La «fiebre amarilla» se dejó la garganta en el Gran Canaria Arena

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La afición grancanaria «nunca» se unió a los cánticos de los aurinegros y solo hicieron uso de su «Pío, pío» cuando se entonaba el «Canarias, Canarias,Canarias»

Dicen que fueron alrededor de 650 los aficionados del Iberostar Tenerife que asistieron a la Copa del Rey «Gran Canaria Arena 2018». Yo diría que la cifra se queda corta, toda vez que a los más de 500 ubicados en un lateral de la grada alta se hace necesario añadir esa otra enorme cantidad de aurinegros que, comprando los abonos anticipadamente, se repartían por distintas zonas del pabellón de Siete Palmas.

 

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No dabas tres pasos por los pasillos exteriores y veías bufandas y camisetas aurinegras. La mayoría portadas por gente que ves habitualmente en el Santiago Martín, y otras que, siendo tinerfeños, residen en Gran Canaria, optando por vivir el momento histórico del CB Canarias antes de vivir el mogollón del carnaval canarión.

Fueron cuatro días a tope de BA-LON-CES-TO, si bien la gran fiesta tinerfeña se vivió jueves y sábado. El primer días y el primer partido tuvieron colores amarilla y negro, con poca presencia del naranja del Valencia Basket. Tengo que reconocer que las sensaciones, en líneas generales, eran buenas, con frases tales como «Vamos a ser el equipo revelación de la Copa» o «si no le ganamos esta vez al Valencia no lo haremos nunca», en relación esta última a las bajas de sus bases titulares. Muy pocas decían: «Es difícil, jugamos contra el campeón de Liga y de la Supercopa», eso sí, encontrando inmediata respuesta en los canaristas más entregados con la causa: «Y nosotros somos campeones de la Champion y de la Copa Intercontinental», lo que originaba un inmediato: «Vamos Canarias, ¡a por ellos!»…

Esa mágica tarde del jueves, tras vibrar con cada canasta, tapón o rebote de los de Katsikaris ví entusiasmo en la «fiebre amarilla». El Iberostar Tenerife lo estaba bordando. Txus Vidorreta, buen conocedor de la que fue su plantilla, recurría a movimientos y tiempos muertos para tratar de frenar el juego espectacular que le venía encima. Sí, eran cinco contra cinco en pista, pero los de negro con camisetas de manga corta parecían multiplicarse. Muy bien atrás, con los dos pívots resolutivos en la pugna por el rebote con sus dos gigantes (Dubljevic y Pleiss)…

Se corría la cancha, se movía con cabeza el balón para buscar el mejor tiro exterior, los pequeños entraban hasta la cocina para doblar o buscar canasta más adicional… 

Sí, habían motivos para la locura colectiva en el sector amarillo canarista del Gran Canaria Arena. El «Canarias, Canarias, Canarias», acompañado de los clásicos: «Sí se puedo» y «A por ellos» se escuchaba bien alto, entre otras cosas porque la afición «amarilla canariona» optó, en su gran parte, por mantenerse «pasiva», es decir, hacer uso exclusivo del «pío, pío», tal vez porque les salía extraño apoyar a la hinchada del equipo de Tenerife.

Y aquí hago un inciso para puntualizar que el periodista de La Provincia que hoy escribe de «La Copa más canaria» y que ambas aficiones «viven juntas la fiesta del baloncesto«, debió quedarse en el carnaval canarión porque la afición local no pasó, en una ocasión, de entonar «su» «Pío, pío» para interrumpir el «Canarias, Canarias» de los seguidores aurinegros. ¿Eso es respaldar a un equipo de la tierra ante un rival peninsular?… De lo que sí pueden escribir y presumir es de vivir una FIESTA DEL BALONCESTO muy dinámica, divertida y marcada por la deportividad de las ocho aficiones presentes y de esas otras que, sin estar presentes sus equipos, no faltaron a una cita irrepetible.

