Las especulaciones se dispararon a eso de las 8:00 de la mañana cuando se supo que Fernando Clavijo había llegado al Palacio de Justicia de La Laguna a las 7:45 horas, cuando el edificio abre a las 9:00 y el presidente tenía que declarar a las 9:30 ante la juez Celia Blanco. ¿Quería el presidente evitar la foto entrando a declarar en plena campaña electoral?

Los hechos contestaron esa pregunta en el discurrir de una mañana fría, típica de Aguere. A las 13:10 horas, Clavijo abandonaba bajo la llovizna y como un ciudadano más las dependencias sin dar la espalda al nutrido grupo de fotógrafos y cámaras de televisión que le aguardaban en la entrada principal. Con la misma normalidad había accedido a primera hora: pasando por el arco de seguridad y poniendo sus enseres en el escáner.

Sin corbata y con su mochila de siempre, accedió a las 7:45 acompañado por uno de sus abogados, José Antonio Choclán, el que como magistrado de la Audiencia Nacional condenó al empresario Mario Conde y fundador de uno de los bufetes de abogados más prestigiosos del país, con clientes de la talla del futbolista Cristiano Ronaldo. Quedaron tan pronto en los Juzgados porque Choclán acababa de llegar del aeropuerto y allí era donde único podían repasar con tranquilidad la inminente declaración ante la juez y la fiscal anticorrupción.

Los denunciantes del caso Grúas aparecieron por la Plaza del Adelantado pocos minutos antes de la hora de la citación. Rubens Ascanio (Unid@s se puede) acompañó al letrado que representa a su formación en esta causa, Pedro Fernández Arcila, a su vez edil de Sí se puede en el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, y Santiago Pérez (Por Tenerife-Nueva Canarias) lo hizo con su letrada, Sandra Rodríguez, que además es integrante de la ejecutiva regional del PSOE y compañera sentimental del exministro socialista de Justicia Juan Fernando López Aguilar. Clavijo se acogió a su derecho a no contestar a sus preguntas pues entiende que tras su denuncia hay una clara intencionalidad política. Ascanio y Pérez dejaron que los abogados entraran y se marcharon. Atrás dejaron una nube de enviados de los medios de comunicación apostados por fuera del Palacio de Justicia y transeúntes que se preguntaban por qué tanto revuelo. La mayoría desconocía los entresijos el caso Grúas.