La coyuntura política y las necesidades propias y ajenas pueden desembocar, ahora sí, en la reunificación del nacionalismo canario. Y el llamado a ser protagonista indiscutible de este hecho es Román Rodríguez, alma mater de Nueva Canarias (NC), el partido creado en 2005 como consecuencia de la fuerte división vivida en Coalición Canaria (CC) en la isla de Gran Canaria. Mucho ha llovido desde entonces y muchos se han arrepentido de lo que sucedió en esos momentos, pero algunos de sus protagonistas siguen en primera línea de la actividad política, entre ellos el dirigente originario de La Aldea. Otros ya no están por retiro o por fallecimiento como Manuel Hermoso, Adán Martín, José Carlos Mauricio o Lorenzo Olarte.

El enrevesado escenario de los posibles pactos existente tras las elecciones autonómicas del 26 de mayo ha dejado la puerta abierta a una combinación impensable antes de los comicios e incluso después, pero que en los últimos días se ha puesto sobre la mesa como una opción que ya manejan seriamente los nacionalistas de uno y otro lado. Coalición Canaria nació en el poder en 1993 tras la censura al entonces presidente regional Jerónimo Saavedra, se rompió por el reparto del poder tras las elecciones de 2003 y le puede unificar el poder ahora no sólo por supervivencia, sino porque juntos pueden hacer temblar los resortes de los dos grandes partidos estatales, PSOE y PP, que amagan con eliminarlos del poder municipal, insular e incluso autonómico.

Román Rodríguez llegó a lo más alto de la política canaria con 42 años. Un presidente joven, prácticamente desconocido entre la población por aquel entonces pero que había despuntado dirigiendo el proceso de las transferencias de la sanidad pública a Canarias y armando el Servicio Canario de Salud (SCS), a la sombra del consejero de Sanidad de entonces, Julio Bonis. Las tensiones que se abrieron en el partido por su sucesión por Adán Martín y su papel en el nuevo gobierno acabaron con su espantada de CC y con él se llevó al núcleo duro de la formación en Gran Canaria, que nunca más levantó cabeza en la isla frente al arraigo municipal de Nueva Canarias.

Desde entonces Román Rodríguez se ha debatido entre el intento de extender su formación más allá de Gran Canaria, con la bandera de un nacionalismo de izquierda, y, a la vez, llegar a acuerdos con fuerzas de un espectro político similar para seguir teniendo poder como única manera de mantener la visibilidad política. Gran orador y profundo conocedor de los resortes que mueven la política canaria, Rodríguez es un hábil negociador y experto parlamentario curtido en estos años en la oposición en el Cámara regional frente a los gobiernos de Paulino Rivero y Fernando Clavijo. Con capacidad de trabajo, el expresidente domina temas tan distintos como la ordenación del territorio, la sanidad o los temas sociales, asuntos en los que ha estado muy implicado en su labor parlamentaria. En los dos últimos años también ha demostrado que su interlocución con el Estado es fundamental porque supo exprimir hasta el máximo su posición privilegiada en el Congreso con el diputado 176 -Pedro Quevedo- para arrancar al Gobierno de Rajoy cuestiones como el 75% de descuento en los viajes aéreos entre las Islas y entre Canarias y la Península.

Tras las dos citas electorales de este año quizá NC?haya alcanzado su techo electoral. En Madrid ha perdido a su diputado al arriesgarse a ir por primera vez en solitario a las elecciones. Los nacionalistas canarios llegaron a tener cuatro diputados en el Congreso y grupo propio y juntos siempre han logrado arrancarle al Estado cuestiones fundamentales para las Islas. La división ha debilitado su situación frente a otros partidos nacionalistas y regionalistas del espectro parlamentario. En Canarias, NC avanza tímidamente fuera de Gran Canaria pero en su isla suma el desgaste de tantos años de gobierno y pierde bastiones como Telde y Santa Lucía, que ahora pasan a manos de CC.

