Han pasado diez días desde las elecciones, y en el PSOE no se explican lo que está pasando. El pacto de la izquierda está atascado: Ciudadanos ya ha dejado claro que su socio preferente es el PP, y que irá de la mano del PP a las negociaciones, que es tanto como decir que renuncia a participar autónomamente en la vida política canaria. Tampoco avanza el acuerdo con los gomeros: Casimiro Curbelo escucha, se muestra receptivo y dispuesto, dice que él puede pactar lo mismo con unos que con otros, pero pide al PSOE comprensión y más tiempo, y no se compromete del todo. Se reúne con los socialistas, discuten de programas, se ponen de acuerdo en todo, y no dice que sí pero tampoco dice que no.

En cuanto a Román Rodríguez, el líder de Nueva Canarias mantiene dos caras: con una, de colega pícaro, les dice a los socialistas (y a Coalición) que a él le da igual lo que ocurra en el Cabildo de Gran Canaria, que a él no le importa lo que le pase a Antonio Morales, que se ha ganado lo que pueda ocurrirle? pero lo cierto es que él y los suyos negocian con extraordinaria dureza salvar los ayuntamientos grancanarios y el Cabildo. Un día está encerrado con los de Coalición, al siguiente se reúne con Asier Antona y el tercero pide verse con Torres para discutir cómo será el Gobierno.

¿Y Antona? Antona parece encerrado en una pelea consigo mismo, en la que lo importante no parece ser si el PP estará o no en el próximo gobierno, sino si él tiene la capacidad reconocida por Madrid de decidir con quien se pacta. En estos días de confusión, lo que hace Antona es declarar una y otra vez a los medios que tiene la autoridad suficiente para pactar con el PSOE o con Coalición, y enfadarse (mucho) cuando le desautorizan de Madrid.

Torres está cada vez más sorprendido. Es un hombre práctico que ha negociado con éxito acuerdos complicados en Arucas y en el Cabildo de Gran Canaria, y le cuesta entender que pasen los días y no se avance: el único apoyo con el que cuenta con total seguridad para formar Gobierno es el de Noemí Santana, y tampoco eso es que le guste tanto. Podemos anda metido en una guerra de posiciones y declaraciones contra Pedro Sánchez, que nadie sabe cómo puede terminar, y él el único apoyo seguro que tiene es precisamente el de Podemos? Cada vez que lee o escucha una declaración guerrera de Pablo Iglesias sobre el Gobierno que no acaba de cuajar en Madrid, se hace cruces pensando si eso llegara a influir en la situación en Canarias. Y además, todo indica que las fuerzas de la derecha han empezado a reunirse y a discutir sobre un gobierno alternativo al suyo.

Ángel Víctor no consigue avanzar en sus negociaciones, y tiene la certeza de que si Franquis e Ibarra no ceden en Gran Canaria, Román Rodríguez se la puede jugar. Tampoco puede presionar demasiado a la organización grancanaria del PSOE, porque si el pacto de izquierdas no prospera, al PSOE grancanario le resulta imprescindible tener en la recámara la posibilidad de desplazar a Morales del Cabildo. Román Rodríguez, considerado hasta hace unos días un aliado seguro, mantiene reuniones con Coalición y habla de la unidad nacionalista.

El viejo conejo blanco

¡Ah!, la unidad nacionalista? el viejo conejo blanco que unos y otros sacaban de la chistera cada vez que había que sentarse a negociar algo de verdad importante. Llevaban tiempo dándole vueltas a la unidad, sin avanzar ni un milímetro? Unos meses atrás, a mediados de febrero, recién explotado el escándalo por la compra del Cabildo a la familia de Román Rodríguez de unos terrenos de Amurga, y cuando aún faltaban un par de meses para las elecciones pero ya se había producido la derrota de Sánchez en la aprobación de los Presupuestos Generales, Fernando Clavijo y Román Rodríguez quedaron para reunirse en un reservado del restaurante El Coto de Antonio, en Santa Cruz de Tenerife. Fue una reunión tranquila y relajada, celebrada después de mucho tiempo de ignorarse mutuamente. En ella, Clavijo y Rodríguez coincidieron plenamente en el análisis de la situación que abrían las elecciones: el PSOE iba a mejorar sustancialmente sus resultados, y para el nacionalismo, que había logrado cobrar protagonismo durante la etapa de gobierno del PP, la situación en el nuevo Congreso iba a ser difícil. Román explicó que la repetición del acuerdo con el PSOE que había permitido a Pedro Quevedo ser diputado era inviable, y que los resultados no serían buenos para Nueva Canarias. "La gente nos sitúa en el mismo espectro ideológico que el PSOE y eso nos va a pasar factura en las generales, por la concentración del voto útil de a izquierda en el PSOE", dijo. "Aunque Antonio va sobrado, repetirá en las elecciones al Cabildo sin problemas".

