lo que ocurre tras las elecciones en Fuerteventura es siempre un adelanto de lo que va a suceder en toda Canarias. Y tiende a ser cierto: Fuerteventura reflejó a la perfección el desbarajuste de pactos, acuerdos, transfuguismos e intentos de compra que sacudiría la política de las islas a partir de la noche del 28 de mayo. Además, en Fuerteventura las cosas siempre ocurren primero: por ejemplo, se anunció en directo el primer pacto municipal en Canarias, por la alcaldía de Tuineje. Lo hizo la derrotada candidata del PP, Esther Hernández, secretaria insular de organización de su partido, que obtuvo cuatro concejales frente a los cinco de Candelaria Gutiérrez, que encabezó la candidatura de Coalición y consiguió un concejal más. Cuando aún no se había cerrado el recuento, Hernández proclamó alcaldesa a la candidata de Coalición, oficializando en directo en Radio Sintonía -la emisora local más escuchada en la isla- que el pacto de Tuineje quedaba cerrado.

También en Puerto del Rosario

Dos días después, se anunció también en Puerto del Rosario el primer cierre de un acuerdo del PSOE en toda Canarias, con el adelanto de pacto para formar un gobierno pentapartito encabezado por el PSOE que enviara a la oposición a Manuel Miranda. Miranda había sustituido en las listas de Coalición a Nicolás Gutiérrez, que se retiró por la decisión de Asamblea Majorera de renovar la práctica totalidad de las listas... Miranda había sido alcalde de Puerto del Rosario, y cuando se le fichó de nuevo para el puesto disfrutaba de una suculenta y bien pagada canongía como director de la Agencia Canaria de Investigación, Innovación y Sociedad de la Información, una sociedad adscrita a la consejería de Industria.

Los socialistas habían sostenido a Coalición en la capital de la isla durante los últimos cuatro años, pero el acuerdo urdido por el PSOE, fue negociado durante la precampaña y campaña, y cerrado a toda prisa, siendo suscrito por Nueva Canarias-AMF, Unidas Podemos, la Agrupación de Electores de Puerto del Rosario y Ciudadanos, a cuyos concejales se comunicó inmediatamente la apertura de expediente -también la primera de las que se abrirían en Canarias- por no cumplir las instrucciones de la dirección del partido y sumarse a un gobierno que contaba con la participación de Podemos.

En Antigua, el ganador de las elecciones había sido Matías Peña, que formaba parte del anterior gobierno de APA, y que ganó las elecciones con cinco concejales por Alternativa por Antigua, un partido de nueva creación, al que logró sumar los dos concejales de Coalición y los dos de la coalición entre Nueva Canarias y la Asamblea Municipal por Fuerteventura, otro de los partidos surgidos en su momento de una escisión de Asamblea Majorera. El acuerdo se cerró el día después de las elecciones, y estaba previsto firmarlo ante los medios de comunicación convocados en rueda de prensa en el antiguo parador de Fuerteventura -el actual hotel El Mirador- quince minutos después de que los concejales de Pájara firmaran su propio acuerdo, en el que también participaban Nueva Canarias y Coalición Canaria. Sin embargo, hubo que adelantar el acto de firma de Antigua, porque uno de los concejales necesarios para poder firmar el pacto de Pájara, Pedro Armas Romero, de AMF-Nueva Canarias, no aparecía.

La guerra de Pájara

Los nervios por el retraso de Pedro Armas eran más que lógicos. Detrás del cambio de gobierno en Pájara se sospechaba podía estar el desenlace de una de las batallas empresariales más duras de los últimos años. La emprendida por Blas Acosta, hombre fuerte del PSOE majorero, para hacerse con el control de la hostelería en el municipio. El ayuntamiento socialista de Pájara había emprendido desde mediados del año 2018 una serie de acciones para precintar varios de los hoteles de Gregorio Pérez, propietario de la cadena SBH, instalada en Costa Calma. De hecho, el 25 de octubre llegó a intervenir la policía municipal, con una orden de precinto que no llego a ejecutarse, porque se comprobó que los hoteles Taro, Mónica y Costa Calma no habían sido desalojados por la propiedad y no estaban vacíos. La posibilidad de cerrar los hoteles, avalada por la autoridad judicial, creó una extraordinaria alarma social en Pájara entre los trabajadores del complejo y sus familias y acabó provocando conflictos entre el PSOE y Coalición, que gobernaban juntos. El hotelero Gregorio Pérez fue incluso expulsado del salón de plenos municipal cuando quería explicarse ante el consistorio, provocando una situación de extrema tensión, dado que el hermano del empresario es concejal por el PP en Pájara y decidió ausentarse también.

Con la guerra de los hoteles de fondo, y tras 16 años de gobierno municipal socialista, se había creado en cierto ambiente de hostilidad al PSOE, que cuajó en un acuerdo para gobernar Pájara en el que se alinearon todos contra los socialistas. El alcalde del PSOE, el veterano Rafael Perdomo, había vuelto a ganar las elecciones, pero todo el mundo le dio la espalda y no consiguió con quien pactar, y la alcaldía acabó por recaer en Miguel Angel Graffigna, un trabajador de banca, con una lista fuerte de Coalición, apoyada por Nueva Canarias y el PP. Y ese era el acuerdo que iba a firmarse en público, aquella mañana y que hubo que retrasar hasta que apareció Pedro Armas, de AMF-Nueva Canarias.

Venía, en efecto, de reunirse con el todavía alcalde en funciones y con Blas Acosta en la Cafetería del Abuelo, en Puerto del Rosario, donde -según contó a todo el que quiso escucharle, le habían ofrecido "el oro y el moro", además de entregarle la alcaldía a él. Cuando acabó la rueda de prensa Armas explicó también que no solo había rechazado la oferta de la alcaldía, tampoco habían logrado convencerlo con ninguna del "millón cuatrocientas mil razones que estaban dispuestos a darme". En los días posteriores, el comentario de Armas fue replicado con acusaciones en redes de haber financiado su campaña electoral con donaciones del hotelero Pérez. En Fuerteventura se dicen muchas cosas, pero la sangre no suele llegar al río.

De algunas de esas cosas, de los dos acuerdos entre Coalición y Nueva Canarias ya suscritos se habló en la reunión en casa de Román Rodríguez, pero los tres asuntos que más preocupaban a los negociadores de coalición eran la posibilidad de revertir Puerto del Rosario (aún no se había producido la votación, y de cerrar La Oliva y el Cabildo, sin sacrificio para Coalición. A cambio, Coalición ofrecía llegar a un acuerdo, romper con el PSOE de Telde y votar a la alcaldesa de Nueva Canarias, Carmen Hernández. Aunque luego sabrían que en Nueva Canarias les preocupaba mucho menos mantener a la alcaldesa que mantener la alcaldía. Que no es necesariamente lo mismo.