Retos virales, propósitos, metas, objetivos. Quizás muchas personas se planteen la vida como si de una competición se tratara, pero no todos. Hay quienes hacen proyectos por que sí, ni si quiera por que les guste, sino "por que le parece que está bien o es lo correcto". Esto es lo que ha hecho Alexander Tominsky (Rhode Island, 31 años) quien se comió un pollo asado al día durante 40 jornadas consecutivas "sin ningún propósito concreto". Culminó la tarea el domingo pasado, en un muelle abandonado en la bahía de Filadelfia, bajo la expectante supervisión de cientos de seguidores que se habían acercado para verlo en directo. Este extraño personaje, que en las últimas semanas se había hecho mundialmente viral en redes sociales, habló con los medios una vez terminada su particular odisea. Cuando le preguntaron por qué lo había hecho, solo supo responder: "Simplemente, me pareció lo correcto".

"No estoy seguro de cómo empezó", recuerda Tominsky a un medio local de Filadelfia. “Es difícil entender cómo se manifiestan estas cosas”. Fue el 28 de septiembre. Sus planes, al principio, consistían en comer un pollo asado entero durante siete días seguidos. Lo hizo sin motivación aparente y sin hacerlo público o compartirlo en redes sociales. "Era un reto personal", asegura. Decidió seguir adelante y en el pollo undécimo publicó su primer post en su cuenta de Twitter llamada smooth recess: "Quiero invitaros a seguirme en el camino en el que me he embarcado. Voy a comerme un pollo cada día durante los próximos 30 días. Hoy es el día 11. Os mantendré informados a medida que vaya acercándome a mi objetivo. Gracias". El mensaje circuló y generó curiosidad en las redes. Tominsky, todavía un personaje anónimo, no dudó en contestar a cualquier pregunta que pudiese surgir entre los usuarios de la red social.

Día tras día no faltó a su cita con su pollo asado diario. Tominsky es empleado en un popular asador de Filadelfia, ciudad en la que reside desde hace ocho años. Cuando inició su experiencia de comerse un pollo asado al día, tuvo que modificar su rutina de entrada al trabajo... otra no le quedaba si quería engullir el ave sin que le cayera mal en el estómago. Probó en varias pollerías hasta que finalmente se decantó por Rittenhouse Market, un negocio local donde es evidente que han acabado conociéndole. "Creo que al principio muchos de ellos pensaban que simplemente era un tipo raro que compraba pollo", relató al Philadelphia Magazine.

Con el paso de los días, sus fotos empezaron a mostrarle con los primeros síntomas de cansancio y disgusto... Es que un pollo de vez en cuando puede estar sabroso, pero todos los días debe ser algo como para no decir ni pío. Eso sí, este muchacho se fue convirtiendo en todo un experto en comer pollos asados, así que fue depurando su técnica: primero se comía la pechuga, que es la parte más seca, y si se enyugaba lo mezclaba con la grasa para hacer el bocado más digerible. A partir del día 20, la experiencia se le hizo bastante agobiante... y eso que aún no sabía que solo había hecho la mitad del camino para no llegar a ninguna parte porque, como él mismo insiste, lo hizo sin fijarse un objetivo determinado.

The Chicken Man, en su pollo número 30.

The Chicken Man

Cada vez tardaba más tiempo en acabarse la comida y necesitaba más agua para poder tragarla. "Básicamente, me bebía el pollo", declaró a New York Times. Pronto se le conoció como The Chicken Man  en las redes sociales: “Este es el primer día del viaje en el que puedes ver la vida dejando sus ojos”.

The Chicken Man celebró su pollo número 30 con dos velas de cumpleaños. Él ya acumulaba miles de seguidores en Twitter entonces y se había convertido, sin hacer nada por lograrlo, en una especie de ídolo.

Tominsky decidió que su experiencia terminaría definitivamente con el pollo número 40. Para promocionar el final de su prueba colgó alrededor de 60 panfletos por toda la ciudad en los que decía: "Ven a verme comer un pollo asado entero. El 6 de noviembre será el 40 día consecutivo en el que me como uno. A las 12, el pollo será consumido en el muelle abandonado cerca de Walmart", y añadía: "Esto no es una fiesta".

Tominsky preparó una mesa abrigada con un mantel blanco sobre el que dejó preparada su ración de pollo asado ya separado en trozos y su botella de agua con sabor a limón. Una alfombra roja sujeta con trozos de ladrillo conducía hasta a él. Y efectivamente, acabó comiéndose el pollo número 40 ante el delirio de cientos de entusiastas que habían acudido a animarlo.

El digital VICE publicó que en solo un mes y medio pasó de 400 a más de 40.000 seguidores en Twitter y el día después de terminar la prueba, medios de todo el mundo recogieron su historia. En las entrevistas que concedió reconoció seguir sufriendo los achaques esperables de haber comido pollo asado durante tantos días seguidos: "Todavía me duele el estómago. Mi cuerpo está en proceso de reparación y no creo que vuelva a la normalidad en bastante tiempo. Es horrible, me dan unos calambres terribles. Mi estómago está hinchado y palpita", aseguró y añadió que su primera comida posterior a su reto sería sushi, en realidad se zampó una hamburguesa.