Los árbitros se ampararon en el «instant replay» para robarle la victoria al Iberostar Tenerife

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El partidazo que se hizo esta noche JAVIER BEIRÁN se merecía otro final. Él, con sus 21 puntos, fue el hombre clave en ataque en los minutos de la verdad, concediendo a su equipo todas las opciones, a base de triples y de canastas bajo el aro, para ganar el encuentro.

Sin embargo, tres hombres con camisetas naranja, con apellidos Pérez Pizarro, Castillo y Padrós, se encargaron de chafar una gran tarde de baloncesto y remontada. El excesivo paso por la tele para ver en el «instant replay» si acertaron o no con sus decisiones, acabó desquiciando al equipo local y a la afición, para sufrir una derrota de las que más duelen, pues además de ser en el último momento fue a todas lucen INJUSTA. 

Diría, tras ver las repeticiones una y otra vez, que lo de esta noche, digan lo que digan los «enterados», que no entendidos, fue UN ROBO DESCARADO. Porque permitieron que Fisac anulara un tiempo para decir cuando la jugada no le era favorable, que lo había pedido, «perdonando» los colegiados unos claros «pasos» que tenían que haberle dado los últimos 8 segundos al Iberostar Tenerife. 

El mosqueo no acabó aquí, ya que en la siguiente acción y tras obligar al Zaragoza a lanzar un triple a la desesperada, un atacante toca el balón al tiempo que golpea la mano de Beirán. Dos de los tres árbitros indican saque a favor de los locales, menos el principal. Ni falta, ni balón. Se mira y remira el «replay» para cambiar la decisión y darle el balón al equipo maño, quien dispone de tres segundos para ganar el partido. 

Defensa zonal, ya que todo hacía pensar que buscarían la entrada para ganar con una canasta de dos, lo que aprovecha Stan Okoye para ejecutar, sin oposición, desde el 6,75 y fijar el +2 que hizo que la victoria se fuese a Zaragoza, ante el enfado lógico de la afición para con unos árbitros que recurrieron al «instant replay» para contradecir sus propias decisiones y darle vida a un equipo que parecía condenado a la derrota.

Insisto, los «catedráticos» pueden cantar misa en hebreo, pero los de naranja fueron tan malos que el nuevo sistema implantado para aplicar, en teoría, mayor justicia, les dejó con el culo al aire. Y encima permitieron que la picaresca de Porfirio Fisac, con pido tiempo, lo anulo, pero ya lo había pedido saliera con la suya.

El enfado de Vidorreta en sala de prensa está justificado, como lo está el del público al silbar a unos señores que no hacen justicia.