“Los primeros pasos del basket femenino en Tenerife”, por Charo Borges (IX)

ConM.Santpere70-71.

Final feliz

Como ya anticipé en la entrada anterior, el plante de última hora del, hasta entonces, entrenador, Juan José Rodríguez Pinto, lo resolvimos armándonos de valor, encomendándonos a todos los dioses y formando una pequeña comisión de jugadoras para que hablara con Jerónimo. Le expusieron la situación, le pidieron disculpas y comprensión por lo ocurrido cuando la D.I.S.A. puso aquellas condiciones y, con gran alegría por nuestra parte, accedió a lo que le pedíamos.
Resuelto felizmente el tema de la dirección técnica, nos dispusimos a emprender viaje hacia Cáceres. Como solíamos hacer, llegamos allí tres días antes de la competición por aquello del largo camino que teníamos que iniciar desde Canarias. En aquel entonces, prácticamente, se dedicaba una jornada al traslado. Una vez en el aeropuerto de Barajas, teníamos que desplazarnos a la antigua estación del Norte, en Madrid, para coger el tren que nos llevaba hasta Cáceres y, al igual que cuando estuvimos en Salamanca, ese trayecto también duró mucho tiempo por lo lento de la marcha y las numerosas paradas. Nos alojamos en el Extremadura Hotel, instalación muy confortable y rodeada de amplios y coquetos jardines.
La celebración de aquel torneo fue un acontecimiento deportivo de primer orden, para aquella ciudad. En todos los medios de comunicación y a diario, se hablaba de lo que se relacionara con la competición. Recibieron a todos los conjuntos que participábamos, en un magnífico acto de bienvenida celebrado en el Pabellón Polideportivo Municipal y con la asistencia de autoridades deportivas nacionales y locales. Los equipos participantes, además del nuestro, fueron el Ignis Mataró, como representante catalán, el Medina de Baleares y el C.R.E.F.F. de Madrid, vigente Campeón de la máxima categoría femenina que, también en esta ocasión, volvería a revalidarlo.
Como también solía ocurrir en nuestras intervenciones nacionales, volvimos a ser las últimas al no ganar ningún encuentro, aunque en esta ocasión perdimos por menos diferencias, 15 puntos frente al Mataró y sólo 3, con el conjunto balear. Fue por el sistema de eliminatorias y, por ello, sólo disputamos dos partidos. La falta de una liga canaria fuerte y más igualada, se dejaba sentir en esa competición al más alto nivel. Era el momento de la verdad y pagábamos duramente aquel precio. En el plano individual, hubo dos hechos que nos compensaron bastante. Ángeles García volvió a ser la máxima encestadora de la Fase, sumando 38 puntos con los dos partidos y Charo Borges fue elegida para formar parte de la Selección Nacional Absoluta que habría de afrontar futuros compromisos. En próxima entrada, contaré cómo le fue a esta compañera en su “inesperada experiencia”, como ella misma decía.
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Para ilustrar este post, sirvan estas imágenes: una que recoge un momento del acto de recepción que nos brindó la empresa concesionaria de OM, antes de iniciarse la temporada, y en la que nos acompaña D. Alfonso Santaella (q.e.p.d.) y otro directivo de la citada empresa; otra, del conjunto al completo, realizada en Cáceres, con Jeromo supliendo la baja de Pinto. La tercera fotografía fue sacada aquí, en nuestra capital, y en ella, Martita, hija de Marta, entrega un ramo de flores a Mary Santpere, actriz cómica catalana, ya fallecida, que venía con el Circo Price. Nos invitaron al espectáculo y acudimos equipadas con nuestra vestimenta deportiva, porque la intención era, además, promocionar nuestro equipo de baloncesto y hacer publicidad de la firma patrocinadora. Nos acompañaron parte de nuestras familias y el presidente del club, D. Epifanio García.
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Tanto la primera como la última imagen, representan situaciones que fueron muy especiales para nosotras, porque dan fe de un status muy diferente al que habíamos vivido hasta entonces. Era la primera vez que nos sentíamos un equipo importante, al que se le recibía con todos los honores allá donde fuéramos y al que se invitaba a participar en inauguraciones, torneos amistosos o actuaciones de diversa índole.
Esa es, por lo menos, la sensación que yo conservo de aquella larga relación sin contratos, entre un grupo muy consolidado en la práctica del baloncesto y una empresa comercial que se estrenaba en aquella función de mecenas deportivo.
espa..
En la fotografía de la Selección, aparecen, en la fila de arriba y de izquierda a derecha: el entrenador, José Lluis Cortés, Piedad Parrondo, Esperanza Bernáldez, Coro Domínguez, Francisca Rotger, Joaquina Cot, Amparo Couchoud y Begoña, representante de la Sección Femenina y Delegada de la Selección. En la de abajo y en el mismo sentido, Charo Borges, Neus Bartrán, Pepa Senante, Mary Carmen Martínez, Carmen Famadas y Olga Martínez.