Ya en los cafés, Román pidió a Clavijo que Coalición renunciara a presentar candidatura a las generales en la provincia de Las Palmas, a cambio de hacer ellos lo mismo en Tenerife, y tantear un acuerdo para después de las elecciones regionales: "a la hora de negociar prefiero que seas tú presidente a que sea alguien que se someta a lo que le digan en Madrid", añadió, lisonjero. Clavijo fue más allá: propuso un acuerdo, al que pidió se incorporaran también los gomeros de Curbelo, para presentarse en las generales todos bajo una misma marca que incluso llegó a insinuar: Nacionalistas canarios.

"No se puede ahora"

Román dijo que eso no se podía vender, que podría hacer que Nueva Canarias perdiera votos en Gran Canaria "no se puede ahora, aún no podemos ir juntos, están muy próximas las otras", e insistió en la vieja teoría del reparto territorial, Coalición por la provincia de Tenerife, Nueva Canarias por la de Las Palmas. No llegaron a ningún acuerdo pero quedaron en hablar de nuevo después de las regionales, y analizar las posibilidades de un acuerdo nacionalista para incorporarse al Gobierno. Eso sí, quedaron en hacerse el menor daño posible en las elecciones.

Clavijo pensó que Román le estaba pidiendo árnica en el asunto de Amurga, y la dio. No mencionó la compra de los terrenos en toda la campaña. Y Román Rodríguez tampoco se refirió al caso grúas. En los debates electorales, Román y Clavijo se trataron con distancia y respeto. Nada que ver con la agresividad desatada de otros tiempos.

Pero la misma noche de las elecciones, terminado el recuento, cuando ya se conocían los resultados, Román hizo sus cálculos, sumó todas las opciones y vio con claridad que la posibilidad de enviar a Coalición a la oposición era más que real, y que eso abría la oportunidad de reorganizar la unidad nacionalista en torno a Nueva Canarias y a su liderazgo. La historia parecía volverle a dar la oportunidad de ser el 'hombre fuerte' del nacionalismo isleño, de la que le privaron José Carlos Mauricio y Paulino Rivero cuando en el año 2003 reventaron sus posibilidades de repetir como candidato a la Presidencia del Gobierno, alegando un compromiso de alternancia entre Tenerife y Gran Canaria para la Presidencia del Gobierno, que Coalición no volvió a cumplir nunca jamás.

Cuando Barragán habló con Román, al día siguiente de las elecciones, para preguntarle por sus intenciones en relación al nuevo gobierno, este le dijo con absoluta claridad lo que iban a hacer: "ahora nos toca explorar un pacto de izquierdas, no queda otra". No le mintió, pero añadió una coletilla importante: "si el gobierno no sale con Ángel Víctor, nos abstendremos con ustedes. Y vamos a intentar llegar a acuerdos donde se pueda"

Al inicio de las negociaciones, Nueva Canarias cerró algunos acuerdos con Coalición. Por ejemplo, los suscritos y ya anunciados en Antigua y Pájara. Se produjeron apenas un par de días después de las elecciones, y parecieron suponer un cierto avance en el acercamiento entre Nueva Canarias y Coalición, al margen de la negociación del gobierno. Fueron presentaron por Nueva Canarias como un éxito y la demostración del entendimiento entre los dos partidos nacionalistas. Cuando más tarde se logró cerrar lo de La Oliva, se insistió en lo mismo. El acuerdo de la Oliva había sido bloqueado por decisión directa del vicepresidente nacional de Nueva Canarias, Alejandro Jorge, también presidente insular en Fuerteventura, que no acababa de ver que la alcaldía fuera para el candidato de Coalición, Isaí Blanco, en vez de para el de Nueva Canarias, Oliver González. Según la gente de La Oliva, hubo instrucciones de Carmelo Ramírez para que se cediera la alcaldía a Coalición, como gesto ante la que se estaba preparando en Telde, aunque tanto Román como Carmelo han negado después haber dado instrucción alguna.

Flecos pendientes

Pero quedaban muchos flecos pendientes: el día 10 se produjo una segunda reunión de José Miguel Barragán con Román Rodríguez y Carmelo Ramírez, esta vez en el Hotel Iberia. Y hubo una tercera, en la que participó también Fernando Clavijo. Fue tres días más tarde, en la sala de autoridades del aeropuerto de Gando, a las nueve y media de la mañana. Fernando Clavijo había vuelto la tarde del día antes de otro viaje secreto a Madrid?