Después de 14 años al frente del partido y con 63 años, el político aldeano puede jugar un papel esencial tras tantos años en la oposición convirtiéndose en el vértice sobre el cual puede pivotar la unificación del nacionalismo y superar las viejas rencillas que lo rompieron. Los protagonistas de aquella debacle de CC ya no están en la primera línea pero sí varios por parte de NC, entre ellos Carmelo Ramírez y Antonio Morales. Pero Román Rodríguez nunca ha tenido reparos en hablar con tirios y troyanos y dispone de una visión que no se queda en el cortoplacismo de un pacto de progreso que puede derivar en un embrollo político difícilmente gestionable para gobernar Canarias.

En medio de este panorama se presenta una oportunidad clave para que el nacionalismo una sus fuerzas y Rodríguez puede convertirse en el unificador de estrategias para alcanzar un punto de encuentro. Desde hace unos días el runrún de un acuerdo en el que se incluyan a CC y NC?junto a otras fuerzas políticas es cada vez mayor y no solo a nivel de tertulias y comentarios periodísticos. Ha habido contactos y reuniones, NC?intentó salvar sus municipios fetiche con CC ante la afrenta del PSOE. En Telde se consiguió un pacto in extremis para salvar a Carmen Hernández pero no se logró lo mismo con Santa Lucía, que gobierna ahora una marca local de CC en el municipio.

Con los tiras y aflojas en el Cabildo de Gran Canaria para mantener la Presidencia en manos de Antonio Morales y el riesgo de ver reducido su poder local allí donde hasta ahora era imbatible, la rivalidad entre los nacionalistas ha llegado a un punto de inflexión también ante las sacudidas provenientes de los socialistas y populares, que han pactado en varias instituciones locales e insulares y tienen en sus manos acabar con el poder acumulado hasta ahora por las fuerzas nacionalistas.

Enfrentamientos

Desde la ruptura que se consumó en 2005 con el nacimiento de NC, la brecha entre las dos formaciones eran más bien personal que ideológica. Román Rodríguez y su gente mantenían un fuerte enfrentamiento con los dirigentes de entonces de CC de Gran Canaria más por los egos que por los objetivos. Aunque la formación del expresidente hizo oposición a los gobiernos de Paulino Rivero, siempre estuvo en la mente de todos la amistad personal entre los dos dirigentes, hasta tal punto que Rivero ha hecho suyas algunas de las directrices de NC frente a las de su formación desde que salió de la Presidencia del Gobierno.

El enfrentamiento desde el cambio en la dirección de CC sí ha sido más ideológico y así ha insistido una y otra vez Román en su labor de oposición al Gobierno de Fernando Clavijo. Uno de los mayores distanciamientos lo propició la aprobación de la Ley del Suelo y el fin de la moratoria turística, uno de los principales logros de Rodríguez cuando fue presidente del Gobierno.

Ahora los personalismos y las ideologías ya se quedan en un segundo plano y es la supervivencia del nacionalismo la que está en juego de cara al futuro a medio y largo plazo. En el Estado el papel de Canarias es menos relevante ante los problemas territoriales y en Europa los populismos y el brexit desdibujan el papel de la UE para seguir protegiendo las singularidades canarias como hasta ahora, por lo que la unión del nacionalismo es más necesaria que nunca para hacer frente a los desafíos que se dibujan en el horizonte.

Román Rodríguez no está en el cenit de su carrera política pero forma parte de una generación de políticos muchos de ellos en retirada con la entrada de nuevos dirigentes de entre 40 y 50 años. Quizá uno de sus últimos servicios a la articulación de la Comunidad Autónoma podría ser reconducir la situación del nacionalismo y sentar las bases de una alianza que acabe en reunificación a medio plazo. La oportunidad está ahora sobre la mesa y Rodríguez está llamado a ser un protagonista necesario.