"Sería vital para Canarias que saliera la investidura y tuviésemos un Gobierno de España cuanto antes", manifestó el presidente Ángel Víctor Torres el pasado lunes. Es decir, el día antes de viajar a Madrid para asistir a la sesión en el Congreso en la que aún parecía que Pedro Sánchez tenía alguna opción de recibir el respaldo de una mayoría de la Cámara.

La declaración del presidente de Canarias era un llamamiento a los restantes partidos, especialmente a los nacionalistas canarios, para que contribuyeran a facilitar la investidura. Pero era también la expresión de un deseo: la esperanza de no ver frustrada la conformación del nuevo Gobierno estatal. Lo contrario sería malo para España, pero aún peor para Canarias. Para la Canarias que se acostó nacionalista antes del 26M y se despertó socialista. Y creó, con su ambiciosa propuesta social, una elevada expectativa en una parte de la sociedad progresista de las Islas. Aproximadamente en la mitad de quienes la habitan: "En los cuatro años en que he estado en la oposición he demandado una mayor atención a las políticas sociales. Ahora ha llegado el momento de demostrar que es posible hacerlo", señaló en la sesión de investidura Noemí Santana, dirigente de Podemos y nueva consejera de Derechos Sociales, Igualdad, Juventud y Diversidad.

De ahí la premura del Pacto de las Flores por lograr los recursos suficientes con que comenzar a ejecutar las primeras medidas para combatir la situación de "emergencia social". Y para ello es, efectivamente, esencial contar con unos Presupuestos Generales del Estado actualizados, y no con uno prorrogado.

Más que un pulso de dos egos

La incompatibilidad de conciliar la presencia de dos gallos en el mismo gallinero ha sido, en opinión de muchos, la causa de la investidura fallida de Pedro Sánchez. Y es cierto que el liderazgo personalista, que tanto él como Pablo Iglesias han impuesto en sus respectivos partidos, ha podido complicar en alguna medida las negociaciones para pactar un gobierno de coalición. De ahí, sostienen quienes así piensan, el veto personal a que Iglesias accediera a un Ministerio, y menos aún a una Vicepresidencia: "Un veto inédito en los sistemas democráticos de nuestro entorno", han reiterado diversos dirigentes de la formación morada.

Pero la realidad es que hay antecedentes: en 1981, en Francia, Mitterrand aceptó la entrada de los comunistas franceses en el Gobierno socialista, con la condición de que el secretario general del Partido Comunista Francés, Georges Marchais, no entrara en él. Y se formó gobierno con cuatro ministros comunistas, pero tan desconocidos para la opinión pública que apenas rentabilizaron su presencia en el Gobierno. Y en las siguientes elecciones, la poderosa fuerza comunista francesa quedó muy debilitada: no fue oposición ni recogió los frutos de un gobierno que llevó a cabo importantes reformas sociales.

Hay otros ejemplos de como los socialistas solo aceptan que los comunistas entren en sus gobiernos cuando no tienen fuerza ni capacidad para imponer sus puntos de vista. Porque el rechazo a incluir a comunistas en el Gobierno está en la tradición socialista. También en la del PSOE, hasta el punto de que fue una obsesión para Felipe González no pactar con ellos. Se cuenta, de hecho, la anécdota de un encuentro entre Mitterrand y González en el que ambos alardeaban de haber debilitado al PC francés y español, fagocitándolo en un gobierno o no permitiendo su entrada en él.

Buen conocedor de la historia política, Pablo Iglesias no ha encontrado el modo de salvar el riesgo de pactar con el PSOE y no acabar igual. De ahí su pulso por imponer no tanto sillones, como dirigentes con competencias y capacidad para aplicar su modelo para España, que difiere del socialista en asuntos de calado.

También en Canarias se reprodujo esa relación desigual entre las dos fuerzas de la izquierda, PSC-PSOE y PC canario, durante la negociación para formar el primer pacto de progreso. Y Jerónimo Saavedra pudo llevarlo a buen puerto porque los comunistas canarios sí aceptaron no entrar ellos directamente en el gobierno, sino proponer dos independientes.