Volviendo a lo que nos ocupa, se tuteó y superó al campeón de la Liga Endesa 16/17 y la euforia fue total, en la pista, con los jugadores y cuadro técnico celebrándolo por todo lo alto, como en las gradas, donde todos ovacionaron a un Iberostar Tenerife que, como decían algunos aficionados en la previa: «Hoy seremos el equipo revelación de la Copa». ¡Que papelón!: en semifinales por vez primera en las cinco participaciones en el torneo del ko.

A buen seguro que la fiesta canarista habrá continuado esa noche de carnaval, aunque se derrochó tanta energía positiva que muchos optaron por una cenita ligera y marcha a los hoteles para descansar.

Postdata/ Lo sufrido por muchos esa noche, consecuencia de la pésima organización con el transporte público, no está en los escritos. Escasez de guaguas y de taxis, con cientos de aficionados de las siete aficiones obligados a regresar al casco caminando, con 90 minutos de pateo. Eso sí, la suerte que era todo en bajada. Al llegar al hotel Fataga opté por telefonear a amigos de los periódicos y emisoras locales para hacerles partícipes de lo sucedido y actuaron de inmediato, poniéndose en contacto con las autoridades locales y con el jefe de comunicación de la empresa de transportes públicos y el gremio de taxis. Al día siguiente ya habían guaguas «por un tubo» y numerosos taxis.

… Y llegó la semifinal contra el Real Madrid

Esta empresa resultaba más complicada. El cuatro veces consecutiva campeón de la Copa del Rey se cruzaba en el camino del Iberostar Tenerife. ¡Chiquito rival!. Miradas el calentamiento y solo veías internacionales de blanco por todas partes. CauseurRandolphDoncic, Rudy, Campazzo, Reyes, Carroll, Tavares, Maciulis, Taylor, Thompkins, Ayon… Sí, pero ¿quién dijo miedo?…

Los pronósticos daban una final clásica: Real Madrid-Barcelona. Para la prensa nacional e internacional lo de pensar en una final canaria era sinónimo de «Copa descafeinada», aunque para los aficionados al BA-LON-CES-TO, los que para entrar tienen que pagar, un Gran Canaria-Iberostar Tenerife significaría acabar con lo que ellos entonaron en las gradas: «Estamos hasta los… del Barça-Real Madrid», que entonaron seis de las ocho aficionados, salvo los merengues y azulgranas.

Los fieles seguidores canaristas comenzaron fuertes, como hiciera el equipo. Buena defensa y mejor acierto que el Madrid en ataque. Ellos sucumbieron con ese fatídico 1/12 desde el 6,75 en el primer cuarto, lo que hizo que Iberostar Tenerife se marchara hasta el +9, con Pablo Laso parando el partido y mirando con furia a los suyos, con gritos como «¡pero esto que es… Nos están pasando por encima!»…

En el segundo acto la igualdad permanece sobre la pista, con Beirán anotando sobre la bocina para poner el 38 a 36 al descanso. ¡Señores!, se le estaba ganando al poderoso «hombre blanco» a 20 minutos del final. 

Y pasó lo que todos, o casi todos, presagiaban. Laso puso a la artillería pesaba a jugar, con Doncic intratable, con el acierto exterior del jugador que gana más que el presupuesto del CB Canarias, Rudy Fernández, con Carroll, Causeur, Campazzo… Poco a poco el Madrid marcó diferencias y el marcador se disparó. Pararon muy bien a Kostas, impidieron que Tim hiciera de las suyas cerca de canasta, no permitieron a los exteriores entrar con facilidad a la zona… Solo la garra y el acierto de Fran Vázquez y Mike Tobey se mantuvo hasta el final.

¿La reacción de la fiebre amarilla?, la de siempre: «Esto sí que es un pedazo de equipo» y «Canarias, Canarias, Canarias». Con otras frases como «Fue bonito mientras duró» o la frase de la TRIPLE H: «hemos hecho historia»...