Abstenerse en la investidura de Ángel Víctor Torres para que Podemos no entre en el Gobierno. Una fórmula que se valora cada vez más en la dirección regional del PP como vía para que las políticas "extremistas" del partido de Pablo Iglesias no se apliquen en Canarias. Aún no se ha redactado una propuesta formal para trasladarla luego al PSOE, pero en los últimos días ha crecido el número de dirigentes en el partido favorables no solo a despejar el camino de Torres hacia la Presidencia, sino incluso a brindar apoyo a los socialistas para que asuman el poder en Canarias sin alianzas en el Ejecutivo. El objetivo final del PP es evitar ver a Podemos al frente de áreas de gobierno y manejando recursos públicos.

En la cúpula del PP en las Islas no solo ven con buenos ojos explorar esta posibilidad, sino que la califican de "razonable" en las actuales circunstancias. Tras haber desaprovechado la oportunidad de entrar en el Gobierno en alianza con CC, Ciudadanos y la Agrupación Socialista Gomera de Casimiro Curbelo, la mayor preocupación entre los populares era que fraguara un pacto alternativo que incluyera la participación de Podemos en el Ejecutivo. La proclamación del bautizado como Pacto de las Flores (se presentó en el Reloj de Flores de Santa Cruz de Tenerife) encendió definitivamente las alarmas en la dirección que encabeza Asier Antona. El cuatripartito que forman el PSOE, Nueva Canarias, los gomeros y Podemos aboca al Archipiélago a una gestión de políticas de extrema izquierda alentadas por la formación morada, según el convencimiento de los populares. El mismo coordinador del PP en la Comunidad Autónoma, Lope Afonso, que también ha sido el designado por Génova para llevar las riendas de la política de pactos en el Archipiélago, ya ha dicho públicamente que el "radicalismo" de Podemos impide que puedan siquiera plantearse otra cosa que no sea rechazar la investidura de Torres. El anuncio de la subida de impuestos, de la tasa turística o de la renta básica no ha hecho más que afianzar a los populares en su postura. Aún hay margen de maniobra, entienden, para que Podemos no dé el salto al Ejecutivo presidido por Torres.

En el PP son conscientes de que el acuerdo de gobierno del cuatripartito se anunció con mucho boato y de que el PSOE tendría que dar un importante paso atrás para la ruptura de ese Pacto de las Flores. Pero también están convencidos de que esa ruptura se produciría por sí sola a poco que los socialistas sean exigentes en el reparto de las áreas de gobierno. Una postura que Ángel Víctor Torres no puede permitirse, en principio, para evitar que el enfado de cualquiera de sus tres aliados lo deje sin la mayoría absoluta. PSOE, NC, Podemos y los gomeros suman 36 escaños, de modo que un solo diputado díscolo bastaría para perder el mando en el Parlamento.

Para mantener la estabilidad Torres está cediendo áreas de gobierno de especial relevancia, hasta el punto de que NC intenta quedarse con la Consejería de Hacienda, la llave de la caja en la que entra y sale el dinero público. Por contra, el caramelo que dejaría la abstención del PP es tan dulce como para llevar al PSOE a gobernar en solitario por primera vez en la historia en la Comunidad Autónoma. O dicho de otro modo: no tendría que ceder ningún área de gobierno, y mucho menos a Podemos, que es la obsesión de los populares.

La estabilidad del Ejecutivo de Torres estaría garantizada con el apoyo externo del PP. Es decir, el socialista gobernaría bajo la misma fórmula que permitió a CC agotar toda la anterior legislatura. Incluso cabría el escenario de que a ese apoyo se sumara la Agrupación Socialista Gomera (ASG) desde dentro o desde fuera del Gobierno.

