El patrullero Serviola hace escala en la Base Naval de Las Palmas de Gran Canaria, antes de regresar al Arsenal Militar de Ferrol, tras cuatro meses de misión en el Golfo de Guinea, donde rescató a dos buques que fueron secuestrados por piratas. En esta región se produce un acto de piratería cada tres días con el fin de pedir un rescate por la tripulación o por el buque, robar objetos de valor e, incluso, robar el combustible del navío.

Una versión moderna de los legendarios piratas surca las costas africanas. Para luchar contra ellos, la Armada española despliega buques como el patrullero Serviola, que este fin de semana hace escala en la Base Naval de Las Palmas de Gran Canaria, antes de regresar al Arsenal Militar de Ferrol. Durante sus cuatro meses de misión en el Golfo de Guinea, llevaron a cabo el rescate de dos navíos secuestrados por piratas. "La tripulación del buque se metió en la habitación del pánico cuando fueron asaltados. Tras asegurar el barco les avisamos de que podían salir, pero estaban tan asustados que no nos creían", relata el soldado Álvaro Márquez, miembro del equipo operativo de seguridad que participó en la misión de rescate del buque con bandera de Malta que fue secuestrado la noche del 5 de mayo.

En el Golfo de Guinea se registra un ataque de piratería cada tres día. Los corsarios abordan navíos con el objetivo pedir un rescate por la tripulación o por el buque, robar objetos de valor o, cuando sube el precio del petróleo, extraer el combustible de los barcos. "Gracias a la presencia de la Unión Europea con la misión Atalanta, la piratería en Somalia se ha visto contenida y no hay tantos ataques como los que ocurren en el Golfo de Guinea", explica el capitán de corbeta y comandante del patrullero, Ramón González.

Durante sus labores de patrulla, en la madrugada del 5 al 6 de mayo, el Serviola fue alertado por el Centro de Operaciones y Vigilancia de la Armada sobre un ataque pirata a un buque mercante. "Lo primero que hicimos fue una reunión entre nosotros para ver cómo íbamos a realizar la operación y qué labor desempeñaría cada uno, pusimos en común las características del buque, de la tripulación y de las amenazas que teníamos", precisa el soldado Márquez. A continuación, se equiparon y abordaron el barco. Los preparativos para intervenir duraron algo menos de una hora y el operativo cerca de cuatro.

"Sabíamos que toda la tripulación estaba encerrada en la habitación del pánico y que los piratas les habían disparado indiscriminadamente a través de un pequeño orificio que habían logrado realizar, sin causar daños personales", señala Márquez. Una vez los soldados españoles llegaron al puente de mandos y se aseguraron de que no había ninguna amenaza en el barco, anunciaron a los 20 tripulantes -18 rusos, un ucraniano y un serbio- que podían salir, pero no se fiaban. "Habían pasado una noche completa recibiendo tiros y estaban muy asustados, así que querían que fuéramos nosotros personalmente a rescatarlos", rememora Márquez. Una vez en la puerta, precisaron de la ayuda de dos intérpretes rusos, que formaban parte de la tripulación de un barco guineano que colaboró en las labores de rescate, para que convencieran a los secuestrados de que el buque era seguro.

"Una vez liberados, registramos todos los compartimentos, porque la tripulación sospechaba de que pudiera haber algún pirata escondido", concluye Márquez.

"Los secuestrados tenían mucho miedo y no sabían ni dónde estaban, ni si éramos de los buenos o de los malos. Lo que yo viví allí no lo había visto antes durante mi carrera militar", recuerda el soldado José Rodríguez, quien también formó parte del equipo operativo de seguridad. Rodríguez reconoce que cuando inician una operación así van con miedo, pero ese estado les ayuda a "permanecer en alerta".

Solo unas semanas antes de este rescate, el 9 de abril, liberaron a la dotación de otro buque mercante con bandera de Nigeria, que estuvo secuestrada durante cuatro días. En ese caso, el Serviola detectó un comportamiento atípico en el navío y localizó una pequeña embarcación en sus proximidades. Tras intentar contactar con ellos y no obtener respuesta, se acercaron y los piratas huyeron a gran velocidad.

Además de patrullar las costas centroafricanas, la tripulación del Serviola ayuda a mejorar las capacidades de las marinas de los países ribereños para que sean capaces de vigilar sus aguas. Para ello, hicieron escala en Costa de Marfil, Ghana, Nigeria, Camerún, Gabón, Santo Tomé y Angola. "La piratería es más habitual de lo que uno piensa, sobre todo en países en los que las condiciones de vida son más complicadas y donde las fuerzas de seguridad no actúan como en Europa", asegura el comandante.

Uno de los 50 tripulantes del Serviola es el marinero canario Yasin Abselam, quien se encarga del mantenimiento eléctrico del buque. "Este fin de semana disfrutaré de mi estancia en casa, porque estar lejos de la familia y de la tierra se hace difícil", reconoce Abselam.