Se busca culpable

Al tiempo que se frustraba la posibilidad de que Pedro Sánchez formara un Gobierno de coalición, los socios del nuevo Ejecutivo canario difundieron esta semana un dato preocupante: "Han aparecido dificultades financieras inesperadas e importantes", afirmó Julio Pérez, su portavoz. Inicialmente se consideró un "tropiezo preocupante", pero que en ningún caso iba a modificar "la determinación del presidente y del Gobierno de aplicar las medidas sociales que se contienen en el discurso de investidura". Pero acto seguido, el consejero de Hacienda fue aún más allá: "Hemos heredado un presupuesto envenenado", declaró Román Rodríguez.

Un informe provisional, a la espera de confirmar los datos que adelanta, que diagnostica dos problemas: un uso del superávit incumpliendo la ley por parte del Gobierno nacionalista, junto a su compromiso de realizar nuevos gastos de personal para contratar docentes y sanitarios, cuando hay menos ingresos. Lo cierto es que el Gobierno progresista ha tardado un suspiro en buscar culpables aquí y no allá.

Cada burro, su carga

La reactivación de la confrontación entre Canarias y el Estado se reactivó, como se recordará, en la última campaña electoral. Aunque el desencuentro entre CC y Pedro Sánchez se había producido antes, cuando la diputada nacionalista Ana Oramas se opuso a la moción de censura. La realidad, a día de hoy, es que si el Gobierno de Pedro Sánchez hubiese cumplido con los compromisos adquiridos por Mariano Rajoy con los nacionalistas tanto de Coalición Canaria como de Nueva Canarias, el socialista Ángel Víctor Torres habría contado con mayores recursos tras acceder a la Presidencia del Gobierno de Canarias: "Ya no tienen excusa, ya no hay un presidente nacionalista y ya no hay que atacar a Canarias por tierra, mar y aire. Hay un gobierno socialista en las islas y no hay motivo para seguir castigando a los canarios", recriminó Oramas tras la reunión mantenida con el PSOE en la que reiteró su negativa a apoyar la investidura.

Quien sí estuvo dispuesto a apoyarla fue el portavoz del PNV, Aitor Esteban. Y recordó que ellos siempre pactan en el País Vasco aún cuando tienen mayoría: "Incluso con el PSOE", espetó a Sánchez. A lo que este replicó: "Sí, pero nosotros no entramos en gobiernos con el PNV diciendo que lo hacemos porque no nos fiamos". Por lo que el diputado vasco acabó concluyendo que "todos los caballos piensan que su carga es la más pesada".

Si Sánchez llegara, como vuelve a perseguir, a gobernar en solitario, habrá que ver el papel que juega Podemos y como afectaría a sus relaciones en el Gobierno de Canarias. La clave, ahora, es cuestión de confianzas: "Si en septiembre se formalizan las partidas canarias y se cumple con el REF y el Estatuto; y si entonces hay gobierno y el PSOE necesita a CC, recuperaremos la confianza en los socialistas y apoyaremos la gobernabilidad", señaló por su parte Ana Oramas, apostando por pactos por la derecha sin encomendarse a nadie más que a ella misma en el seno de la coalición nacionalista.

Sostienen los analistas que el PSOE va a pasar todo el mes de agosto haciendo encuestas y que en función de ellas, convocará o no nuevas elecciones. Las predicciones electorales condicionarán también la posición del resto de formaciones, fundamentalmente la de Unidas Podemos, para aceptar o no apoyar un gobierno de progreso desde fuera, "a la portuguesa", como ya defiende Izquierda Unida. Ya era raro que la izquierda permitiera que la derecha le robara una de sus banderas: su secular división fratricida. Ahora que las guerras internas se producen en ambos bandos, habrá que ver cuál de los dos logra coser sus diferencias antes y hacerse, en consecuencia, de nuevo con el poder. El sensato Aitor Esteban lo resumió en una pregunta: "¿Se nos ha olvidado la foto de Colón?".