Los nacionalistas rompieron con el PSOE en diciembre de 2016 y desde entonces fueron capaces de mantenerse al frente del Ejecutivo regional con solo 18 diputados. A ello contribuyeron precisamente el PP y el partido de Casimiro Curbelo cediendo los votos de sus parlamentarios para sostener el Gobierno de Fernando Clavijo. En este caso el PSOE tiene siete diputados más de los que tuvo Coalición, un total de 25, de ahí que el propio Ángel Víctor Torres dijera públicamente antes de firmar el acuerdo con Podemos, NC y ASG que no descartaba gobernar en minoría. Si el gobierno en minoría de los nacionalistas fue viable, no menos lo sería el de los socialistas. Además, un PP como aliado parlamentario, incluso sin incorporar a ASG, suma un bloque de 36 escaños (los 25 del PSOE más los 11 de los populares), lo que automáticamente bloquea cualquier posibilidad de una moción de censura contra Torres. Es más, aun cuando el eventual acuerdo de no agresión entre los socialistas y el PP saltara por los aires, la moción de censura sería en la práctica un imposible por las líneas rojas, filias, fobias e incompatibilidades entre las distintas fuerzas políticas, circunstancias que se acentúan ante la debilidad de CC y PP.

"De momento es una hipótesis en la que no se ha entrado oficialmente, pero si se hace, no solo sería destacable, sino también razonable", explican desde la dirección del PP en Madrid y Canarias. Si al final los populares no logran consensuar una propuesta formal, o si el PSOE no la acepta, los de Antona están seguros de que "el devenir de los acontecimientos" acabará por llevar al PSOE a tener que llamarlos antes o después para ver si la propuesta sigue en pie. El cuatripartito, argumentan, se devorará a sí mismo por las exigencias de unos y otros y la dificultad para aglutinar los intereses de cuatro partidos tan distintos.

Con el PP atravesando un cisma sin precedentes tras el frustrado pacto con CC, ASG y Ciudadanos para el que Génova había acordado el nombre de Australia Navarro como presidenciable, lo que ha desembocado en la defenestración de esta última como portavoz del PP en el Parlamento después del amago de rebelión de cinco de los 11 diputados (con Antona a la cabeza), la dirección nacional hará sus primeros movimientos en Canarias el próximo mes. Sin embargo, la abstención y posterior apoyo externo al PSOE es fácil de defender ante los militantes y electores y ante Génova. Incluso a pesar del distanciamiento con la cúpula nacional. Por un lado, porque el PP se presentaría como capaz de subordinarse al objetivo mayor de que Podemos no gobierne; por otro, porque al menos podría influir en la política canaria.

Buena relación y acuerdos en otras instituciones

PP y PSOE vienen entendiéndose cada vez más y mejor en las instituciones del Archipiélago. Atrás parecen haber quedado los tiempos en que en ninguno de los partidos habría sido posible escuchar ni una sola voz que apostase por gobernar juntos. De hecho ya han gobernado codo con codo instituciones como el Cabildo de La Palma y está abierta la posibilidad de que lo hagan en la corporación insular tinerfeña. Superada esa antigua e histórica línea roja, las elecciones del 26 de mayo han dado lugar a acuerdos PP-PSOE en Arrecife y el Cabildo de Lanzarote, y a posibilidades de pactos de nuevo en La Palma, en este caso para el Ayuntamiento de la capital y el Cabildo insular. A comienzos de mes el PSOE se comprometía a estudiar un documento de trabajo redactado por el PP para "salvar diferencias" ante un posible pacto. Hay que tener en cuenta que ambos partidos han sido en las últimas legislaturas el aliado de turno de Coalición Canaria y que ahora es justamente el deseo de no compartir sillón con los nacionalistas (en el caso del PP el deseo está más en la dirección regional que en Génova, donde estaba atado el acuerdo con CC con Navarro como presidenciable) lo que los une en una causa común. Con todo, el matrimonio es difícil por el carácter antagónico que siempre han tenido ambos partidos. El único caso, excepcional, fue el respaldo del grupo parlamentario popular en el Parlamento vasco para sostener el gobierno del lehendakari Patxi López entre 2009 y 2012.