Vayamos por partes. La primera, estrictamente oficial, la que recogen las hemerotecas y los amarillentos recortes de periódico de mi compañera. La segunda, la meramente humana, la desconocida, la que para mí, al menos, resulta más interesante porque no tiene desperdicio. Esta última, la dejaremos para un próximo relato.
Por primera vez en este Archipiélago, una jugadora canaria fue llamada para formar parte de una Selección Nacional Absoluta. En este caso, de baloncesto. Desde que se supo la noticia, se mostró muy sorprendida, porque jamás pensó que nadie se fijara en ella para tan alto honor. De hecho, creo que ninguna de nosotras sabía que, en el torneo de la Fase Final de Cáceres, estuviera presente el Seleccionador nacional, José Lluis Cortés. Lo supimos más tarde. Precisamente, cuando se dio la lista de jugadoras elegidas y, entre ellas, estaba Mª del Rosario Borges Velázquez. Charo, para familiares, amigos y compañeros.
En esa relación, además de ella, aparecían Amparo Couchoud, Esperanza Bernáldez, Pepa Senante y Coro Domínguez, por el equipo campeón, el C.R.E.F.F. de Madrid; Carmen Famadas, Joaquina Cot y Olga Martínez, por el Ignis Mataró de Badalona; Piedad Parrondo, por el Medina de Madrid; Mary Carmen Martínez, por el Celta de Vigo; Neus Bartrán, por el Picadero de Barcelona y Francisca Rotger, por el Medina de Baleares.
Fueron convocadas por la Federación Española de Baloncesto, en el Hotel Colón, de Madrid, para concentrarse sólo ocho días antes de celebrar su primer encuentro, un partido amistoso con la Selección Nacional de Australia, que pasaba por la capital del reino, de regreso a su país, después de haber participado en el Campeonato Mundial de aquel año de 1971. De un total de trece selecciones, fueron octavas en la clasificación final y llevaban juntas, entre los preparativos del torneo y su celebración, más de treinta días. Las nuestras estaban inactivas desde primeros de Mayo, ya que las competiciones de esa temporada habían finalizado.
El partido se celebró el 2 de Junio de ese año, a las 5 de la tarde, en la cancha de baloncesto del Club Natación Canoe, de Madrid, y fue televisado para toda la península, con la duda de si lo sería también para Canarias, hecho que hasta última hora, no se decidió. Al final, sólo se nos retransmitió la segunda parte.
Con este panorama tan desequilibrado ocurrió lo más lógico: se perdió por 21 puntos de diferencia, 32 a 51. Las españolas sólo aguantaron el primer tiempo, quedando en el descanso sólo a 7 de las australianas. El exceso de entrenamientos, tres horas por la mañana y dos por la tarde durante ocho días seguidos, hizo estragos en todas las jugadoras y en la segunda parte hubo debacle total. Además, nuestra internacional paisana tuvo la mala suerte de sufrir una pequeña luxación en el tobillo externo de su pie izquierdo, en una de las sesiones de trabajo y, aún así, hubo de jugar durante bastantes minutos.
Si a ese inconveniente se añadía el rodaje del conjunto visitante, su mayor altura (una media de 1’75 m. frente al 1’60 de las nuestras) y la presión de saber que el partido se televisaba, lo que allí sucedió era de esperar.
En diez días de campeonato mundial, las australianas habían jugado más partidos internacionales que las españolas en toda su trayectoria, iniciada en el año 1963. En esos ocho años, sólo se habían celebrado ¡¡ocho encuentros!!. La única jugadora de las nuestras que había disputado todos esos partidos era Pepa Senante, excelente base de tan sólo 1´59 m. de altura. Amparo Couchoud, Esperanza Bernáldez, Chata Parrondo, Carmen Famadas y Neus Bartrán, lo habían hecho en cinco y las seis restantes seleccionadas lo eran por primera vez. Entre ellas, Charo.
La prensa especializada que cubrió los avatares diarios de aquel sufrido grupo de baloncestistas coincide en la gran entrega y coraje de todas, pero también en lo injusto de exigirles, desde la Federación Nacional, una victoria, en aquellas condiciones, como requisito para acudir a otros compromisos oficiales, resaltando, además, lo desatendido que estaba el deporte femenino de aquellos años para poder afrontar, dignamente, cualquier competición. La más inmediata era el Preeuropeo de 1972 y, como se había advertido, no se acudió por no haberle ganado a Australia. Hasta 1974, no se convocó otra Selección, la que participaría en el Preeuropeo de aquel año y que tuvo lugar en La Coruña.
Si todo lo que aquí les he contado, les parece un dislate y un despropósito difíciles de superar, esperen a la próxima entrada. Verán cómo se puede rizar el rizo bastante más. Menos mal que los tiempos han cambiado y, en esto del deporte, para bien. Afortunadamente.