«Las cosas bien hechas», por el entrenador Felipe Coello

Felipe Coello.

Le he pedido al entrenador tinerfeño y amigo Felipe Coello Fariña, afincada desde hace más de un cuarto de siglo en la Región de Murcia, su artículo de opinión sobre la temporada recién finalizada del Iberostar Tenerife, uniéndose así a las impresiones cualificadas de los también técnicos superiores de Baloncesto Fernando Villamandos y Alejandro Luque. Agradeciéndole su siempre predisposición con BASKETMANÍA, EL DÍA y particularmente con este periodista, les invito a leer su acertado artículo de opinión que titulaq: «LAS COSAS BIEN HECHAS».

 

«El haber leído las valoraciones personales de la temporada del Canarias de Alejandro Luque y Fernando Villamandos, dos hombres importantes de nuestra historia del baloncesto, me hace mucho más sencilla redactar la mía porque mi punto de vista es siempre desde la distancia y del cariño que me trasmite el baloncesto de mi isla en la máxima categoría y dirigido por dos buenos amigos.

Yo estoy en la línea de Don Fernando, es mayor que yo y siempre me pareció un referente más que interesante, el objetivo se cumplió y con creces. Desde el inicio el equipo se sobrepuso a la grave lesión de Fotis Lampropoulos en la pretemporada con la llegada de Diego Fajardo y el papel estelar de Blagota Sekulic en esa primera vuelta llena de resultados positivos que colocaron al equipo en una soñada Copa del Rey, muchos años después. Las lesiones de algunos y el rendimiento más que irregular de jugadores como Levi Rost se compensó con el crecimiento de otros, en todos los aspectos del juego como la pareja de exteriores Saúl Blanco y Nico Richotti o la de un emergente Luke Sikma, que terminó siendo la llave del equilibrio de un equipo que necesitaba alguien como él, capaz de sumar en los aspectos del juego que el equipo requería.

No se puede decir que la suerte fuera un buen aliado del equipo de la Fiebre Amarilla porque si primero se lesionó Lampropoulos antes de empezar, el argentino Juan Pedro Gutiérrez se quedó fuera de juego muy pronto y tras la marcha de Sekulic, Papadopoulos solo jugó un solo partido cuando parecía un refuerzo de total garantías. En el caso del argentino una auténtica pena porque en buenas condiciones hubiese sido un buen complemento para el equipo. Creo que todo eso unido a las lesiones repetidas de los exteriores, unos y otros por razones muy diferentes, condicionaron más de la cuenta el juego alegre y ofensivo al que había dado forma Alejandro Martínez desde el banquillo y Ricardo Uriz desde la pista, a éste último la falta de jugadores con capacidad para leer el juego en momentos cruciales también le hicieron rendir por debajo del nivel mostrado en la última temporada.

Los actores con papeles secundarios cumplieron a rajatabla su trabajo, dando minutos de intensidad, defensa y cooperación en el juego colectivo, buscando siempre las mejores opciones para el equipo. Carles Biviá, con un rol clave en la rotación de Uriz, mejoró prestaciones con respecto a la campaña anterior en todos los aspectos, pero sigue sin aportar ese plus de confianza que a veces requiere un jugador en ese puesto. A mí me parece un jugador que crece y crece, al que solo le falta mostrar a los demás esa confianza que tiene en si mismo.

Cuando el equipo entró en esa locura de derrotas, algunas muy dolorosas, el grupo no se descompuso, el entrenador tampoco y la directiva, clave en esos momentos, demostró donde estaba y con quien estaba. Detalle que resultó determinante para no descomponer todo el trabajo realizado. Supieron leer los problemas de los otros, que también juegan y compiten, esperando que llegara el momento de cambiar la dinámica. Llegaron Daniel Kickert y Carl English para dar un último empujón, el polivalente interior ayudó y demostró que es capaz de hacerlo mucho mejor, al escolta canadiense le sobró, creo, algo de ego para ayudar más a sus compañeros y al equipo.

Seguramente alguno pensará que no soy muy objetivo con lo que viene ahora, pero es lo que pienso y por eso debo escribirlo.

Como mi buen amigo Alejandro Luque dice en su colaboración, creo que Alejandro Martínez creció un poco más como entrenador y eso ayudó a capear la complicada situación que vivió el equipo. Volvió a mostrar su buena mano en la dirección del grupo, siguió apostando por el juego y los jugadores que le gusta y además no cambió su alegre filosofía de juego y se amoldó perfectamente a todas las circunstancias negativas por las que pasaron y siempre contó con la figura del Gerente Aniano Cabrera, aquel con el que disfruté unos meses en mi época del Tenerife AB, como catalizador de un club que ha sabido hacer las cosas muy bien y con los pies en el suelo.

Enhorabuena al Iberostar Tenerife, al CB Canarias como club, a todo el baloncesto de Tenerife, a su especial afición, de la que me acuerdo muy bien, por encima de todos, ellos también han sido parte importante de esta brillante nueva página de nuestro baloncesto.

José Felipe Coello Fariña (Entrenador)