«Triunfo al borde del infarto (80-79)», titula el Diario de León

Durley lanza a canasta ante la oposición de Sikma y Schaftenaar. El pívot norteamericano de León sumó 23 puntos. FOTO:  RAMIRO

Miguel Ángel tranca | León 13/11/2011

Baloncesto León sacó adelante su pulso frente al CB La Palma (80-79) a fuerza de corazón y en un tramo final de infarto en el que la mano de Quezada en los tiros libres resultó determinante. Antes los locales habían dispuesto de una renta de hasta 26 puntos y balón a favor.

Restaban 4:35 para cerrar el tercer cuarto y a partir de ahí la solvencia que había reflejado en el marcador se convirtió en un sufrimiento extremo. Altas palpitaciones y un intercambio de lanzamientos desde el punto de personal hicieron justicia a un pulso que empezó excelso y pudo acabar en tragedia.

Asentado en una consistente defensa al plantel local no le inquietó ceder el salto inicia, tampoco encontrarse con un triple en contra. En apenas dos minutos había puesto las cosas en su sitio con la canasta desde más allá del 6,75 de Rocchia. El 7-5 dejaba traslucir ya las intenciones de un León sabedor de que a los canarios no se les podía dejar el más mínimo resquicio. El dominio en el rebote se planteaba como una de las armas para empezar a desmontar a La Palma. El deseo se convertía en realidad con Durley superando a Schaftenaar y Mortellaro anulando a Konate. Arrocha se erigía entonces en la amenaza más revelante de los insulares que, consumidos cinco minutos de pulso, aguantaban como podían con el 11-11.

En ese instante Quezada contribuía con un triple para, con la ayuda de Mortellaro y Julio, posibilitar la renta más consistente a favor de León. Cinco puntos (18-13) empezaban a nublar el horizonte de un La Palma que se resistía a arrojar de manera prematura la toalla. Dos fallos en ataque de los leoneses y un robo de balón llevaban el marcador a un 18-17 que obligaba a De Grado a solicitar tiempo muerto. En un primer momento el minuto de corrección no daba sus frutos. Peña situaba el 18-19 y los canarios volvían a sonreír. Pero todo fue tan efímero. Bastó la vuelta a pista de Durley para que León recuperara el liderazgo (25-19).

La Palma volvía a contabilizar la canasta inicial del segundo cuarto, un dos más uno de Peña. Pero de poco le sirvió. Cuatro puntos de Julio y dos de Lucho ponían aún más tierra de por medio para los de De Grado (31-22). Y sólo se había disputado un minuto de este periodo. El tiempo solicitado por Carlos Frade lejos de surtir efecto mantuvo la batalla favorable a los locales. La barrera de los 10 puntos estaba superada. Ahora había que consolidarle ante un enemigo que empezaba a dar síntomas de agotamiento. El resultado, el 48-32 que traslucía el marcador al descanso.

El paso por vestuarios sirvió para dos cosas. Una, demostrar que León, cuando funcionan sus resortes, es casi imparable. Segundo, que La Palma necesitaba pronto un antídoto para no morir sobre la pista. En los primeros cinco minutos de este cuarto los locales paseaban su solvencia de tal manera que los guarismos se disparaban hasta los 26 puntos (62-36). Todo parecía visto para sentencia pero otros cinco minutos de despiste en los que los leoneses bajaron un peldaño en su intensidad posibilitaban que La Palma, agarrándose a su último aliento de esperanza, contabilizara un parcial de 0-11 a su favor (62-37). Además, el choque se había convertido en un correcalles que favorecía más a los intereses visitantes. El peligro de remontada estaba latente con el triple que dejaba en 11 puntos la renta de a diez minutos para el final (64-53).

La Palma estaba en su salsa. Además, Alvarado, uno de sus mejores estiletes que había permanecido dormitando buena parte del pulso, empezaba a mostrar su clase. A ocho minutos la renta era ya de sólo seis puntos para León (66-60). Peor iban a ir las cosas con el 66-66 dos minutos más tarde. La renta de 26 a favor de los locales se había volatilizado en apenas diez minutos. Tocaba sudar para alcanzar el objetivo. Los de De Grado saben hacerlo y ayer el partido no podía escapársele de las manos.