«Hasta siempre JUSTO», artículo de José Carlos Rivero

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«Hoy asistí al sepelio de Justo Ocón, un día triste y raro, porque uno de los nuestros se nos ha ido repentinamente. Allí estábamos mucha gente de su generación y de otras, caras conocidas del Baloncesto de Tenerife, principalmente ex jugadores, rivales y compañeros, pero también entrenadores, árbitros, directivos.
Conocí a Justo a mediado de los 80, jugando en el CB Unelco, era un base de ahora, más que de antes. Sus cualidades físicas no eran las habituales en esa época, potencia de salto, rápido, fuerte, muy atlético. Era un base capaz de rebotear, de rectificar en el aire, de aguantar y provocar contactos, de zancada poderosa y a todo eso le sumaba energía, carácter, el típico jugador que no se rendía ante nada, ni nadie.
Pronto tuve la oportunidad de ficharlo y no lo dudé. Había ascendido con el Palma Canaria del Puerto de la Cruz a Segunda División Nacional y quise reforzar el equipo en varias posiciones. Éramos prácticamente de la misma edad, él un poco más pequeño. Era mi base titular pero tuvimos nuestros más y nuestros menos, yo le exigía otro tipo de baloncesto, que le venía bien al equipo y a él mismo, para diversificar su cualidades como jugador. Él no lo terminó de entender del todo, los dos éramos jóvenes, cabezones y orgullosos, pero siempre hubo un respeto y cariño mutuo. Además dio todo lo que tenía en cada uno de los entrenamientos y partidos, siempre compitió al 100 por 100, un guerrero, un ganador y un excelente compañero.
Mantuvimos una amistad que perduró siempre. Volvimos a tener una relación más frecuente hace unos años, porque su mujer, Patri, era mi compañera de trabajo, otra luchadora, una trabajadora incansable, con una energía desbordante, creativa, proactiva, perfeccionista, la quiero mucho.
Justo y yo empezamos a tener conversaciones largas, era un hombre sosegado y socarrón, hablábamos mucho sobre deporte de formación, comparativas del Baloncesto de antes y de ahora. Ya el año pasado casi nos veíamos a diario en el Club Náutico, donde yo ejercía como entrenador y él desarrollaba de forma habitual su impresionante actividad deportiva.
Ya superados los 50, combinaba Tenis y Baloncesto y se mantenía en una forma física envidiable. Un deportista ejemplar, queriendo mejorar continuamente, planteándose nuevos retos y conversando de sus hijos y de nuestra pasión, el Baloncesto.
Se me hace extraño que se haya ido para siempre, no me lo terminó de creer.
Tengo presente su mirada limpia, directa, su sonrisa natural y verdadera, su espíritu luchador y competitivo, me quedo con todo eso, para toda la vida…
Hasta Siempre Justo!